Hoy día tuve una experiencia fea, y pienso que lo fue para la persona contra la que me lancé. Desde aquí pido disculpas a quien fuere aquella persona.
He tenido toda mi vida relación con la fotografía, cosa que ha hecho que me llamen fotógrafo, lo que está a discutir como he dicho en repetidas ocasiones, pero ha sido una relación muy estrecha y a ratos extremadamente estrecha diría yo la que ha provocado ese error, a mi modo de ver. No me considero fotógrafo, sin embargo creo que soy alguien que hace fotografía entre otras cosas más, lo que desde mi punto de vista no me hace fotógrafo absolutamente para nada.
No miro con buenos ojos a los fotógrafos, y fue justamente esa la razón para mi malestar de hoy día.
Hace algunos años vinieron algunos fotógrafos del resto del mundo a hacer un libro de Ecuador, una obra tocada a múltiples manos, o si se prefiere una obra con diferentes lecturas sobre un mismo texto, en teoría sonaba muy bien; palabras van, otras tantas vienen, un almuerzo en una hostería en Otavalo y al regreso ..... una procesión de pendoneros con coraza y todo. Sí, justamente, se lanzaron cerca de 30 fotógrafos sobre los indígenas en procesión, yo me quedé en el autobus atónito frente a semejante salvajada, me resistí a ser parte de eso; obviamente la respuesta por parte de la comunidad indígena fue la que yo esperaba, rechazó a piedrazo limpio a los agressores foráneos. Justamente, no hay derecho que alguien ajeno se meta en mi casa y comience a fotografiar hasta lo que defeco, agresión pura y miserable.
Para ese entonces yo ya me había comenzado a cuestionar lo que era ser fotógrafo, un problema ontológico entre el ser y el deber-ser, y el ser que encontraba no correspondía para nada con el deber-ser.
Con los años fui puliendo aquello hasta que paulatinamente le di la vuelta, sigo ligado a la fotografía pero de una forma diferente, le rompí y le volví a armar, todavía no sé que pueda surgir de aquello.
Soy muy crítico con quienes imparten cursos de fotografía, creo que hay una falta de criterio no solo a nivel técnico sino que trasciende a nivel de lo ético, y es por ahí por donde va mi bronca de hoy.
Me fui al santuario del Quinche, no por cuestiones estéticas, pero siempre llevo conmigo mi vieja y querida Leica por lo que pudiere suceder. Y sucedió, y vaya que sucedió y mucho, pero en el aspecto negativo.
La puerta de entrada al santuario es algo interesante, la luz que proyecta esta puerta es algo digno de ser tomado en cuenta, sí, pero desde que retiraron la cruz del calvario de uno de los laterales de la entrada, ésta perdió significativamente valor estético, solo quedaron los mendigos y nada más. Con desagrado pude ver como los estudiantes de fotografía del "Centro de la Imagen Alianza Francesa" (vaya nombre pomposo para un simple club foto) se lanzaban sobre un mendigo, llegué a contar 10 personas que disparaban a malsalva sobre un pobre individuo, luego otra tanda de 10 más que sin mediar palabra alguna con el personaje solo disparaban sobre si, más tarde una mujer (alumna también) hizo lo propio. Hasta ahí llegó mi tolerancia, le llamé la atención y le pregunté si le era hermosa la estética de la miseria, la mujer me miró con desdén hasta preguntarme quién rayos soy yo para preguntarle aquello. Y sí, ¿quién soy yo para preguntar a un estudiante de un taller de fotografía de un club foto algo así?, pues, la respuesta más obvia sería: NADIE.
La mujer no tenía la culpa de aquello, la tenían sus profesores que irresponsablemente les lanzaron cual chacales en tercena, sin mediar criterios estéticos y peor aún éticos.
La fotografía per sé ya es un acto de agresión, mucho más cuando 20 mudos que ni siquiera me dirigen la palabra me agreden a mansalva.
Es difíl aquello, aunque el otro día pude ver como alguien que funge de profesor de fotografía tuvo el mal gusto de montar una pequeña muestra online, pude constatar con estupor como aquel individuo tenía el descaro de disparar a mediodía en Quito a pleno sol, luz 100% zenital, el resultado obviamente era terrible, pero lo lamentable es que aquel ni cuenta se dio porque no sabe ni siquiera lo elemental del quehacer fotográfico. La luz de estos lares equinocciales es asesina para la fotografía, hay que tener mucho cuidado con eso.
La fotografía es lenguaje, y como toda lengua tiene sus reglas de sintaxis, que si la queremos violar en algún momento, sea violada a propósito y con conocimiento pleno de la norma.
En fotografía, como en todo, cualquier cosa está permitida, el QUÉ no es el problema, es el CÓMO.
Por demás está decir, que instrumentalizar la miseria es lo más denigrante y obsceno que pudiera haber.
Para esto, busqué algún responsable de semejante estupidez, no encontré a nadie.
Cual sicarios, salgan a matar y así les graduamos.
2 comentarios:
No te preocupes. Nuestros puños van a apuntar a las caras de las instituciones, y te aseguro que esa va a ser la foto más hermosa.
Salúd.
Hernán.
Fuerte, pero justo!
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