jueves, 22 de enero de 2009

la verdadera izquierda de Hollywood

Slavoj Zizek


La película 300 de Zack Snyder, la saga de los trescientos soldados espartanos que se sacrificaron en las Termópilas para impedir la invasión del ejército persa de Jerjes, fue atacada como el peor tipo de militarismo patriótico, en una obvia alusión a las tensiones recientes con Irán y los sucesos en Irak. ¿Pero en realidad son tan claras las cosas? Más bien, habría que defender la película a toda costa contra esas acusaciones.

Hay dos puntos que debemos considerar; el primero tiene que ver con la historia misma. Se trata de la historia de un país pequeño y pobre (Grecia) que ha sido invadido por el ejército de un Estado mucho más grande, y más desarrollado en esa época, que además cuenta con una tecnología militar de avanzada. ¿No son acaso los elefantes persas, los gigantes y las enormes flechas de fuego la antigua versión de las armas de alta tecnología? Cuando el último grupo de sobrevivientes espartanos y su rey Leónidas mueren bajo los cientos de flechas, ¿no son de alguna manera bombardeados a muerte por tecnosoldados que manejan armas sofisticadas a distancia, al igual que los soldados estadounidenses que oprimen botones de cohetes desde lejos, en barcos de guerra bien protegidos en el golfo Pérsico?

Además, las palabras de Jerjes cuando pretende convencer a Leónidas de que acepte la dominación persa no parecen de ningún modo el discurso de un fanático musulmán fundamentalista; trata de someter a Leónidas a través de la seducción, pues le promete la paz y los placeres sensuales si se une al imperio global persa. Lo único que le pide es el gesto formal de arrodillarse ante él, de reconocer la supremacía persa. Si los espartanos hacen esto, se les otorgará autoridad suprema sobre toda Grecia. ¿El presidente Reagan no le exigió lo mismo al gobierno sandinista de Nicaragua? Sólo tenían que decirle “Hola, Tío” a los Estados Unidos…

¿Y no muestran la corte de Jerjes como una especie de paraíso multicultural abierto a diferentes estilos de vida? Todos participan en orgías, diferentes razas, lesbianas, gays, tullidos, inválidos, etcétera. Entonces, ¿los espartanos, con su disciplina y espíritu de sacrificio, no están mucho más cerca de los talibanes que defienden Afganistán contra la ocupación estadounidense (o, de hecho, de la unidad de elite de la Guardia Revolucionaria Iraní, dispuesta a sacrificarse en caso de una invasión estadounidense)?

El arma principal de los griegos contra la avasalladora superioridad militar es la disciplina y el espíritu de sacrificio… Y para citar a Alain Badiou: “ Necesitamos una disciplina popular. Diría incluso… que ‘aquellos que nada tienen sólo tienen su disciplina’. Los pobres, los que no cuentan con medios financieros ni militares, los que carecen de poder, lo único que tienen es su disciplina, la capacidad de actuar en conjunto. Esa disciplina ya es una forma de organización”. En esta época de permisividad hedonista como ideología imperante, ha llegado el momento de que la izquierda se (re)apropie de la disciplina y del espíritu de sacrificio: en estos valores no hay nada intrínsecamente “ fascista”.

Pero esa identidad fundamentalista de los espartanos es aún más ambigua. Una declaración programática hacia el final de la película que define la agenda griega como “ contra el dominio de la mística y de la tiranía, hacia el brillante futuro”, detallada más adelante como el imperio de la libertad y la razón, parece un programa elemental de la Ilustración, ¡incluso con un sesgo comunista!

Recordemos, también, que al comienzo de la película Leónidas rechaza de pleno el mensaje de los “ oráculos” corruptos, según los cuales los dioses prohíben la expedición militar para detener a los persas. Como nos enteramos después, los persas habían sobornado, en efecto, a los “oráculos” que, al parecer, recibían mensajes divinos a través de un trance extático, al igual que el “oráculo” tibetano que, en 1959, le transmitió al Dalai Lama el mensaje de que debía salir del Tíbet, y que –como sabemos hoy– ¡ figuraba en la nómina de la CIA!

¿Y cómo entender el aparente absurdo de la noción de dignidad, libertad y razón, basada en la disciplina militar extrema, que incluía la práctica de eliminar a los niños débiles? Ese “absurdo” no es otra cosa que el precio de la libertad: la libertad no es gratuita, como aparece en la película. Se reconquista a través de una lucha ardua en la que es necesario estar dispuesto a arriesgarlo todo. La despiadada disciplina militar espartana no es simplemente lo contrario de la “ democracia liberal” ateniense; es su condición inherente y constituye sus cimientos: el sujeto libre de la razón sólo puede emerger a través de una cruel autodisciplina. La auténtica libertad no es la libertad de elegir que se ejerce a prudente distancia, como optar por una torta de frutillas o por una torta de chocolate; la verdadera libertad es inseparable de la necesidad. Hacemos una auténtica elección libre en el momento en que la elección pone en juego nuestra propia existencia… y la llevamos a cabo porque, sencillamente, “ no podemos hacer otra cosa”.

Cuando nuestro país se halla bajo ocupación extranjera y nos convoca el líder de la resistencia para que nos unamos a la lucha contra los invasores, la razón que nos da no es “ eres libre de elegir”, sino “¿no te das cuenta de que esto es lo único que puedes hacer si quieres conservar tu dignidad?”. No sorprende, pues, que todos los radicales igualitarios y precursores de la modernidad, desde Rousseau hasta los jacobinos, admiraran a Esparta e imaginaran la República Francesa como una nueva Esparta: hay un núcleo emancipatorio en el espíritu espartano de disciplina militar que se mantiene y perdura, aun cuando le restemos toda la parafernalia histórica del régimen de clases, la explotación brutal de los esclavos sometidos al terror, etcétera.

Mucho más importante es, quizás, el aspecto formal de la película: se filmó en su totalidad en un depósito de Montreal; el paisaje y varios de los personajes y objetos fueron construidos digitalmente. El carácter artificial del fondo parece contagiar a los actores “reales”, que a menudo parecen personajes de historieta (la película está basada en la novela gráfica 300 de Frank Miller).

Además, la naturaleza artificial (digital) del ambiente genera una atmósfera claustrofóbica, como si la historia no sucediera en la realidad “real”, con horizontes infinitos e ilimitados, sino en un “ mundo cerrado”, una especie de mundo en relieve de un espacio cerrado. Desde el punto de vista estético, la película es superior a La guerra de las galaxias y la serie de El señor de los anillos : a pesar de que también en esas series varios objetos y personas fueron creados digitalmente, la impresión que causan es, no obstante, la de actores digitales (y reales) y objetos (elefantes, Yoda, Urks, palacios, etcétera.) ubicados en un mundo “real”; en 300, por el contrario, todos los protagonistas son actores “reales” ubicados en un fondo artificial; la combinación produce el efecto de un mundo “cerrado” mucho más siniestro, una mezcla “cyborg” de personas reales integradas en un mundo artificial. Pero sólo en 300 la combinación de actores “reales”, objetos y fondo digital llega a crear un espacio estético autónomo y nuevo de verdad.

La práctica de combinar artes diferentes, de incluir en un arte la referencia a otro, tiene una larga tradición, en especial con respecto al cine; por ejemplo, en muchos de los cuadros de Hopper, cuyo tema es el de una mujer detrás de una ventana abierta que mira hacia afuera, es clara la mediación de la experiencia del cine (muestra un plano sin su contraplano). Lo que hace notable a 300 es que, en esta película (y no por primera vez, por supuesto, pero de un modo mucho más interesante desde el punto de vista artístico, que, digamos, el Dick Tracy de Warren Beatty), un arte técnicamente más desarrollado (cine digitalizado) remite a uno menos desarrollado (la historieta o cómic). El efecto logrado es el de la “verdadera realidad” que pierde su inocencia y aparece como parte de un universo artificial cerrado, es decir, la figuración perfecta de nuestra problemática socioideológica.

Los críticos que sostienen el fracaso de la “síntesis” de las dos artes en 300 están, pues, equivocados, y precisamente porque tienen razón: por supuesto que falla la “síntesis”, por supuesto que el universo que vemos en la pantalla está atravesado por un profundo antagonismo y una gran inconsistencia, pero ese mismo antagonismo es el signo de la verdad.



*Traducción del inglés: Luz Freire
Publicado en: perfil.com.
http://www.perfil.com/contenidos/2007/05/16/noticia_0003.html
Título original: The True Hollywood Left
http://www.lacan.com/zizhollywood.htm

¿qué hacer? / Slavoj Zizek

jueves, 8 de enero de 2009

otra vez Pessoa

El entusiasmo es una grosería.
La expresión del entusiasmo es, más que cualquier cosa, una violación de los derechos de nuestra insinceridad.
Nunca sabemos cuándo somos sinceros. Tal vez nunca lo seamos. Y aun cuando seamos sinceros hoy, mañana podremos llegar a serlo por una razón contraria.

Personalmente yo no tuve convicciones. Lo que tuve siempre fueron impresiones. Nunca podría odiar una tierra en la que hubiese visto un atardecer escandaloso.

Exteriorizar impresiones es más bien convencernos de que las tenemos, antes que tenerlas efectivamente.

martes, 6 de enero de 2009

como ser pécora y no morir en el intento

Primero deberé disculparme con la gente que gentilmente visita este blog, algunos eventos infortunados y otros no, no me han permitido postear en los últimos meses, sin embargo, una vez que ya he resuelto los inconvenientes y los que no lo son, he vuelto por las andanzas y empiezo el año despotricando, como suele ser mi costumbre.

Alguna vez escuché por ahí que a los exponentes “socialistas del siglo .... XXI” les llamaban los tres chiflados y creo que es injusto tildarlos de esa forma, tal vez sí como los hermanos Marx, pero mi malestar frente a esta gente no es una cuestión ideológica, atraviesa por la estética y termina en lo formal de lo que debería ser un estadista, cosa que ninguno de los tres es. Según una amiga, al menos Chávez lee, cosa en la que discrepo porque parece que alguien en su rededor sí lo hace y él simplemente repite lo que otro dice, aquello se siente porque a veces sus citas son absolutamente forzadas y fuera de cualquier contexto, pero en lo que respecta a los otros dos se siente una carencia total de lectura. Voy a las pruebas de lo que digo, Correa hasta hace no mucho ignoraba que su ministro de defensa, Javier Ponce, es uno de los poetas vivos más importantes que tiene Ecuador, y éste señor que ejerce la presidencia creía que Ponce apenas era un analista político de izquierdas que eventualmente escribía para el diario El Universo.

Oírle a Correa soltarse cosas terribles sin el menor rubor, perlas cultivadas como “el socialismo clásico”, cosa que ningún politólogo en el mundo quizá haya escuchado, pero que podríamos colegir que este señor se refiere al socialismo científico o socialismo real , términos acuñados por los comunistas soviéticos, de esa manera se diferenciaban del modelo socialdemócrata y del socialismo utópico del siglo XIX, pero se la podríamos pasar.

En una ocasión tuve el desagrado de escuchar un discurso del boliviano Morales en el que achacaba todos los males del mundo al capitalismo, sin siquiera dar luces de cuál podría ser la alternativa a semejante demonio, además, no hacía ninguna diferenciación entre las diferentes formas del capitalismo, simplemente hablaba del capitalismo y ya.

Un día hablaba con un amigo muy interesante y, con él coincidíamos en que en América Latina jamás ha habido izquierda, solamente ha existido una forma abyecta y populista de zurda.

Pero lo que me ha inducido a escribir este pequeño post es una noticia que en un inicio me causó hilaridad, para más tarde provocarme una profunda preocupación. En la Alemania Nazi uno de los proyectos del Hitler fue crear una religión en la que el dios era la súper-raza y él (Hitler) era su sumo sacerdote, cosa que tenía su sustentación en un elaborado uso de símbolos y la creación de ritos, uno de los símbolos es la svástica, símbolo al que se le desnuda de su contenido arcaico que era el culto solar y era de origen hindú, se le desnuda de su contenido y se le deja únicamente su continente para de una forma elaborada y sistemática crear un nuevo contenido, cosa que desde aquella amarga experiencia para la humanidad, la svástica es símbolo de racismo e intolerancia.

Pues bien, justamente es lo que aquel señor Chávez intenta hacer en Venezuela, la noticia en cuestión mencionaba un elaborado intento de demostrar que Simón Bolívar había sido asesinado y no había muerto de tuberculosis (tal y como nos cuenta la historia), sino que había sido víctima del perverso imperialismo yanqui ya que Bolívar se perfilaba como el líder de la que hubiera sido la primera república socialista del mundo.

No, no querido lector, no es invención mía, es verdad, resulta que para Chávez, Bolívar es el primer socialista del mundo, no importan Marx ni Rosa Luxemburgo, es Bolívar el gran teórico y creador del modelo socialista en el mundo, deja de lado a todos los socialistas utópicos y pone al libertador en el pedestal que la historia jamás creó para semejante héroe universal. O sea que la constitución bolivariana no existe, las pretensiones imperiales de Bolívar nunca fueron, todas son patrañas e invenciones del imperialismo yanqui.

O sea, que al igual que el Adolfo, Chávez intenta crear la religión en la que Bolívar es el dios y él (Chávez) su sumo sacerdote.

En una ocasión, en una mesa redonda, algunos intelectuales se resintieron conmigo porque dije que la historia es escrita por los vencedores, cosa que sonó a perogrullo y a una reflexión ya en desuso, pero ahí está, acaso Chávez no intenta no solo reescribir la historia, sino reinventarse ya no solo como estadista sino como sumo sacerdote y enviado por dios (Bolívar) a redimir no solo a Venezuela sino a toda América del yugo de un imperio que cada vez es menos imperio.

La cosa funciona a nivel del populismo, funciona cuando se gobierna con cantidades obscenas de dinero para la gente de galería, funciona en tanto se aplica la fórmula del emperador romano Titus: Panem et circensis, funciona cuando los izquierdosos mediocres no logran diferenciar de un proyecto populista de rasgos fascistas de lo que debería ser un auténtico proyecto de izquierda, funciona cuando se habla de ciudadanía y se hace todo lo posible para que no nazca un proyecto ciudadano real.

Tiempos de pécoras sentados en los sillones que dejaron vacíos otros igual de pécoras que ellos, porque en América Latina hasta ahora se siente el legado del gran negociado al que dieron por llamar independencia.