martes, 30 de junio de 2009

Honduras, Chávez y cómo se puede tostar granizo

El domingo 27 nos levantamos con la noticia que en Honduras el ejército había depuesto y enviado el exilio al presidente Zelaya, basados en argumentos que la propia constitución hondureña establece, pero dentro de una práctica fuera de todo procedimiento legal. Pues sí, era volver a los golpes de gorilada de los años 60's y 70's, o tal vez en apariencia, diría yo.

Todo el día domingo me mantuve en alerta e intentando entender la lógica de un acto tan torpe, que estaba lejos de cualquier posible manejo ni de los servicios secretos gringos, pero tampoco creí capaz de semejante desatino a la oposición hondureña, considerando que apenas le faltaban unos meses a Zelaya para terminar, sin pena ni gloria, su mandato de cuatro años.

¿Quién podría salir beneficiado de semejante torpeza? ¿La oposición a Zelaya?

La respuesta rotunda es NO, los menos beneficiados con ello son los de la oposición, tomando en cuenta que el gobierno de Zelaya se había caracterizado por ser bastante mediocre y que él (Zelaya) era un poco menos que un cadáver político.

Tampoco creo que la agencia de inteligencia gringa esté detrás de los hechos, porque si fuese así sería conveniente que le sea retirada la I de inteligencia en su nombre.

¿Entonces?

Si se vuelve a ver, es Chávez y el ALBA los únicos directamente beneficiados, tanto así que podría apostar que Zelaya sería restituido en su cargo hasta el fin de esta semana.

¿Sainete?

Sí, muy elaborado, pero que permitiría resucitar a Zelaya, conseguir la reforma constitucional, la reelección y un congreso dócil, todo esto con la eliminación efectiva de comandante del comando conjunto, aquel que le molestaba como una piedra en el zapato. Elaborado por los servicios de inteligencia venezolana, usando como “bobos útiles” tanto a militares como a jueces hondureños.

Me podrán decir que estoy apelando a la teoría de la conspiración, y sí, no apelo, solo intento darle lógica a un hecho en apariencia tonto. También me dirán que soy un perro de la derecha, a lo que simplemente me reiría, ya que en política lo imposible puede ser posible, tanto que hasta se podría tostar granizo y servirlo como un delicioso canguil.

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