No he posteado en algunos días, cuestiones de trabajo no me han permitido prestarle la debida atención a este espacio, sin embargo creo que es mi deber explicar mi poca dedicación a este sitio.
He tenido muchas ideas para postear, muchas de ellas eran sobre la situación política de mi país, pero me he detenido por una cuestión de respeto y, otra para no caer en ese parroquialismo tan latinoamericano que verdaderamente me avergüenza, pero que intento cada vez más ser cosmopolita y olvidarme que mi entorno no es el de los demás.
El mundillo del arte no deja de ser exactamente eso, un espacio pequeño, díscolo y absolutamente parroquiano, nadie se pondrá de acuerdo con absolutamente nada ya que cada uno defiende su posición (preñada de intereses personales) que es inamovible, pero de alguna manera es comprensible por parte de los artistas, total ellos son los hacedores del arte y que existan intereses cruzados es muy normal y hasta obvio, pero que los “curators” se la tomen a pecho y que tengan posiciones mezquinas eso es inadmisible.
En verdad no me gusta el terminejo “curador”, me parece más apropiado el de “comisario de muestra”, o sea quien da un orden, establece un guión para una muestra museable o no, pero la coherencia es necesaria y ante todo en el arte aquella necesidad se hace imperiosa. Cosa extremadamente difícil, compleja y a ratos casi imposible en un medio latinoamericano como es el nuestro, atravesado por amiguismo miserables, intereses económicos obscenos, corrupción cotidiana de la peor ralea, sin embargo, ahí estamos en la brega, intentando hacer, esperando que la miseria (humana) cambie y tengamos un rostro más mundano que la estrechez abyecta de nuestra cotidianidad.
En Quito se ha convocado a una muestra llamada “30 años del otro arte” y obviamente se ha alborotado el gallinero, se ha empezado a cuestionar (con absoluta razón) que es ese nombre; ¿cuál es el uno para que exista el otro arte? Pregunta justificada en lo absoluto, que por mi parte no ha provocado sino una sonrisa cargada de mucha sorna, pero de mueca no ha pasado porque creo que el problema no radica en el nombre, sino que éste no es más que el síntoma de lo que está en verdad por detrás, que el concepto es precario y que es por ahí donde deberíamos comenzar a cuestionar, y deberíamos cuestionarlo no para pararlo sino para que la muestra llegue a buen puerto y tenga no solo buena calidad, sino que ésta sea exquisita.
Sí, se ha dicho que está en evidencia criterios de la pelea pasada, y creo que es verdad aquello, pero lo que es también cierto es que los “curators” erigidos a si mismos en críticos (figuras absolutamente diferentes y que no deben mezclarse) adolecen de algo que me atrevería a decir que es un tipo de “ignorancia ilustrada” atrevida y arrogante. Digo “ignorancia ilustrada” porque aquellos hacen gala de una “citología” descontextualizada , que convenientemente usada puede justificar absolutamente todo, pero con una carencia total de fundamento filosófico, casi como aquellos vendedores de plumas de los mercados de antaño.
Alguien por ahí ya ha levantado polvareda porque no le permiten tomar el poder de una parte de aquella muestra, porque según su criterio ella debería presentar un “dossier” de videos de diferentes autores y que están afiliados al archivo que ella maneja, cosa ridícula por no decir otra cosa, pero que deja ver el juego de poder de los intereses que comienzan a aparecer en la construcción de una muestra que ni siquiera todavía ha tomado cuerpo.
Sí, es un problema de la pelea pasada anacrónica y obtusa frente a la nueva llena de “curators” dueños de la verdad y con intereses evidentes, arrogantes y que hacen gala de la “ignorancia ilustrada” más reaccionaria.
He tenido muchas ideas para postear, muchas de ellas eran sobre la situación política de mi país, pero me he detenido por una cuestión de respeto y, otra para no caer en ese parroquialismo tan latinoamericano que verdaderamente me avergüenza, pero que intento cada vez más ser cosmopolita y olvidarme que mi entorno no es el de los demás.
El mundillo del arte no deja de ser exactamente eso, un espacio pequeño, díscolo y absolutamente parroquiano, nadie se pondrá de acuerdo con absolutamente nada ya que cada uno defiende su posición (preñada de intereses personales) que es inamovible, pero de alguna manera es comprensible por parte de los artistas, total ellos son los hacedores del arte y que existan intereses cruzados es muy normal y hasta obvio, pero que los “curators” se la tomen a pecho y que tengan posiciones mezquinas eso es inadmisible.
En verdad no me gusta el terminejo “curador”, me parece más apropiado el de “comisario de muestra”, o sea quien da un orden, establece un guión para una muestra museable o no, pero la coherencia es necesaria y ante todo en el arte aquella necesidad se hace imperiosa. Cosa extremadamente difícil, compleja y a ratos casi imposible en un medio latinoamericano como es el nuestro, atravesado por amiguismo miserables, intereses económicos obscenos, corrupción cotidiana de la peor ralea, sin embargo, ahí estamos en la brega, intentando hacer, esperando que la miseria (humana) cambie y tengamos un rostro más mundano que la estrechez abyecta de nuestra cotidianidad.
En Quito se ha convocado a una muestra llamada “30 años del otro arte” y obviamente se ha alborotado el gallinero, se ha empezado a cuestionar (con absoluta razón) que es ese nombre; ¿cuál es el uno para que exista el otro arte? Pregunta justificada en lo absoluto, que por mi parte no ha provocado sino una sonrisa cargada de mucha sorna, pero de mueca no ha pasado porque creo que el problema no radica en el nombre, sino que éste no es más que el síntoma de lo que está en verdad por detrás, que el concepto es precario y que es por ahí donde deberíamos comenzar a cuestionar, y deberíamos cuestionarlo no para pararlo sino para que la muestra llegue a buen puerto y tenga no solo buena calidad, sino que ésta sea exquisita.
Sí, se ha dicho que está en evidencia criterios de la pelea pasada, y creo que es verdad aquello, pero lo que es también cierto es que los “curators” erigidos a si mismos en críticos (figuras absolutamente diferentes y que no deben mezclarse) adolecen de algo que me atrevería a decir que es un tipo de “ignorancia ilustrada” atrevida y arrogante. Digo “ignorancia ilustrada” porque aquellos hacen gala de una “citología” descontextualizada , que convenientemente usada puede justificar absolutamente todo, pero con una carencia total de fundamento filosófico, casi como aquellos vendedores de plumas de los mercados de antaño.
Alguien por ahí ya ha levantado polvareda porque no le permiten tomar el poder de una parte de aquella muestra, porque según su criterio ella debería presentar un “dossier” de videos de diferentes autores y que están afiliados al archivo que ella maneja, cosa ridícula por no decir otra cosa, pero que deja ver el juego de poder de los intereses que comienzan a aparecer en la construcción de una muestra que ni siquiera todavía ha tomado cuerpo.
Sí, es un problema de la pelea pasada anacrónica y obtusa frente a la nueva llena de “curators” dueños de la verdad y con intereses evidentes, arrogantes y que hacen gala de la “ignorancia ilustrada” más reaccionaria.
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