domingo, 7 de febrero de 2010

la envidia que a uno le corroe

Una bitácora se sostiene cuando uno tiene cosas que contar a los demás, cosas relevantes que podrían enriquecer a los otros, sin embargo, en este período bastante largo no solo que no ha habido nada que compartir, sino que ha sido un momento crucial en mi vida y he debido tomar decisiones radicales que afectarán los pocos próximos años que de seguro me quedan.

Aparte de la fotografía, la música, el cine experimental, la informática y otras vainas más que me atraen y consumen mi cotidiano, la poesía (solo como consumidor) llena un espacio fundamental y no es la poesía como la entendemos sino aquella que lleva el contenido poético.

60 años atrás alguien empezó una de las más hermosas tradiciones, cada 19 de enero este personaje anónimo depositaba sobre la tumba de Edgar Allan Poe media botella de cognac y tres rosas, sin embargo, este año ha sido la excepción, a pesar de la espera nunca apareció el bello presente sobre la tumba del maestro.

Preguntas van y otras tantas vienen, han aparecido especulaciones, algunas aseguran que el cómplice de Poe habría muerto, otras apuntan a que la tradición hubiera estado marcada hasta que se cumplieran 200 años del nacimiento del escritor. No importa, la verdad no importa para nada, lo que impera es el sentido poético del brindis cómplice frente a una pequeña chimenea y en silencio acompañado por los textos del escritor.

La posta ha sido tomada, una chica de Baltimore ha depositado este año el hermoso presente ante la tumba, ojalá la tradición continúe por mucho más tiempo.

Cuando leí la noticia, he de confesar, sentí una profunda envidia.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Feliz cumpleaños, gato que fuma.

el gato que fuma dijo...

Grazie