Hace unos día recibí un mensaje electrónico que tenía como título algo inquietante: “¿sabes algo sobre KAOS?”, obviamente mi memoria conectó con el súper agente 86 (Maxwell Smart) pero equivocado estuve, cuando correos van y otros vienen empecé a entender de qué rayos se trataba el asunto.
“Siembra vientos y cosecha tempestades” decían los viejos, palabras huecas para cuando uno es adolescente, pero que al pasar de los años se vuelven sabias y se imponen de manera dramática en algunas situaciones. Sí, desde que a algunos se les metió en la cabeza la calificación de qué es posmoderno y qué no lo es, calificando auténtica basura como arte, sustentando que aquello sí es arte contemporáneo con argumentos teóricos pobres y de dudosa autoría. Argumentando todo como si hubiera la necesidad fáctica de ser posmoderno, de pasar la medida base del posmodernómetro que sólo unos cuantos entendidos habían adquirido en alguna universidad o college (doxa est sapientia), argumentos fácilmente rebatibles desde el punto de vista filosófico, justamente porque se supone que la posmodernidad es sumamente difusa, ecléctica y carece de absolutez, así que los argumentos de aquellos caen estrepitosamente, pero bueno, no es asunto de este artículo.
Entregar premios y exposiciones a verdaderas basuras, ejemplo: los cartones sucios, los espejitos pintados, etc, etc; argumentando que eso “problematiza” esto o aquello. Se ha llegado a extremos de usar graciosamente el terminejo tanto que la francesa Claire Luna adujo que una obra problematizaba el jardín francés, donde cabe la pregunta ¿necesita el jardín francés ser problematizado?, y si es así ¿lo logra?. En fin. Ya decía Baudrillard que estos son tiempos de simulacro, y que el arte no es ajeno a esto, más bien es absolutamente sintomático.
Confusión claramente observable en la muestra “En Construcción” de la FLACSO. Basta que sea confuso, malo y de manufactura mediocre para que sea considerado contemporáneo.
Pero bueno, resulta que KAOS es un grupo de gente excluida del Salón de El Comercio, resentido y tal vez con razón, y voy a argumentar por qué tal vez tienen razón.
La reflexión que hacen los jóvenes de KAOS es muy simple: “si lo contemporáneo es mierda, ¿por qué mi mierda no es arte, si apesta igual?”
He podido ver clandestinamente las obras seleccionadas para el salón de El Comercio, y me vino una reflexión inmediata: “si esto es lo mostrable, cómo será lo que no lo es”.
Si nos basamos en esto, KAOS tiene absoluta razón, ¿por qué su mierda no es arte, si es tan mierda como la otra?.
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