sábado, 2 de abril de 2016

el creyente

“El creyente”, la historia de un joven judío jasídico pero nazi. ¿Contradicción?, no, ninguna.

Esa es la historia de un joven judío jasídico, hijo de un rabino que decide convertirse en nazi y patear así a otros judíos, historia plasmada en la película “El creyente” (The Believer) dirigida por Henry Bean.

Tal vez el nazismo sea la expresión más radical y aberrante de la intolerancia, es por esta razón que ha servido de muletilla para describir todo aquello que no se ajusta a nuestra visión, y sí, el nazismo es la expresión racista e intolerante del fascismo y el fascismo no es otra cosa sino el modelo corporativista de estado, o como repetiría una y otra y otra vez Benito Mussolini: “todo dentro del Estado, nada fuera de él”

Pero no vamos a hablar de fascistas o nazis, no, vamos a hablar del creyente, aquella persona que cree ciegamente en una idea, sea esta religiosa, política, o simplemente una forma determinada de ver la vida, el creyente de una idea como tal.

El creyente no cuestiona, toma como verdad definitiva lo que alguien en su momento dijo, no revisa, no mira a su alrededor y muestras de ello tenemos suficientes, podríamos empezar por el marxismo y sus seguidores, pasaríamos luego a los fascistas, luego vendrían los adoradores del dios dinero, o sea quienes creen en el capitalismo como idea final y perfecta, la llegada al fin de los tiempos y del pensamiento económico.

Partamos de una premisa fundamental: el creyente siempre estará en error, justamente por su postura irreflexiva, aunque sus postulados fuesen correctos, el creyente per se estaría en permanente error, su mirada irreflexiva es completamente reaccionaria y no permitiría por tanto el sano y necesario desarrollo del pensamiento.

Cualquier forma de pensamiento humano llevaría por tanto a derivaciones aberrantes, a lecturas torpes y maniqueas de cualquier postulado que algún pensador hubiese manifestado.

Así tenemos que fruto del pensamiento de Karl Marx la humanidad tuvo que soportar al estalinismo y su manifestación no solo reaccionaria sino criminal, o quizás que el fascismo nació del seno del pensamiento socialista y se transformó justamente en la versión de derechas del socialismo, con sus derivaciones criminales y racistas, como lo habíamos manifestado líneas atrás.

No se diga el cristianismo que no solo cooptó el pensamiento libertario del Cristo crucificado y se transformó en la herramienta más atroz de sometimiento que la cultura occidental hubiese inventado.

Y por ahí va el meollo de este artículo, el pensamiento es invención, una invención tan humana como su autor, llena de errores y sesgos, nada es definitivo, es por esa razón que la filosofía es dinámica, no toma asiento y está en permanente evolución, los postulados de ayer deben ser rebatidos hoy y los de hoy deberán ser rebatidos mañana y así, y así.

En esa medida tal vez el pensamiento de Marx han tenido un relativo éxito, un relativo éxito en tanto no solo ha generado seguidores ciegos y siniestros, sino que al mismo tiempo ha dado paso a un pensamiento que toma sus postulados y deja su praxis de lado, este pensamiento marxiano fue el que ha dado paso paso a otras corrientes del pensamiento como el estructuralismo o la Escuela de Fráncfort.

Tiempos complejos los que vivimos, la inmediatez, la alienación del trabajo y su derivada ideológica “el éxito” han provocado que la gente consuma pastillas, ya no pastillas con efectos medicinales, sino pastillas de pensamiento, se extrae frases, las descontextualizan y luego se las vuelve a envasar en forma de meme.

Malos tiempos tiempos digo porque hemos sido testigos los últimos nueve años de esto mismo, el modelo del creyente tomó asiento por estas tierras, un creyente, tan creyente como ser un boy scout que es la versión más aberrante y cínica de la manipulación ideológica de niños, de allí no puede salir más que creyentes, verdades, ninguna pregunta.

El creyente no cuestiona, simplemente cree, cree en “la verdad”, no la discute, no le busca las costuras, es así y ya.

El creyente sigue órdenes, disposiciones, muerde por orden, finge por orden, carece por completo de voluntad, no necesita pensar porque para aquello hay gente que lo hace por él.

La manera de concebir la política suele ser bastante torpe, solemos quedarnos en la epidermis, “él dijo, él hizo, él insulta”. Sí, pero no deja de ser epidérmico, el verdadero problema siempre estará detrás e intacto porque no nos fijamos siquiera en él.

Siempre dije que Correa parte de premisas correctas, por ejemplo aquella de que la prensa miente. Claro, y tiene razón, esa es una verdad que no fue su descubrimiento, es algo que siempre supimos, entonces cual San Jorge entra en santa lucha contra el monstruo, no para liberarnos de él, sino para crear uno más grande pero a su servicio, entonces una vez que el nuevo monstruo exista ya la prensa no será la mentirosa, seremos todos nosotros porque no adoramos a su monstruo.

Sin embargo nos quedamos en una pelea estéril, anodina podría decirse, porque hemos permitido que los monstruos sirvientes proliferen cual hongos tras una tormenta, seguimos el guion que alguien impone y seguimos discutiendo la forma y no el fondo, seguimos alucinados por el permanente acto de malabarismo y despotricamos no contra el malabarista, sino contra el acto de malabarismo en si.

¿Por qué lo hacemos?

Porque somos creyentes, somos creyentes de alguna causa, de algún motivo, sin detenernos a pensar siquiera si esa causa es la nuestra o no.

Esa, considero yo, es una herencia que la arrastramos desde la colonia, no nos hemos liberado y ni siquiera nos percatamos de nuestra verdadera condición de vasallos coloniales.

Nada, nada de lo que ha implementado este modelo fascistoide será desmontado, nada será desmontado porque quien viniere, sea del color que fuere, verá la utilidad de los mecanismos de control que se implementaron. El malabarismo tampoco desaparecerá, perdurará por muchas décadas más, ha demostrado ser eficaz y nadie desmontará tampoco ese modelo de construir lo político, porque la política se desmontó hace tiempo y nadie lo vio.

La disyuntiva nunca será mercado versus socialismo, no lo será porque el socialismo ni siquiera apareció, no existe tal disyuntiva, aquella solo existe y persiste desde el imaginario del pensamiento de la ultra derecha, aquella misógina, racista y clasista, no existe porque el modelo correísta es reaccionario y por tanto absolutamente funcional para la derecha.

He llegado a un punto de mi vida en que prefiero escribir, ver lo que sucede y reflexionar, ya no me involucro en discusiones bizantinas, porque mis “contertulios” siempre tendrán la razón y ahora yo parto de esa premisa, parto desde la premisa de mi permanente y persistente error, porque no soy creyente.

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