jueves, 11 de marzo de 2010

lo injusto como cultura oficial

Y bien, si analizamos convenientemente, al capitalismo poco le importa el quehacer cultural, a menos que este pudiere dar réditos económicos lo suficientemente atractivos.

Pero no es admisible que el arte, o en este caso la literatura, sigan postergados después de tan cacareada revolución y tanta denostación del capitalismo perverso, considerando que en nuestro país, el ciudadano de a pie no tiene idea siquiera de cuales son las figuras literarias más importantes.

Si hacemos una encuesta podremos ver con pasmosa claridad que casi nadie sabe quién fue y qué representa Pablo Palacio, no solo para la literatura sino para el país entero.

Es vergonzoso saber que el economista Correa ofrece como regalo un libro de fotografía de Rolf Blomberg, que si bien vivió buena parte de su vida en Ecuador, fue un etnógrafo sueco y que su visión es la de tal, con un fuerte sesgo eurocéntrico, sin embargo, ya dirán que yo estoy insinuando algo a favor de mi padre (Hugo Cifuentes Navarro), aunque estaría en mi legítimo derecho de hacerlo, pero no, estoy abogando por la máxima figura de la literatura nacional, Pablo Palacio.

Pues bien, hace ya un buen tiempo, más de un año, tuve una conversación un tanto agria (normal en mi caso) con el viceministro de cultura, a quien le manifesté tremendo error de la cartera en la que él trabaja, a lo que manifestó: “...¡qué buena idea, Cifuentes...!”, para de ahí quedar nuevamente en el olvido y dedicarse a mediar un conflicto de tinte dictatorial en la Orquesta Sinfónica Nacional.

Supongo que habrá cosas mucho más importantes que resolver que la imagen que proyecta el propio economista en cada visita que hace al exterior, habrá situaciones mucho más importantes que hacer justicia con Palacio, supongo que los tejemanejes de la politiquería parlamentaria son muchísimo más importantes que la verdadera contrucción de la tan cacareada revolución.

1 comentario:

Anónimo dijo...

No estoy de acuerdo. Cuando Slavoj Zizek hace la definición de fascismo que citas en otro post, no usa la palabra 'poesía' en un sentido ornamental. No. Está hablando de los 'literatos', del 'arte' como parte de ese grupo de iluminados que creen tener en sus manos la misión de sacar a las masas de su ignorancia, y nada más aterrador que eso. Caso contrario, hay que asesinarlas. ¿Acaso Hitler no amaba a Wagner? Luego, Zizek dirá: "Detrás de cada limpieza étnica hay un poeta", y yo estoy con él: cuando hablamos de la importancia 'nacional' de un escritor, le damos un poder insospechado, ¿cuál? el de configurar una nación -esa de la 'patria tierra sagrada', por ejemplo, con todo y sus mitos incuestionables -Alfaro, por ejemplo. ¿Acaso no pensaba a la nación argentina el poeta Lugones -un fascista- o, el mismo Martí a Cuba, a pesar de padecer esa nostalgia característica de la modernidad? Palacio es lo que es precisamente por no ser nacional. Esa fue, además, la razón de ser de Borges, que ha terminado, a su pesar,siendo el más argentino de los escritores argentinos. Menos mal y a esta revolución ciudadana, encantadora de serpientes, no le ha dado por nombrar a Palacio como la máxima figura de la literatura nacional. Sería clavarle en la frente la bandera de la patria. Palacio se burlaría de todos ellos, de hecho, ya lo hizo en 'Vida del ahorcado': él sabía que los estados nacionales, finalmente, son un chiste (¿por qué si no llamaría a 'nuestro poeta más universal', a Carrera Andrade, : 'poeta zanahorio y hortalizo'?)
Si te fijas, esta revolución ya tiene un 'poeta nacional': está sentado en el ministerio de defensa...