jueves, 9 de octubre de 2008

Fernando Pessoa

186

¡Ojalá quisieran los dioses, corazón mío y triste, que el Destino tuviese un sentido! ¡Ojalá quisiera, antes, el Destino que los dioses lo tuviesen!

Siento a veces, despertándome en la noche, manos invisibles que tejen mi suerte.

Yacer es para mí la vida. Nada de mí interrumpe nada.

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