186
¡Ojalá quisieran los dioses, corazón mío y triste, que el Destino tuviese un sentido! ¡Ojalá quisiera, antes, el Destino que los dioses lo tuviesen!
Siento a veces, despertándome en la noche, manos invisibles que tejen mi suerte.
Yacer es para mí la vida. Nada de mí interrumpe nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario