Cuando yo era niño consumía la propaganda de nuestra parte del mundo respecto al menosprecio de la contraparte antagónica, sin embargo tenía cierta admiración por los logros soviéticos, y como buen niño y adolescente había deificado a la potencia y a sus héroes, me transformé en un pequeño cabezón irreverente y con la cuadratura propia de la edad.
Años después el muro cae y comienzo a ver que el paraíso no era tal, que sus grandes logros eran opacados por los excesos ideológicos del sistema, que la intolerancia y ubicuidad del partido eran deleznables al extremo, que el pensamiento único y absoluto eran lo peor que pudiera pasarle al ser humano, me volví un ser extremadamente crítico respecto al “socialismo” hasta casi sentir repugnancia cuando escuchaba el término. Han pasado años y mi repugnancia es mayor que ayer, pero ahora tengo muchos más ingredientes teóricos que ayer, he leído mucho más y ya no creo ni rechazo la propaganda oficial (venga de donde viniere).
Sin embargo, siento cierto orgullo cuando leo sobre algunos logros de los soviéticos y como resolvieron los más grandes problemas con las respuestas más simples y casi obvias, un ejemplo digno de ser tomado en cuenta es la tecnología espacial, mientras los Estados Unidos invertían ingentes cantidades de dinero en investigación sobre aislantes de calor para el reingreso de las naves, los soviéticos resolvieron aquello de la forma más simple, barata y eficiente, usaron corcho. Las naves soyuz siguen usando láminas de corcho como aislantes térmicos de reingreso, y esa tecnología ha demostrado su eficacia y fiabilidad. Otro ejemplo es el lápiz como solución de escritura en condiciones de gravedad cero, mientras los estadounidenses nunca lograron que su esferográfico espacial tuviera éxito, sin embargo Estados Unidos invirtió algunos millones en la investigación y desarrollo del artefacto.
Los tiempos han cambiado, ya no se menosprecia los logros tecnológicos del ex-adversario, ahora incluso se intenta copiar algunos de ellos. Me llamó la atención hace algunos años cuando leí un artículo en la revista “La Ciencia en la URSS” sobre el EKRANOPLANO, una especie de combinación entre avión y barco, un barco que vuela o un avión que navega, depende de como se quiera ver.
El ekranoplano vuela a unos pocos metros sobre el nivel del mar, casi se puede decir que se desliza sobre las olas del mar, para volar utilizan el efecto suelo, a diferencia de los aviones convencionales que se benefician de una aspiración hacia arriba por efecto de la sustentación, los ekranoplanos utilizan para volar la sobrepresión que se produce delante y debajo de sus alas, que forma un colchón de aire que asegura una cierta sustentación del aparato.
El ekranoplano fue una solución en tiempos de la guerra fría para el transporte rápido de tropas en el mar Caspio, fue un logro del ingeniero Rotislav Alexeiev.
Hoy en día la empresa norteamericana Boeing está trabajando en un prototipo de un gran transporte de tropas del tamaño del An-225 pero ekranoplano. Están estudiando este medio de transporte porque es eficiente, de bajo consumo de combustible y puede llegar a tener una autonomía casi global.
Todo depende del cristal con el que se mire, en los años de la guerra fría la propaganda gringa se reía de la tecnología soviética y cacareaban su supuesta superioridad.
Ahora nos admiramos de los avances en electromecánica, tecnología espacial, y el sorprendente interés por el estudio de la telekinesis.
1 comentario:
¡Tremendo aparato!
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