jueves, 7 de junio de 2018

Cartier-Bresson vs. Weston y Adams.

Ansel Adams
“El mundo se está cayendo a pedazos y todo lo que Adams y Weston fotografían son piedras y árboles”. Esta es una frase aparentemente demoledora en la que supuestamente Henri Cartier-Bresson desacredita el trabajo de Ansel Adams y Edward Weston.

Sentado frente a una taza de café y frente a un amigo recordé esta famosa polémica, se la comenté a mi camarada, -para que veas-, dije, - que hasta Cartier-Bresson solía hacer amistades como yo-.
Edward Weston
Quedó apenas como una anécdota, sin embargo esta idea la venía moliendo desde hace algún tiempo atrás, quería tal vez provocar la polémica que lleva conlleva, pero mi amigo no se inmutó.


Entre las cosas que había estado moliendo estaba la de tomar partido por cualquiera de los dos bandos sería un error imperdonable, las declaraciones del maestro francés no son otra cosa sino el síntoma de una guerra que se viene desarrollando de manera soterrada desde la invención misma de la fotografía. Sin embargo, cabe resaltar que Cartier-Bresson no se dirige a Adams y Weston como fotógrafos, sino lo hace a dos colegas artistas. Obviamente quería patear el tablero, esa era su intención a mi parecer.

Creo que la intención real encerraba una pregunta fundamental: ¿es la fotografía arte per se?

No, no lo es, tanto no lo es como tampoco lo son el dibujo o el tallado o modelado, por tanto hacer fotografía no transforma a nadie en artista de manera automática, pues artista es quien hace arte a través de diferentes manifestaciones, entra ellas la fotografía, el dibujo o la pintura, por ejemplo.

Cartier-Bresson no era un fotógrafo en estado puro, era un artista con un acervo como pintor de gran factura.

La declaración polémica pone de manifiesto un conflicto que viene arrastrándose hasta hoy, pero que tampoco inicio ahí sino que solamente se evidenció una de las contradicciones propias de la fotografía.
Henri Cartier-Bresson
El arte hace uso de la metáfora, es su herramienta capital, tal vez allí es en donde se encuentran las fotografía del francés como la de los norteamericanos, sin embargo el uso de la metáfora lo hicieron por vías distintas. Cartier-Bresson partió de la fotografía documental y a partir de allí con un quiebre muy delicado y casi imperceptible estableció metáforas para contarnos historias distintas a la realidad de la que había partido; en cambio los norteamericanos usaron a la naturaleza y el paisaje para establecer metáforas, tal vez un camino menos complicado que el escogido por el francés, pero no por eso ausente de riesgos de lenguaje.

Cartier-Bresson a pesar de no haber sido un fotorreportero (en su acepción pura), pues su trabajo sí se inclinó hacia el periodismo, pero no por ese motivo puso al fotoperiodismo en el museo, sino que usó al fotoperiodismo para adentrarse en el arte, no así con  Adams y Weston quienes desde un inicio tuvieron la intención de hacer arte y obviamente que lo hicieron.

Posiblemente la respuesta, sin querer, nos la han dado el recién desparecido Zygmunt Bauman y el famosísimo fotógrafo brasileño Sebastião Salgado. Lo que Salgado llamaba “imagen”, Bauman nos advertía de la “modernidad líquida” y entre sus manifestaciones líquidas estaba la imagen.

Cartier-Bresson a mi parecer arremete contra Adams y Weston dada su preocupación de que el paisaje como medio de expresión podría llevar a la imagen líquida, edulcorada, carente de propuesta, como suele ocurrir con muchísima frecuencia. Pienso que por ahí iban los tiros, pero que no supo manifestar de manera conveniente el verdadero problema, ya que su inquietud iba dirigida hacia el arte y no a la fotografía llana tal cual.

Si por ahí iba el meollo de todo, Cartier-Bresson tenía algo de razón, la realidad sobrecogedora aleja de la posibilidad perniciosa de edulcorar la imagen, puedes jugar a ser escritor de una manera más eficiente pero también más descarnada, pero se olvidaba de que Adams y Weston no eran ningunos improvisados y que de hecho ellos de seguro habrán visto las piedras en el camino.
Sebastiao Salgado
Los detractores de Sebastião Salgado le achacan que hace una estética del desastre, es decir, que de los horrores Salgado puede obtener fotos estéticamente bellas, obviamente sus opositores sostienen que el horror debe mostrarse horrorosamente, porque si la realidad es fea hay que mostrarla feamente, manteniendo la naturaleza de la fotografía documental, o sea mostrar la realidad tal cual es.

¿Por ahí van los tiros de Cartier-Bresson?

Creo que no, porque si el maestro francés estuviera vivo se reiría de los argumentos en contra de Salgado, ya que el brasileño no falsea la realidad en ningún momento, los horrores los transforma en algo no tan repulsivo, digo “no tan” porque sí que provocan dolor y en momentos hasta vértigo.

¿Entonces cuál es el camino que debería tomar la fotografía en momentos de la posfotografía, debería perseguir la realidad objetiva?

Personalmente pienso que aquello de la realidad objetiva no es otra cosa que un argumento que persigue el periodismo, en este caso el fotoperiodismo, que no es lo mismo que la fotografía per se, porque no hay una, hay un universo de fotografías y solemos hablar de ellas como si fueran una sola, pero el error que encuentro es que la urgencia frente a la realidad objetiva es una inquietud vana, ya que esos no serían ya las necesidades de la o las fotografías, sino que se habrían quedado en el plano de la imagen, y sobre eso deberíamos comenzar a reflexionar, ¿dónde está el límite entre imagen y fotografía?

¿Qué hace, de qué está hecha la naturaleza de la una y la otra?

Tal vez la respuesta es que la una está preñada de metáfora y la otra no, y a mi parecer ese es el verdadero meollo en que Cartier-Bresson proponía establecer metáforas sobre la realidad social, tal y como él venía proponiendo desde hacía bastante tiempo.

Pero ante todo cabe resaltar que el francés no hablaba por hablar, ni tampoco desde una posición de odio, sino desde la confrontación del pensamiento de un grande hacia el pensamiento de otros tan grandes como él.

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