miércoles, 30 de marzo de 2016

representación y autorrepresentación

Diane Arbus

“La masificación actual de la fotografía”, he oído decir más de una vez. Lamento discrepar con ese criterio, la fotografía no se ha masificado recientemente, ese es el legado de George Eastman (el creador de la marca Kodak), más a pesar de no estar de acuerdo con el postulado, he de reconocer que la fotografía es un acto de masas. Sí, es un acto, no hay persona que no haya tomado al menos una fotografía en el mundo, creo que hasta el más escondido de los bosquimanos lo ha hecho, sin embargo tampoco eso viene al caso discutir, habrá tal vez un pequeñísimo grupo de personas que no lo ha hecho y matemáticamente eso es posible tal como la aseveración.

La fotografía fue inventada para reproducir la realidad objetiva de la manera más fiel, eliminando el sesgo del artista, hasta su invención papel que correspondía al pintor o dibujante, poseedor de una manera de observar, concebir al mundo, cosa que debería acabar y que cuyo papel se lo dio a la tecnología a través de una máquina.

Alberto García Alix
Pero al mismo tiempo detrás de toda esta tecnología debería haber un operador, alguien que controlara esas máquinas que hacían a la perfección todo lo que el hombre quisiera, un operador que decidiera qué y cuándo obturar. Ese operador, al que se le dio a llamar “fotógrafo”, no pudo resistirse a la idea de mirarse a si mismo y como en toda expresión gráfica aparece la autorrepresentación, se repetiría así la más antigua tradición gráfica.

La fotografía desde su invención ha vivido en el conflicto de ser considerada tecnología y portadora de la representación fiel de la realidad y la acción de un operador humano detrás del visor de la cámara.

Pronto cada uno de los hacedores comenzó a imprimir su propia visión, su estilo, su manera de hacer las cosas, las diferentes posiciones filosóficas comenzaron a imprimir su sello, entre ellas está la famosa discusión de Ansel Adams con Henri Cartier-Bresson sobre sus opuestas formas de concebir la fotografía.

¿Por qué puede un medio tecnológico y de representación de la realidad levantar tanta polémica?

¿Acaso eso no habrá sucedido cuando se inventó la escritura y con ella la posibilidad infinita de contar historias cada quien a su manera?

Tal vez no porque la escritura siempre tuvo ese halo de no ser el testigo fiel de la realidad, sino todo lo contrario, la escritura apareció como un recurso para liberar a la mente de tanta información, para que ésta pudiera dedicar a otros menesteres como pensar, no así la fotografía cuya invención estuvo dedicada al sueño primigenio del ser humano de la inmortalidad y con ella la captura de la realidad.

La invención de la fotografía tuvo una importancia cercana a la de la invención de la rueda o al descubrimiento del fuego, nuestra cotidianidad tan atiborrada de imágenes no nos hace pensar en semejante importancia, pero fue con la fotografía que la humanidad realiza uno de los dos sueños de la humanidad: la inmortalidad. Sí, la fotografía logra vencer a la corrupción del tiempo, a la fragilidad de la carne y detiene un fragmento de tiempo en un soporte fotosensible, de esa manera cualquiera de nosotros podemos saber como era la abuela, admirar la vida en su mirada y no verla como a una venerable anciana sino como a una mujer.

Yousuf Karsh
Esta cadena aparentemente indestructible mantuvo a la fotografía como el registro fiel de la realidad, por tanto como el instrumento perfecto del periodismo, el testimonio de que así fue porque allí se estuvo y por tanto el documento ineludible de la veracidad más dura y cruel, tanto ha sido así que hasta hoy nadie puede negar la veracidad de la prueba fotográfica.

Sin embargo la fotografía si bien no es registro de la realidad objetiva, pero su naturaleza paradójicamente nos siegue obligando a pensar de esa manera, la fotografía es mecánicamente el instrumento ad hoc de la autorrepresentación, es decir, si puede reproducir la realidad, ¿por qué no podría representar a su operador?. Obviamente que sí.

Sin embargo, en mi opinión, la fotografía no solamente que evade la realidad objetiva, sino que sin que su operador se mire al espejo puede representarse a si mismo, su mirada no solamente que tendrá la impronta de un estilo o una firma compositiva, sino que tendrá la posibilidad de transmitir muchas cosas más, entre ellas la posición que su operador pueda tener frente al mundo.

La fotografía es el medio posmoderno por excelencia (según la concepción de Gilles Lipovetsky), todo ya ha sido fotografiado, sin embargo todo está por ser dicho, esta aparente contradicción es solamente eso, la propia naturaleza exige que la toma de postura de todo cuando operador esta tuviere tenga que tomar posición, lo que exponencialmente las posibilidades se transformarían en infinitas.

Nick Ut
Sin embargo, la fotografía no es agente de transformación alguna, la fotografía no provocará ninguna revolución, aunque a partir de ella se pueda despertar denuncias terribles, la fotografía sería un elemento de resistencia, mostraría su naturaleza y ella se aliaría con la inconformidad, algo así como el instrumento fundamental para el “ethos barroco” de Bolívar Echeverría.

Todo esto sería posible siempre y cuando su operador tomara postura, liberara a la fotografía de su karma de instrumento de registro de la realidad, la fotografía será libre en tanto su operador sea libre, y para ello deberá liberarla de las cadenas que arrastra desde su invención.

¿Lo logra?

Evidentemente sí, lo conseguirá en tanto su operador busque sin vergüenza su autorrepresentación.

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