domingo, 27 de septiembre de 2015

sonata para un amigo muerto

En memoria de mi amigo Iván Garcés

Conocí a Iván Garcés en el colegio, había migrado del Colegio Americano al Mejía, un colegio de raigambre más popular para ese entonces, fue en el patio cuando cruzamos conversación por primera vez, ni él ni yo nos habíamos puesto a conversar sobre fotografía para ese entonces, aunque ya estábamos picados por el bicho que más tarde nos reuniría.

Iván fue un creyente de izquierda, así como lo fui yo, fuimos camaradas aunque mi desencanto llegó mucho antes que el de él, fue la fotografía las que nos unió definitivamente y nos volvimos a encontrar más de una vez ya con un tema más humano que compartir.

Suelo ser un amigo lejano de mis amigos, busco verlos poco, es mi forma de ser y con Iván no fue la excepción, sin embargo nuestros encuentros nos llevaban a conversaciones tan extensas que sin problema se extendían hasta el amanecer, en una ocasión nos encontramos en la calle y fue tal la felicidad de nuestro encuentro que lo cité en el mismo lugar para una hora más tarde hasta que yo pudiera realizar una gestión que debía hacer. Fue así, al regreso Iván estaba en el mismo lugar esperándome, nuestro encuentro nos llevo desde las once de la mañana hasta las cinco de la mañana del día siguiente, fue como si quisiéramos igualarnos la vida entera, como si de un licor se tratara y que debíamos tomarlo de un solo bocado.

Soy un amigo lejano y alejado de mis amigos, suelo tomar distancia para quererlos, para extrañarlos, para al igual que con Iván encontrarnos y abrazarnos con un amor entrañable.

Iván fue el primero en partir, han sido unos días difíciles en que he guardado silencio y he escuchado música, me he reencontrado en muchas cosas y he recordado muchas conversaciones y he vuelto a sentir los sabores de la comida compartida, a los amigos se los despide con gana y con “hasta pronto” en los labios.

Iván fue uno de los personajes más importantes en la fotografía ecuatoriana, se atrevió a mirar lo que otros tuvimos temor de ver, y nos lo mostró, lo demás me lo reservo para nuestro próximo encuentro quién sabe dónde, pero por ahora saludo a mi amigo muerto como se debe saludar a un amigo y colega, con un regalo, igual como lo hicimos siempre.

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