jueves, 14 de febrero de 2008

el Pol Pot que llevamos dentro



Hace unos días leí un artículo extenso y bastante descarnado sobre Pol Pot, aquel dictador camboyano que junto a sus seguidores incondicionales exterminó nada más ni nada menos que con la cuarta parte de la población camboyana, en apenas cuatro años logró lo que a los nazis les tomó un poco más de preparación y tecnología.

El nombre real de este personaje era Saloth Sar, estudió en la Sorbona y formó la versión camboyana del Partido Comunista de Indochina. Jefe del khmer rojo, tomó el poder el 15 de abril de 1975, fecha de la caída de la capital Phnom Penh y marcada como el día cero del año cero de la nueva época.

Pol Pot colectivizó hacia una economía agraria, eliminó la moneda, cerró las escuelas y hospitales, argumentando que son formas de vida burguesa, que todas aquellas desviaciones debían desaparecer en la “Kampuchea Democrática”. El estado fue manejado por el Angkar (Partido Comunista de Camboya) y todo aquel que no fuera Pol Pot era sujeto de sospecha y posible enemigo de la revolución. Entre la colectivización forzada y la represión murió la cuarta parte de la población camboyana.

Pol Pot en sus escasas declaraciones no se arrepintió nunca de lo sucedido, argumentó que todo era necesario para cortar de raíz con la sociedad corrupta imperante en Camboya.

Supongamos que Pol Pot tenía la razón, supongamos que él proponía la verdadera sociedad honesta y el paraíso de los trabajadores, y que todo lo contrario es una desviación burguesa, supongamos que era justo. Lo que no me gusta es que alguien imponga su verdad (por única que esta fuere) a sangre y fuego.

No es justo que alguien apunte con una pistola en mi sien y ¡me obligue a ser feliz!

Todos tenemos algo de un Pol Pot dentro, todos, unos más u otros menos, pero todos jugamos a imponer nuestra forma plana de ver las cosas. Solo que algunos no nos creemos enviados por dios para redimir a los pueblos sometidos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Alguna vez vi un documental sobre la tragedia camboyana, pero nunca me detuve a pensar sobre mi misma.