lunes, 20 de agosto de 2007

Caca de vaca

Raimon Obiols (*)
Notas de Bruselas. UE, 2007

Leído el domingo en El País Semanal (Andrés Fernàndez Rubio: "El espectáculo del arte"): En Londres, "la gente hace cola en la White Club Gallery para ver el cráneo de platino con 8.601 diamantes de Damien Hirst, a la venta por 72 millones de euros". Dice Fernández Rubio que "dadas las cifras, de dinero y de personas que mueve el arte contemporáneo, se deduce que crecen los apasionados y que se estanca o retrocede la cifra de quienes denuncian su presunta estupidez". ¿Presunta? Yo no estaría tan seguro. Es espectacular el contraste entre las multitudes que visitan, con un fervor casi religioso, las grandes exposiciones dedicadas a los monstruos del arte de la primera parte del siglo XX, o del arte anterior, y la indiferencia que provoca el arte actual, que se mueve en el circuito cerrado del mercado especulativo de los multimillonarios y los hedge funds, de buena parte del poder político y de la crítica, y donde el negocio domina absolutamente. Hay una ortodoxia prescriptiva como nunca se había producido en la historia del arte: una prescrita y obligatoria uniformidad se impone en el negocio del arte global, de un provincianismo y de una sumisión totales. La "pasta" lo empasta todo, se lo come todo.
Pocos se atreven a denunciarlo. Una realidad pecuniaria de la máxima avidez y del más absoluto conformismo, sometida a los más ricos y poderosos, pasa por ser "vanguardia", por pura inercia del siglo XX y por falta de coraje crítico. Las objeciones a este estado de cosas, en efecto, son tildadas de "reaccionarias". En los últimos años, algunos (pocos) han denunciado esta situación. El filósofo Jean Baudrillard habló de "la nulidad del arte contemporáneo", un arte hecho "de banalidad, de desperdicios, de mediocridad asumida como valor e ideología". Jean Clair, que fue director del museo Picasso de París, ha hablado de una nueva estética apoyada en la repulsión, la abyección, el horror y el dégout. Kim Howells, un ministro laborista de cultura escribió a la salida de una exposición del premio Turner: "If this is the best British artists can produce then British art is lost. It is cold, mechanical, conceptual bullshit." ("Si ésto es lo mejor que los artistas británicos pueden producir, el arte británico está perdido. Eso es fría y mecánica 'caca de la vaca' conceptual". Duró muy poco en el cargo.
En febrero de 2004, los visitantes del museo Guggenheim de Bilbao pudieron admirar una pintura ("Tourbillon d'amour 1978") teóricamente ofrecida por un mecenas al Gugenheim de Nueva York. Era en realidad una superchería pegada con velcro, de un autodenominado "Anticristo del arte contemporáneo" qué quería demostrar que "cualquier cosa puede convertirse en una obra maestra si se difunde de una manera adecuada". Tiene razón Robert Hughes: "Desde el punto de vista artístico vivimos una época de mierda".Debería radicalizarse la protesta, siguiendo la consigna de Salvat-Papasseit: "Escupid en el coco pelado de los cretinos".

(*) Raimon Obiols es miembro del Parlamento europeo, del cual ha sido vicepresidente. Forma parte del grupo socialista y trabaja en las comisiones de exteriores y de cultura.

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