Debo reconocer que a veces la necesidad de postear cae bajo la amenaza de no poderlo hacer de forma conveniente, no es que no me surjan ideas buenas, lo que pasa es que a veces pienso que pudiesen ser inapropiadas, lo digo desde un punto de vista estricto y no por la mojigatería quiteñensis que tanto detesto.
Tuve la no sé todavía si mala idea de presentar mi obra "El Cuervo" a la Bienal Internacional de Cuenca, y digo que todavía no sé porque a veces me parece que sí hubiera sido una oportunidad para que los cortos experimentales que hago pudieren tener nuevos espacios de exhibición, sin embargo no fue aceptado el vídeo, no fue aceptado por cuestiones de política inapropiada, por decirlo de otra manera, no fue aceptado por divergencias ideológicas con las del régimen de turno.
No creo que el gobierno del reformismo pequeñoburgués, digo, de la Revolución Ciudadana, tenga injerencias nefastas en el espacio de la bienal, claro que no, pero de lo que sí estoy seguro es que el sesgo ideológico de la curadora fue un factor determinante para excluir a mi trabajo del evento cuencano.
Sí, no niego que tiene un planteamiento irónico frente a una figura histórica venerada por el país entero, sí, nunca he negado lo que sale producto de mi mente calenturienta y mis torcidas manos, espero no hacerlo nunca. Sin embargo, me surge la idea que ¿por qué las figuras históricas no deben ser tocadas, no deben ser cuestionadas por absolutamente nadie? La respuesta podría ser escalofriante, pero absolutamente cierta, el Estado no solo es una supra institución, sino que se superpone a la voluntad humana con todos los dejos y defectos de la religión más abyecta.
El Estado impone su propio santoral, figuras de mármol que no deberían ser tocadas por mequetrefe alguno (en este caso yo), santos y mártires tal cual la iglesia católica romana, figuras incuestionables y todo poderosas.
Sin embargo, en este caso lo que yo hice fue simplemente poner en entredicho el uso maniqueo de la imagen del Eloy Alfaro por parte del gobierno de la reforma pequeñoburguesa, digo, de la Revolución Ciudadana.
Fue tan evidente la cosa que la curadora vino a mi casa y me sugirió que cambiara la esencia de la obra, para esto aducía que era una "obra inacabada", para más adelante ya descaradamente alegar que era "contraria a la Revolución Ciudadana".
Obviamente sucedió lo que era evidente iba a pasar, no fue tomada en cuenta dentro de la selección oficial de la bienal cuencana, pero lo que sorprende es que hasta el día de hoy no he recibido notificación alguna por ningún tipo de medio, tampoco se me ha devuelto el material que entregué para la consideración del equipo curatorial.
No, no estoy resentido, he de reconocer que sí me molesta el hecho, pero no al nivel de echar mierda con aspersor, acepto tranquilamente la consideración de la curadora y el resto del equipo, no intento hacer problema de un hecho tan banal, ya está y ahí queda.
Sin embargo, es mi deber poner al descubierto lo que a mi modo de ver es sesgado por el signo ideológico (mas no político) de la curadora.
Tuve la no sé todavía si mala idea de presentar mi obra "El Cuervo" a la Bienal Internacional de Cuenca, y digo que todavía no sé porque a veces me parece que sí hubiera sido una oportunidad para que los cortos experimentales que hago pudieren tener nuevos espacios de exhibición, sin embargo no fue aceptado el vídeo, no fue aceptado por cuestiones de política inapropiada, por decirlo de otra manera, no fue aceptado por divergencias ideológicas con las del régimen de turno.
No creo que el gobierno del reformismo pequeñoburgués, digo, de la Revolución Ciudadana, tenga injerencias nefastas en el espacio de la bienal, claro que no, pero de lo que sí estoy seguro es que el sesgo ideológico de la curadora fue un factor determinante para excluir a mi trabajo del evento cuencano.
Sí, no niego que tiene un planteamiento irónico frente a una figura histórica venerada por el país entero, sí, nunca he negado lo que sale producto de mi mente calenturienta y mis torcidas manos, espero no hacerlo nunca. Sin embargo, me surge la idea que ¿por qué las figuras históricas no deben ser tocadas, no deben ser cuestionadas por absolutamente nadie? La respuesta podría ser escalofriante, pero absolutamente cierta, el Estado no solo es una supra institución, sino que se superpone a la voluntad humana con todos los dejos y defectos de la religión más abyecta.
El Estado impone su propio santoral, figuras de mármol que no deberían ser tocadas por mequetrefe alguno (en este caso yo), santos y mártires tal cual la iglesia católica romana, figuras incuestionables y todo poderosas.
Sin embargo, en este caso lo que yo hice fue simplemente poner en entredicho el uso maniqueo de la imagen del Eloy Alfaro por parte del gobierno de la reforma pequeñoburguesa, digo, de la Revolución Ciudadana.
Fue tan evidente la cosa que la curadora vino a mi casa y me sugirió que cambiara la esencia de la obra, para esto aducía que era una "obra inacabada", para más adelante ya descaradamente alegar que era "contraria a la Revolución Ciudadana".
Obviamente sucedió lo que era evidente iba a pasar, no fue tomada en cuenta dentro de la selección oficial de la bienal cuencana, pero lo que sorprende es que hasta el día de hoy no he recibido notificación alguna por ningún tipo de medio, tampoco se me ha devuelto el material que entregué para la consideración del equipo curatorial.
No, no estoy resentido, he de reconocer que sí me molesta el hecho, pero no al nivel de echar mierda con aspersor, acepto tranquilamente la consideración de la curadora y el resto del equipo, no intento hacer problema de un hecho tan banal, ya está y ahí queda.
Sin embargo, es mi deber poner al descubierto lo que a mi modo de ver es sesgado por el signo ideológico (mas no político) de la curadora.
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