sábado, 30 de junio de 2007

viernes, 29 de junio de 2007

Microsoft: "Ubuntu es perfecto" y vende más que Windows Vista en Amazon

En su sitio Microsoft Marketplace, el gigante informático tuvo durante un corto período el sistema operativo Ubuntu Linux disponible para descargas. Sorprendentemente, Microsoft calificó el software de "perfecto".

Diario Ti: Antes de que Microsoft se decidiera finalmente a borrar la página en cuestión, 10 000 personas habían descargado Ubuntu Linux. Google también alcanzó a registrar la página en su archivo histórico.

"Ubuntu es un sistema operativo desarrollado en comunidad, perfecto para computadoras portátiles, PC de escritorio y servidores. Independientemente de que lo uses en tu hogar, en la escuela o en el trabajo, la distribución Ubuntu tiene todos los programas que necesitas", se indicaba en Microsoft Marketplace.

Luego de elogiar a Linux, los autores de la página describieron equivocadamente las implicaciones de la licencia que acompaña a Ubuntu Linux. Según el gigante informático, la licencia es "gratuita" y "sin limitaciones". En realidad, la licencia GPL implica algunas limitaciones relacionadas, entre otras cosas, con las responsabilidades que asume el usuario al intercambiar el programa con terceros.

Fuente: Groklaw.

Ubuntu vende más que Windows Vista en Amazon

Porque la realidad quien mejor la expresa es a quien le da igual. Bueno, no creo que le dé mucho igual a Amazon, pero sí que refleja la realidad tal y como es. Amazon, como muchas otras tiendas web, tienen una sección en la que colocan los productos más vendidos por categorías.

La utilidad de esas listas es únicamente para los curiosos más que nada, y es que nunca mejor dicho, te encuentras muchas curiosidades. La mayor de ellas es que Ubuntu 7.04 se encuentra entre el software más vendido junto a Windows Xp, Nero y diversos programas.

Sí, lo he escrito bien, junto a Windows Xp, pero, ¿y Windows Vista? Ése es el problema, no se encuentra entre los más vendidos, pero ni de cerca; es más, se encuentra en la posición nº64, muy alejado tanto de Ubuntu como de Windows Xp.

Nadie quiere usar Windows Vista por los numerosos problemas de compatibiilidad que presentó al principio, y porque la mayoría de la gente es de la filosofía "Si me funciona, ¿para qué lo cambio?"; el caso es que seguro que la mayoría de usuarios de Windows Vista lo tienen porque les venía con su ordenador.

jueves, 28 de junio de 2007

Edipo Rey, Sófocles-Parte X

Se abren las puertas del palacio y aparece Edipo con la cara ensangrentada, andando a tientas.)

Coro: ¡Oh sufrimiento terrible de contemplar para los hombres! ¡Oh el más espantoso de todos cuantos yo me he encontrado! ¿Qué locura te ha acometido, oh infeliz? ¿Qué deidad es la que ha saltado, con salto mayor que los más largos, sobre su desgraciado destino? ¡Ay, ay, desdichado! Pero ni contemplarte puedo, a pesar de que quisiera hacerte muchas preguntas, enterarme de muchas cosas y observarte mucho tiempo. ¡Tal horror me inspiras!

Edipo: ¡Ah, ah, desgraciado de mí! ¿A qué tierra seré arrastrado, infeliz? ¿Adónde se me irá volando, en un arrebato, mi voz? ¡Ay, destino! ¡Adónde te has marchado?

Corifeo: A un desastre terrible que ni puede escucharse ni contemplarse.

Edipo: ¡Oh nube de mi oscuridad, que me aíslas, sobrevenida de indecible manera, inflexible e irremediable! ¡Ay, ay de mí de nuevo! ¡Cómo me penetran, al mismo tiempo, los pinchazos de estos aguijones y el recuerdo de mis males!

Corifeo: No tiene nada de extraño que en estos sufrimientos te lamentes y soportes males dobles.

Edipo: ¡Oh amigo!, tú eres aún mi fiel servidor, pues todavía te encargas de cuidarme en mi ceguera. ¡Uy, uy!, No me pasas inadvertido, sino que, aunque estoy en tinieblas, reconozco, sin embargo, tu voz.

Corifeo: ¡Ah, tú que has cometido acciones horribles! ¿Cómo te atreviste a extinguir así tu vista?, ¿qué dios te impulsó?

Edipo: Apolo era, Apolo, amigos, quien cumplió en mí estos tremendos, sí, tremendos, infortunios míos. Pero nadie los hirió con su mano sino yo, desventurado. Pues ¿qué me quedaba por ver a mí, a quien, aunque viera, nada me sería agradable de contemplar?

Coro: Eso es exactamente como dices.

Edipo: ¿Qué es, pues, para mí digno de ver o de amar, o qué saludo es posible ya oír con agrado, amigos? Sáquenme fuera del país cuanto antes, saquen, oh amigos, al que es funesto en gran medida, al maldito sobre todas las cosas, al más odiado de los mortales incluso para los dioses.

Corifeo: ¡Desdichado por tu clarividencia, así como por tus sufrimientos! ¡Cómo hubiera deseado no haberte conocido nunca!

Edipo: ¡Así perezca aquel, sea el que sea, que me tomó en los pastos, desatando los crueles grilletes de mis pies, me liberó de la muerte y me salvó, porque no hizo nada de agradecer! Si hubiera muerto entonces, no habría dado lugar a semejante penalidad para mí y los míos.

Coro: Incluso para mí hubiera sido mejor.

Edipo: No hubiera llegado a ser asesino de mi padre, ni me habrían llamado los mortales esposo de la que nací. Ahora, en cambio, estoy desasistido de los dioses, soy hijo de impuros, tengo hijos comunes con aquella de la que yo mismo -¡desdichado!- nací. Y si hay un mal aún mayor que el mal, ése alcanzó a Edipo.

Corifeo: No veo el modo de decir que hayas tomado una buena decisión. Sería preferible que ya no existieras a vivir ciego.

Edipo: No intentes decirme que esto no está así hecho de la mejor manera, ni me hagas ya recomendaciones. No sé con qué ojos, si tuviera vista, hubiera podido mirar a mi padre al llegar al Hades, ni tampoco a mi desventurada madre, porque para con ambos he cometido acciones que merecen algo peor que la horca. Pero, además, ¿acaso hubiera sido deseable para mí contemplar el espectáculo que me ofrecen mis hijos, nacidos como nacieron? No por cierto, al menos con mis ojos.

Ni la ciudad, ni el recinto amurallado, ni las sagradas imágenes de los dioses, de las que yo, desdichado -que fui quien vivió con más gloria en Tebas-, me privé a mí mismo cuando, en persona, proclamé que todos rechazaran al impío, al que por obra de los dioses resultó impuro y del linaje de Layo. Habiéndose mostrado que yo era semejante mancilla, ¿iba yo a mirar a éstos con ojos francos? De ningún modo. Por el contrario, si hubiera un medio de cerrar la fuente de audición de mis oídos, no hubiera vacilado en obstruir mi infortunado cuerpo para estar ciego y sordo. Que el pensamiento quede apartado de las desgracias es grato.

¡Ah, Citerón! ¿Por qué me acogiste? ¿Por qué no me diste muerte tan pronto como me recibiste, para que nunca hubiera mostrado a los hombres de dónde había nacido? ¡Oh Pólibo y Corinto y antigua casa paterna -sólo de nombre-, cómo me criaron con apariencia de belleza, pero corrompido de males por dentro! Ahora soy considerado un infame y nacido de infames.

¡Oh tres caminos y oculta cañada, encinar y desfiladero en la encrucijada, que bebieron, por obra de mis manos, la sangre de mi padre que es la mía! ¿Se acuerdan aún de mí? ¡Qué clase de acciones cometí ante la presencia de ustedes y, después, viniendo aquí, cuáles cometí de nuevo! ¡Oh matrimonio, matrimonio, me engendraste y, habiendo engendrado otra vez, hiciste brotar la misma simiente y diste a conocer a padres, hermanos, hijos, sangre de la misma familia, esposas, mujeres y madres y todos los hechos más abominables que suceden entre los hombres! Pero no se puede hablar de lo que no es noble hacer. Ocúltenme sin tardanza, ¡por los dioses!, en algún lugar fuera del país o mátenme o arrójenme al mar, donde nunca más me puedan ver. Vengan, dígnense tocar a este hombre desgraciado. Obedézcanme, no tengan miedo, ya que mis males ningún mortal, sino yo, puede arrostrarlos.

Corifeo: A propósito de lo que pides, aquí se presenta Creonte para tomar iniciativas o decisiones, ya que se ha quedado como único custodio del país en tu lugar.

Edipo: ¡Ay de mí! ¿Qué palabras le voy a dirigir? ¿Qué garantía justa de confianza podrá aparecer en mí? Pues de mi enfrentamiento anterior con él, en todo me descubro culpable.

(Entra Creonte.)

Creonte: No he venido a burlarme, Edipo, ni a echarte en cara ninguno de los ultrajes de antes. (Dirigiéndose al Coro.) Pero si no sienten respeto ya por la descendencia de los mortales, siéntanlo, al menos, por el resplandor del soberano Helios que todo lo nutre y no muestren así descubierta una mancilla tal, que ni la tierra ni la sagrada lluvia ni la luz acogerán. Antes bien, tan pronto como sea posible, métanlo en casa; porque lo más piadoso es que las deshonras familiares sólo las vean y escuchen los que forman la familia.

Edipo: ¡Por los dioses!, ya que me has liberado de mi presentimiento al haber llegado con el mejor ánimo junto a mí, que soy el peor de los hombres, óyeme, pues a ti te interesa, que no a mí, lo que voy a decir.

Creonte: ¿Y qué necesitas obtener para suplicármelo así?

Edipo: Arrójame enseguida de esta tierra, donde no pueda ser abordado por ninguno de los mortales.

Creonte: Hubiera hecho esto, sábelo bien, si no deseara, lo primero de todo, aprender del dios qué hay que hacer.

Edipo: Pero la respuesta de aquél quedó bien evidente: que yo perezca, el parricida, el impío.

Creonte: De este modo fue dicho; pero, sin embargo, en la necesidad en que nos encontramos es más conveniente saber qué debemos hacer.

Edipo: ¿Es que van a pedir información sobre un hombre tan miserable?

Creonte: Sí, y tú ahora sí que puedes creer en la divinidad.

Edipo: En ti también confío y te hago una petición: dispón tú, personalmente, el enterramiento que gustes de la que está en casa. Pues, con rectitud, cumplirás con los tuyos. En cuanto a mí, que esta ciudad paterna no consienta en tenerme como habitante mientras esté con vida, antes bien, déjame morar en los montes, en ese Citerón que es llamado mío, el que mi padre y mi madre, en vida, dispusieron que fuera legítima sepultura para mí, para que muera por obra de aquellos que tenían que haberme matado.

No obstante, sé tan sólo una cosa, que ni la enfermedad ni ninguna otra causa me destruirán. Porque no me hubiera salvado entonces de morir, a no ser para esta horrible desgracia. Pero que mi destino siga su curso, vaya donde vaya. Por mis hijos varones no te preocupes, Creonte, pues hombres son, de modo que, donde fuera que estén, no tendrán nunca falta de recursos. Pero a mis pobres y desgraciadas hijas, para las que nunca fue dispuesta mi mesa aparte de mí, sino que de cuanto yo gustaba, de todo ello participaban siempre, a éstas cuídamelas. Y, sobre todo, permíteme tocarlas con mis manos y deplorar mis desgracias. ¡Ea, oh Señor! ¡Ea, oh noble en tu linaje! Si las tocara con las manos, me parecería tenerlas a ellas como cuando veía. ¿Qué digo? (Hace ademán de escuchar.) ¿No estoy oyendo llorar a mis dos queridas hijas? ¿No será que Creonte por compasión ha hecho venir lo que me es más querido, mis dos hijas? ¿Tengo razón?

(Entran Antígona e Ismene conducidas por un siervo.)

Creonte: La tienes. Yo soy quien lo ha ordenado, porque imaginé la satisfacción que ahora sientes, que desde hace rato te obsesionaba.

Edipo: ¡Ojalá seas feliz y que, por esta acción, consigas una divinidad que te proteja mejor que a mí! ¡Oh hijas! ¿Dónde están?
Vengan aquí, acérquense a estas fraternas manos mías que les han proporcionado ver de esta manera los ojos, antes luminosos, del padre que las engendró. Este padre, que se mostró como tal para ustedes sin conocer ni saber dónde había sido engendrado él mismo.

Lloro por ustedes dos -pues no puedo mirarlas-, cuando pienso qué amarga vida les queda y cómo será preciso que pasen sus vidas ante los hombres. ¿A qué reuniones de ciudadanos llegarán, a qué fiestas, de donde no vuelvan a casa bañadas en lágrimas, en lugar de gozar del festejo? Y cuando lleguen a la edad de las bodas, ¿quién será, quién, oh hijas, el que se expondrá a aceptar semejante oprobio, que resultará una ruina para ustedes dos como, igualmente, lo fue para mis padres? ¿Cuál de los crímenes está ausente? El padre de ustedes mató a su padre, fecundó a la madre en la que él mismo había sido engendrado y las tuvo a ustedes de la misma de la que él había nacido. Tales reproches soportarán. Según eso, ¿quién querrá desposarlas? No habrá nadie, oh hijas, sino que seguramente será preciso que se consuman estériles y sin bodas.

¡Oh hijo de Meneceo!, ya que sólo tú has quedado como padre para éstas -pues nosotros, que las engendramos, hemos sucumbido los dos-, no dejes que las que son de tu familia vaguen mendicantes sin esposos, no las iguales con mis desgracias. Antes bien, apiádate de ellas viéndolas a su edad así, privadas de todo excepto en lo que a ti se refiere. Prométemelo, ¡oh noble amigo!, tocándome con tu mano.

Y a ustedes, ¡oh hijas!, si ya tuvieran capacidad de reflexión, les daría muchos consejos. Ahora, supliquen conmigo para que, donde les toque en suerte vivir, tengan una vida más feliz que la del padre que les dio el ser.

Creonte: Basta ya de gemir. Entra en palacio.

Edipo: Te obedeceré, aunque no me es agradable.

Creonte: Todo está bien en su momento oportuno.

Edipo: ¿Sabes bajo qué condiciones me iré?

Creonte: Me lo dirás y, al oírlas, me enteraré.

Edipo: Que me envíes desterrado del país.

Creonte: Me pides un don que incumbe a la divinidad.

Edipo: Pero yo he llegado a ser muy odiado por los dioses.

Creonte: Pronto, en tal caso, lo alcanzarás.

Edipo: ¿Lo aseguras?

Creonte: Lo que no pienso, no suelo decirlo en vano.

Edipo: Sácame ahora ya de aquí.

Creonte: Márchate y suelta a tus hijas.

Edipo: En modo alguno me las arrebates.

Creonte: No quieras vencer en todo, cuando, incluso aquello en lo que triunfaste, no te ha aprovechado en la vida.

(Entran todos en palacio.)

Corifeo: ¡Oh habitantes de mi patria, Tebas, miren: he aquí a Edipo, el que solucionó los famosos enigmas y fue hombre poderosísimo; aquel al que los ciudadanos miraban con envidia por su destino! ¡En qué cúmulo de terribles desgracias ha venido a parar!

De modo que ningún mortal puede considerar a nadie feliz con la mira puesta en el último día, hasta que llegue al término de su vida sin haber sufrido nada doloroso.

sábado, 2 de junio de 2007

La parodia de si mismo


Me viene a la mente la película de Andy Warhol "SLEEP" respecto a la conceptualización en el arte, la obra de Warhol no se remitía a la obra misma, sino que la sacaba fuera y la obra estaba en el espectador, en la reacción que éste tuviere sobre la obra misma, o sea, la obra ya no era la obra, sino una parodia sobre ella misma y sobre el arte.

Tuve la oportunidad de asistir a la conferencia previa a la inauguración del Salón de Arte Contemporáneo "Mariano Aguilera" de Quito 2007.

Los jurados hablaron sobre la interpretación, la aproximación y la "pertinencia" de la obra de arte, las disertantes fueron la francesa Luna Claire y la colombiana Piedad Casas, y fueron ellas que nos dieron las claves para entender lo que minutos después íbamos a ser testigos.

Luna Claire presentó un video y un pequeñísimo slide show para darnos pistas, el video era interesante, mas no era una propuesta sólida, sin embargo, el slide show fue lo sorprendente, era una simulación 3D de un jardín francés, trabajo fácil de conseguir con conocimientos básicos de construcción de mallas para animación tridimensional, una simple malla del diseño de un jardín con una textura vegetal, sin embargo la crítica nos explicó que esa obra era pertinente ya que problematizaba y parodiaba al jardín francés. Pregunta: ¿lo lograba?

Creo que la obra misma no problematizaba ni parodiaba nada, tal vez como un ejercicio de construcción de malla lograba algo, pero como obra no conseguía aquello, sin embargo, la problematización estaba dada por el discurso de la curadora misma.

Después la colombiana Casas dijo algo que fue la clave de todo aquello, dijo: "...nosotros (los curadores) de alguna manera también hacemos obras de arte..." al hablar sobre el mecanismo que debe darse en el trabajo curatorial y el jucio en la obra de arte.

Una vez que se leyó el veredicto pude entender todo lo que nos adelantaron en su disertación. La obra premiada no era la obra ganadora, sino que la obra era el veredicto mismo.

Ellos crearon una parodia sobre el arte contemporáneo, instrumentalizaron el premio para crear una obra paródica sobre su interpretación del arte.

La verdadera obra de arte fueron ellos (el jurado).

¿Lo lograron?

Creo que sí, y mucho.

Sin embargo, acá entra en discusión: lo perverso y lo ético.

¿Es posible que los curadores y críticos se impongan como creadores de obra, instrumentalizando la obra de otros?

Tal vez estamos asistiendo al entendimiento de quiénes son los verdaderos creadores del arte contemporáneo.

viernes, 1 de junio de 2007