jueves, 31 de marzo de 2016

la maleta mexicana, los negativos perdidos de Robert Capa (¿o de Gerda Taro?)


utopías

"En realidad, hay dos especies de utopías: las utopías proletarias socialistas que gozan de la propiedad de no realizarse nunca, y las utopías capitalistas que, desgraciadamente, tienden a realizarse con mucha frecuencia"
Michel Foucault

el pez en la pecera

¿Un pez tiene sensación de estar preso en la pecera?

Según los científicos no, el pez tiene una memoria muy corta, por tanto la pared de la pecera es apenas un obstáculo momentáneo, el pez por tanto es un animal feliz porque no tiene conciencia de la libertad y por tanto no es consciente de su verdadera condición.

Ecuador cada vez se parece más a Gótica, Gotham City para los puristas, un espacio lleno de villanos y héroes, uno más psicótico que otro, enmascarados los unos y los otros también, todos hablando al mismo tiempo y poniendo zancadillas también los unos a los otros. En un ambiente tan psicótico en que todos hablan al mismo tiempo, todos dicen tener la razón.

Hablar tanto al mismo tiempo hace que los argumentos de lado y lado carezcan de valor, la política se ha transformado en algo parecido a la disputa mezquina de hermanos huraños, “y vos, y vos”, descalificar al mensajero y no al mensaje es más conveniente.

La lucha ideológica en “redes sociales” no es más que sacarse la lengua mutuamente y los bandos en disputa se sienten vencedores en una guerra inútil e innecesaria.

El modelo de desarrollo económico ya no da más en el planeta, nos dirigimos al abismo sin que nadie haga algo porque aquello no llegue a suceder, y al parecer Ecuador ni siquiera llegó a recibir un pedazo pequeño de pastel, no llegó ni a las migajas, sin embargo en el imaginario todavía está el “sí se puede”, o una forma de esperanza de que las migajas del desarrollo todavía estarían al alcance de nosotros.

Las discusiones en “redes sociales” se traducen en hablar mutuamente de “socialismo”, cual si se tratara de un filtro mágico que nadie ha visto ni conoce, un filtro mágico para alimentar el imaginario tanto de derecha como de izquierda.

Tras nueve años de gobierno Correa siempre ha partido de premisas correctas, sin embargo en el trayecto suele desvirtuar esas premisas y no solo las coopta, las trastoca de la manera más cínica. Vivimos un estado de “revolución” y ya, nadie se detiene a ver la verdadera dimensión de la realidad. El Estado ya no garantiza nada, el Estado es dueño de la verdad y por tanto exige la felicidad de ya no ciudadanos, sino súbditos, el Estado no garantiza ni la vida ni salud ni educación de niños y adolescentes, exige la felicidad y sumisión de ellos.

“La culpa la tiene el socialismo”, dirá la derecha; el gobierno en cambio dirá que es la manera más eficiente de llegar al socialismo.

Tras nueve años en el poder nadie ha hecho la pregunta de rigor: ¿qué es socialismo para Correa?

La respuesta podría sorprendernos, podría sorprendernos porque su concepción de socialismo de hecho podría ser la misma que tienen sus detractores.

“Nada fuera del Estado, todo dentro de él”, repetía Mussolini.

Ecuador es un país reaccionario, su historia así nos lo demuestra, por tanto no es de extrañarse que la misma izquierda tenga una visión reaccionaria y que se confunda con la derecha.

Las discusiones sobre la política y lo político no están acorde a lo que en el mundo sucede, seguimos mirándonos al ombligo, y todos los lados ambicionando el mismo modelo de desarrollo, la misma visión retrógrada, esa visión que está llevando a la humanidad al abismo.

Hasta hace no mucho la preocupación era la desaparición de la civilización blanca y occidental, la desaparición de ese modelo cultural, porque su modelo de desarrollo es el que la llevaría a su extinción, sin embargo ahora han sonado las voces de alarma, la civilización blanca y occidental no está en peligro de extinción, sino la humanidad misma.

La civilización blanca impuso su modelo a sangre y fuego, el resto ha sido el crecimiento desenfrenado de la población por efecto de la quema de hidrocarburos, somos los hijos del petróleo y justamente esa misma idea de progreso es la que ha puesto a la humanidad en la disyuntiva de su extinción.

Somos como un pez en la pecera, no tenemos consciencia de nuestra realidad, no la tenemos porque nuestra memoria es corta.

el emir y la máquina

miércoles, 30 de marzo de 2016

viernes santo


la era de la estupidez


representación y autorrepresentación

Diane Arbus

“La masificación actual de la fotografía”, he oído decir más de una vez. Lamento discrepar con ese criterio, la fotografía no se ha masificado recientemente, ese es el legado de George Eastman (el creador de la marca Kodak), más a pesar de no estar de acuerdo con el postulado, he de reconocer que la fotografía es un acto de masas. Sí, es un acto, no hay persona que no haya tomado al menos una fotografía en el mundo, creo que hasta el más escondido de los bosquimanos lo ha hecho, sin embargo tampoco eso viene al caso discutir, habrá tal vez un pequeñísimo grupo de personas que no lo ha hecho y matemáticamente eso es posible tal como la aseveración.

La fotografía fue inventada para reproducir la realidad objetiva de la manera más fiel, eliminando el sesgo del artista, hasta su invención papel que correspondía al pintor o dibujante, poseedor de una manera de observar, concebir al mundo, cosa que debería acabar y que cuyo papel se lo dio a la tecnología a través de una máquina.

Alberto García Alix
Pero al mismo tiempo detrás de toda esta tecnología debería haber un operador, alguien que controlara esas máquinas que hacían a la perfección todo lo que el hombre quisiera, un operador que decidiera qué y cuándo obturar. Ese operador, al que se le dio a llamar “fotógrafo”, no pudo resistirse a la idea de mirarse a si mismo y como en toda expresión gráfica aparece la autorrepresentación, se repetiría así la más antigua tradición gráfica.

La fotografía desde su invención ha vivido en el conflicto de ser considerada tecnología y portadora de la representación fiel de la realidad y la acción de un operador humano detrás del visor de la cámara.

Pronto cada uno de los hacedores comenzó a imprimir su propia visión, su estilo, su manera de hacer las cosas, las diferentes posiciones filosóficas comenzaron a imprimir su sello, entre ellas está la famosa discusión de Ansel Adams con Henri Cartier-Bresson sobre sus opuestas formas de concebir la fotografía.

¿Por qué puede un medio tecnológico y de representación de la realidad levantar tanta polémica?

¿Acaso eso no habrá sucedido cuando se inventó la escritura y con ella la posibilidad infinita de contar historias cada quien a su manera?

Tal vez no porque la escritura siempre tuvo ese halo de no ser el testigo fiel de la realidad, sino todo lo contrario, la escritura apareció como un recurso para liberar a la mente de tanta información, para que ésta pudiera dedicar a otros menesteres como pensar, no así la fotografía cuya invención estuvo dedicada al sueño primigenio del ser humano de la inmortalidad y con ella la captura de la realidad.

La invención de la fotografía tuvo una importancia cercana a la de la invención de la rueda o al descubrimiento del fuego, nuestra cotidianidad tan atiborrada de imágenes no nos hace pensar en semejante importancia, pero fue con la fotografía que la humanidad realiza uno de los dos sueños de la humanidad: la inmortalidad. Sí, la fotografía logra vencer a la corrupción del tiempo, a la fragilidad de la carne y detiene un fragmento de tiempo en un soporte fotosensible, de esa manera cualquiera de nosotros podemos saber como era la abuela, admirar la vida en su mirada y no verla como a una venerable anciana sino como a una mujer.

Yousuf Karsh
Esta cadena aparentemente indestructible mantuvo a la fotografía como el registro fiel de la realidad, por tanto como el instrumento perfecto del periodismo, el testimonio de que así fue porque allí se estuvo y por tanto el documento ineludible de la veracidad más dura y cruel, tanto ha sido así que hasta hoy nadie puede negar la veracidad de la prueba fotográfica.

Sin embargo la fotografía si bien no es registro de la realidad objetiva, pero su naturaleza paradójicamente nos siegue obligando a pensar de esa manera, la fotografía es mecánicamente el instrumento ad hoc de la autorrepresentación, es decir, si puede reproducir la realidad, ¿por qué no podría representar a su operador?. Obviamente que sí.

Sin embargo, en mi opinión, la fotografía no solamente que evade la realidad objetiva, sino que sin que su operador se mire al espejo puede representarse a si mismo, su mirada no solamente que tendrá la impronta de un estilo o una firma compositiva, sino que tendrá la posibilidad de transmitir muchas cosas más, entre ellas la posición que su operador pueda tener frente al mundo.

La fotografía es el medio posmoderno por excelencia (según la concepción de Gilles Lipovetsky), todo ya ha sido fotografiado, sin embargo todo está por ser dicho, esta aparente contradicción es solamente eso, la propia naturaleza exige que la toma de postura de todo cuando operador esta tuviere tenga que tomar posición, lo que exponencialmente las posibilidades se transformarían en infinitas.

Nick Ut
Sin embargo, la fotografía no es agente de transformación alguna, la fotografía no provocará ninguna revolución, aunque a partir de ella se pueda despertar denuncias terribles, la fotografía sería un elemento de resistencia, mostraría su naturaleza y ella se aliaría con la inconformidad, algo así como el instrumento fundamental para el “ethos barroco” de Bolívar Echeverría.

Todo esto sería posible siempre y cuando su operador tomara postura, liberara a la fotografía de su karma de instrumento de registro de la realidad, la fotografía será libre en tanto su operador sea libre, y para ello deberá liberarla de las cadenas que arrastra desde su invención.

¿Lo logra?

Evidentemente sí, lo conseguirá en tanto su operador busque sin vergüenza su autorrepresentación.