viernes, 3 de junio de 2016

viernes, 27 de mayo de 2016

Santiago, Coaque, la tierra sigue temblando


Santiago, un niño de Coaque de cinco años, me había marcado el alma, sabía que debería volver a la zona cero ya no para hablar sobre el desastre, quería hablar de un niño, de su particular manera de ver el mundo, de su experiencia luego del terremoto del pasado 16 de abril. Santiago me había cautivado porque me había dado muestra de una visión fantástica sobre el cosmos y las cosas, el terremoto había quedado atrás y Santiago se proyecta a futuro y eso era lo que yo quería contar.

El 17 de mayo emprendí viaje a Coaque junto a tres psicólogas, Adriana me había invitado a formar parte de su equipo y yo acepté sin vacilación, ella junto a Emilia y Mariana están trabajando en la contención psicológica con los niños de la zona, ellas iban a buscar niños, yo iba a buscar a tan solo uno, a él y a su familia, no sabíamos que la historia daría un giro inesperado y, por unos momentos, un tanto dramático.

Durante el camino era inevitable contar las experiencias que cada uno había tenido en la zona cero, llegamos a la tarde y cada uno se puso a trabajar en lo suyo, busqué y pregunté por Santiago hasta que di con su madre, ella fue a buscarlo y al rato regresó con él.

Vino con una mirada un tanto de reproche y luego musitó: "uté dijo que iba a volver". Acá estoy, contesté, luego le expliqué que mi regreso era exclusivamente para entrevistarlo y vi como sus ojos se abrieron como platos y al instante su expresión se suavizó, me miró y regaló una gran sonrisa, salió corriendo a contar al pueblo entero que lo iban a entrevistar. Así fue, regresó emocionado y le dije que al día siguiente iba a grabar la entrevista, que iría en la mañana y que estuviera atento porque quería contar su historia, me miró y su madre le dijo: Santiago, vas a ser famoso. Él solamente rió y empezó a jugar con un camioncito de juguete.

Unas fotos van, otras pocas vienen a él y otras a su mamá y nos despedimos hasta la mañana siguiente.

Mientras esperaba que Adriana y sus compañeras terminaran su labor, hacía en mi mente planes para poder contar la historia de Santiago, pensaba en que tal vez a nadie le interesaría dado que el terremoto cada vez se perdía más de las primeras planas, entretanto pensaba en que la historia de Santiago podría ser un tanto plana y limitada veía la expresividad de los niños, evaluaba en que tal vez podría contar la historia de todos ellos teniendo al pequeño como el eje central, posiblemente ahí tendría una historia más redonda y a mi gusto, decidí probar suerte y eché unos pocos cuadros.

Coaque sigue igual, hace ya un mes del terremoto y no ha pasado nada, bueno, hay más carpas en los campamentos de refugiados, han logrado limpiar los escombros de lo que alguna vez fueron sus casas, los desechos los han colocado en la calle, dicen que deberán pagar por las palas mecánicas y los camiones. No puedo creer que eso sea cierto, pienso que es el primer día y que más adelante podré descubrir qué mismo es lo que pasa, decido tomarlo con calma y solamente escucho.

El hostalero nos cuenta, algo indignado, sobre las reuniones que ha tenido, nos dice que hay demasiados ofrecimientos pero que hasta la fecha no hay visos de nada, nos menciona que hay un programa de créditos con un interés del 14%, a lo que interrumpo con el dato que a nivel bancario el interés es del 12% apenas, el hostalero me mira con atención y levanta la voz para decir: -ahí está el detalle-. Añade que él es el menos afectado y que necesitaría mínimo unos 150 mil dólares para volver a estar completamente operativo, que sus vecinos perdieron absolutamente todo, agrega, -¿cuánto van a necesitar ellos para volver a levantar sus hostales?-, pregunta. Apenas dos chocitas le han quedado, en ellas nos hospedamos nosotros, el resto nos cuenta que está con afectaciones.

A las 02h58, ya del 18 de mayo, la tierra vuelve a temblar, nos despertamos algo sobresaltados, a lo lejos se puede escuchar como caen platos y ollas en la cocina; Juan, el ayudante de cocina, llega con una linterna a preguntarnos si es que estamos bien, -aunque para que se llegaren a caer estas chozas se necesitaría un terremoto de grado 10-, dice.

-No podía dormir, me despertó un silbido como de una serpiente-, cuenta, -los perros comenzaron a ladrar fuerte, luego un silencio para empezar a moverse la tierra otra vez-, agrega. Calculamos que la réplica fue de más de 6 grados, más tarde nos enteraríamos que fue de 6.8.

Un intenso dolor de cabeza me despierta antes de las 6, voy a la cocina a ver qué pasó en la madrugada, hay destrozos, hay algunos frascos rotos, platos también rotos, ollas y aceite de la freidora regado por todo el piso, preparo un café y decido procesar el material del día anterior, tengo tiempo, las mujeres han despertado tarde.

El desayuno se convierte en un relato de qué diablos sintió cada uno, me llama la atención la calma de Adriana, Emilia y Mariana están mucho más expresivas, compiten por el turno para hablar con el hostalero, Juan ya ha recogido todo lo que yo no levanté, me dicen que el anecdotario para mi artículo estará con un tanto más de condumio, mientras tanto pienso en que ese podría ser un buen inicio de conversación con Santiago.

Llegamos a Coaque, cada quien va a lo suyo, las mujeres se quedan con los niños del campo de refugiados de la cancha de fútbol, yo voy a buscar a Santiago, miro una niña jugando en un columpio entre los escombros, creo que es buena idea fotografiar, saco la cámara y capturo la escena, camino en dirección de la pequeña carpa donde duermen Santiago y Carmen (su mamá), una mujer policía inicia una conversación sobre el motivo de mi estadía en el lugar cuando grita -¡temblor!-, yo no siento nada y sigo caminando, ella me toma del brazo y me dice, -aléjese de los cables eléctricos-, regreso a ver y miro que los postes se mueven cual paja al viento, casi no puedo mantenerme en pie, la mujer policía me sostiene del brazo y dice -tranquilo, tranquilo-, delante de mí (unos 3 metros) un tanque grande de reserva de agua de aproximadamente unos 5 metros cúbicos se vira cual vaso y vierte todo su contenido, es inevitable que el torrente me mojara, la mujer policía me pregunta si estoy bien y contesto afirmativamente a lo que ella dice que se va a ver si alguien necesita de su ayuda.

La gente corre gritando, una mujer grita llorando -¡ya no más, por favor ya no más!-, mujeres que buscan a sus hijos, niños que corren con expresión de terror por todas partes, decido que voy a fotografiar como registro apenas, no quiero fotografiar nada, decido hacerlo como una obligación mas no porque quisiera, he disparado unos dos o tres cuadros y decido que ya no más, que debo buscar a Santiago, sigo caminando hacia la pequeña carpa roja y de pronto Santiago me recibe con una sonrisa amplia.

-¿No sentiste miedo?-, pregunto.

Santiago contesta con un lacónico -no-

Carmen, su madre llora junto a una amiga, cuentan que la muda de pueblo a pesar de ser muda es chismosa y que anda regando el rumor de que el terremoto y sus réplicas son castigo divino. No puedo creer en la ironía, muda pero chismosa, pienso.

Santiago me mira con un dejo de impaciencia, me pregunta si le voy a hacer la entrevista y le contestó que sí, enciendo la grabadora y el niño es completamente incoherente. Ya decía yo que no podía estar tan calmado, pienso. Derivamos a conversar de la vida, Santiago esboza una gran sonrisa y guiña un ojo, va un retrato, no han pasado ni siquiera cinco minutos del último sismo.

Salgo del refugio y un hombre dice que en Pedernales han caído edificios y hay heridos, un tuk tuk se acerca y decido tomar viaje hacia la ciudad.

Voy en tuk tuk y el viaje se hace eterno, pero me parece que a pesar de lo dramático de la jornada esta no deja de parecer una escena cinematográfica.

Ya en Pedernales y con señal de teléfono decido llamar a casa y reportarme.

Seguimos y Pedernales me parece igual, vamos más adelante y la desolación vuelve a imponerse, encontramos un par de edificios por los suelos, en uno de ellos cuentan que apenas veinte minutos atrás la gente había sacado sus últimas pertenencias, un hombre sentado sobre las orugas de una pala mecánica me recuerda que el realismo mágico sigue en Manabí, damos algunas vueltas y decido regresar a Coaque, entre tantas cosas nunca averigüé cómo estaban las chicas. Llegamos a Coaque y ellas siguen en sus actividades, juegan y cantan con los niños.

Almorzamos con los damnificados, todos ellos en su pobreza comparten con nosotros lo poco que tienen, por primera vez pruebo fresco de vinagre de plátano y me parece delicioso, repito una y otra y otra vez. En la radio entra la noticia de que el último sismo había sido de 7.5, casi inmediatamente es desmentido por los órganos oficiales que lo ubican en 6.8 (intensidad en Quito), todos en la mesa coinciden en que este fue muchísimo más fuerte que el de la noche y que ni de lejos puede haber tenido la misma intensidad.

Yo solo cuento historias, pienso, ¿qué puedo saber de eso?, pero este último fue muchísimo mayor que el de la madrugada.

A la tarde voy a buscar a Rogelia, una mujer muy inteligente, en mi anterior viaje me había sorprendido por su lucidez, quiero saber qué futuro vislumbra ella para Coaque. Ella habla del turismo y de la reconstrucción con esa perspectiva, para mis adentros pienso que el turismo en estos dos últimos sismos ha quedado herido de muerte, ella habla y de pronto suspende la entrevista, regreso a ver y alguien ha llegado y no sé quién pudiera ser.

Al principio pienso que no es mi asunto y sigo sentado en su refugio, luego percibo cámaras de televisión y gente que está tomando fotografías, alguien grita -¡qué viva la doctora!-

Me acerco con algo de pudor, me percato que es la ex-vicepresidenta del defenestrado presidente Abdalá Bucaram, Rosalía Arteaga, está entregando paquetes de toallas higiénicas, pañales y ollas, tiene una sonrisa casi pegada con cemento, pienso en fotografiar el hecho pero el asco me vence, atino a mirar que Rogelia llama a la gente para que se retratara con la doctora Arteaga y grita vivas, decido que es mejor irme, el asco me invade.

En Coaque el 80% de los hombres se dedica a la albañilería, con estos dos últimos sismos todos los proyectos inmobiliarios y hoteleros se quedarán ahí, pienso. ¿Qué va a pasar con ellos, cómo podrán salir adelante con sus familias?. Por ahora el sostén económico está en manos de las mujeres, muchas de ellas trabajan en la empacadora de camarón de Coaque, pero el papá de Santiago es albañil y la madre no trabaja, ¿qué será de ellos?. El drama humano está servido, ya es un mes y poco se ha hecho, es una bomba que comienza a calentarse.

Jueves 19 llegamos a la tarde, un derrumbe no nos había dejado llegar en la mañana, encontramos un grupo del Ministerio de Salud que con megáfono en mano arengan a la gente cual si fuera un mitin político, que Coaque es el "crisol de la nacionalidad", dicen, que el país entero se siente orgulloso porque desde Coaque partió la Misión Geodésica Francesa, allá en el siglo XVIII, y por tanto Coaque es el "crisol de la patria". ¡Viva el Ecuador, viva Coaque!. Yo no entiendo nada.

Muy poco se ha hecho, el drama humano está por empezar y al parecer nadie quiere verlo, es un pueblo que le apuesta al turismo, un turismo que después de los dos últimos sismos se comenzó a mostrar no solo esquivo, sino extremadamente mezquino, la cada vez más certeza de que las cosas quedarán tal como estuvieron antes se me mete en la piel, la angustia de no poder hacer nada más que escribir y contar la historia de esta gente, una historia sesgada desde mis ojos.

Es hora de regresar y ni apenas comenzamos a alejarnos ya quiero volver.



jueves, 14 de abril de 2016

lunes, 11 de abril de 2016

viernes, 8 de abril de 2016

jueves, 7 de abril de 2016

miércoles, 6 de abril de 2016

decís "Cheese"


"Decís 'Cheese'", un cuento que una chica india escribió sobre una de mis fotos.

¿metrópolis?


martes, 5 de abril de 2016

bienvenidos al desierto de lo real

»Ni en la película más terrorífica he visto algo como las ratas abandonando la ciudad antes de los ataques aéreos. No fue en Stalingrado… Lo vi en Viazma… Era por la mañana, y hordas de ratas corrían por las calles, se marchaban al campo. Olfateaban la muerte. Eran millares… Negras, grises… La gente observaba horrorizada el espectáculo. Justo cuando las ratas desaparecieron, comenzó el ataque. Llegaron los aviones. De las casas y sótanos no quedaron más que piedras desmenuzadas…».

Es uno de los relatos que hace la Premio Nobel de Literatura Svetlana Alexiévich en su libro “La guerra no tiene rostro de mujer”, situaciones surrealistas que parecen sacadas de alguna escena de alguna película, sin embargo la realidad puede ser más sobrecogedora que la imaginación del cine.

Alexiévich nos relata al mismo tiempo el compromiso de un pueblo, muy a pesar de en algunos casos odiar a Stalin, algunas tan humanas como aquella de una mujer que recibe una propuesta de matrimonio entre las ruinas de Berlín y ella solo quiere recibir flores y sentirse bonita, no quiere casarse pero a pesar de todo acepta.

Hay situaciones que parecen copiadas de alguna película o tal vez de alguna novela, pero no, hay situaciones que superan con largo la imaginación.

Ecuador, afortunadamente, no ha vivido situaciones tan extremas como las que relata Alexiévich, hemos tenido una relativa vida tranquila, digo relativa porque no hemos tenido que soportar cruentas guerras o terremotos terribles, pero sí hemos tenido que soportar una realidad que bien pudiera ser sacada de una comedia barata de Hollywood, pero lo que sería simplemente hilarante podría traer consecuencias terribles y es ahí la razón de la relatividad que menciono.

Hace unos días el ideólogo de la autodenominada “revolución”, profesor de la FLACSO, ex-Canciller, ex-SENPLADES y actual encargado de Relaciones Internacionales del grupo gobernante AP, Fander Falconí soltó una perla que en un inicio podría tomarse como un vacilón, luego del ya consabido bullying en redes sociales se achacó a la “supina estupidez” de Falconí.

Pues bien, Falconí a través de la red Twitter emitió un trino que achacaba la desigualdad social y la mala distribución de la riqueza a que los ricos suelen casarse entre si. ¿Torpe? Por supuesto que sí, pero creo que aquello va un poco más allá de una torpeza o estupidez propia de su autor.

Partamos pues a los orígenes del matrimonio como institución, el matrimonio nació justamente como institución para legitimar las alianzas permanentes entre poderosos, prolongar así fortunas y mantener linajes, pero creo que no es el caso al que alude Falconí, lamentablemente creo que va más allá.

Creo que el mencionado tuit dice más de lo que a simple vista podemos ver.

Fander Falconí fue quien dio, entre otros “intelectuales”, el cariz intelectual y académico que la aventura de AP requería, un modelo de socialismo que se había no solo distanciado del marxismo, sino que había, según ellos, elaborado una nueva fórmula tan innovadora que habían recalcado su aludida contemporaneidad a llamarlo del “siglo XXI”, un modelo como había dicho alejado de Marx y el marxismo pero que debía buscar raíces ideológicas en las diferencias sociales propias del sistema capitalista.

El Socialismo del Siglo XXI no es más que una puesta en escena de un manejo clientelar extremo, el mismo que requiere de ingentes cantidades de dinero para poder sostener una maquinaria propagandística, la ideologización del modelo a través de constante machacar pseudo-ideológico. Anticapitalismo dentro del capitalismo, para ser más claros.

El modelo tiene el germen de su fracaso desde su concepción misma.

No sería por tanto de extrañarse que el ideólogo de semejante maravilla tenga la jeta de soltarse semejante declaración, porque no vendría siquiera a ser un error o una ligereza, en el mencionado tuit estaría condensada toda la realidad del “Socialismo del Siglo XXI”, su ligereza y su mirada pueril de la política y lo político.

La escena aquella de Matrix en que Morpheus a manera de bienvenida marca a Neo con una sentencia: “bienvenido al desierto de lo real”, no puede sino describir de la manera más poética la realidad a la que nos vemos abocados.

domingo, 3 de abril de 2016

"el bang bang club" y la muerte de Kevin Carter


El suicidio del fotógrafo sudafricano Kevin Carter (1994) lo elevó más a la fama y al mito, más que la fotografía de su autoría que se ha transformado en un hito de la manipulación.

No, no estoy acá para juzgar o no a Carter, la historia en alguna medida ya lo ha hecho, quiero simplemente hacer una reflexión a partir de él, su historia y su famosa foto, solamente eso.

Kevin Carter salta a la fama a partir de la publicación de una imagen de una niña famélica sudanesa que aparentemente estaba en condiciones precarias y un buitre en segundo plano estaba esperando su muerte. Esta imagen despertó la ira de la comunidad, acusaron al fotógrafo de no haber hecho nada para salvar la vida de la niña y que por el contrario éste solamente se detuvo a fotografiar el hecho dramático y ya.

Hasta ahí el origen del mito, luego Carter obtendría el Premio Pulitzer (1994) por tan pertinente imagen que describía de manera brutalmente dramática el horror de la hambruna en Sudán allá por 1993. Una vez que al fotógrafo le otorgaran el premio las críticas arreciaron, cuestionaron los límites éticos no de la fotografía, sino del fotógrafo, que para terminar llevarían al suicidio de Carter unos meses más tarde. Hasta ahí el mito.

Carter pertenecía a un grupo de fotorreporteros que se habían bautizado a si mismos como “El bang bang club”, un grupo que se había fogueado en el fotorreportaje de la Sudáfrica del “apartheid” y que habría ya puesto los ojos de algunos editores gráficos sobre algunos de sus miembros. El bang bang club tenía miembros extremadamente competitivos, lo que exigía a sus miembros a conseguir imágenes cada vez más dramáticas y Carter no era la excepción.

Bien, resulta que la historia que he descrito en su gran mayoría es falsa, testigos fueron desmintiendo el mito paulatinamente.

La niña sudanesa en verdad era un niño y su nombre es Kong Nyong, y digo es porque no murió y hoy por hoy es un adulto. Tampoco es cierto que hubiera estado en peligro de muerte inminente, aunque sí fue una víctima más de la hambruna que por esa época afectó a ese país, Kong Nyong había ido a defecar a ese terreno apartado de la aldea, era el lugar que la comunidad había destinado como tiradero de desperdicios y letrina, por tanto era bastante frecuente encontrar allí a buitres que se alimentaban de los pocos desperdicios que la comunidad arrojaba allí. Tampoco es cierto que Carter se hubiera suicidado por presión de la comunidad internacional, según una amiga suya Carter sí fue afectado por la crítica, pero no de manera determinante como para esta presión le hubiera podido llevar al suicidio, sino que el fotógrafo sufría de un estadio de depresión crónica, y según su amiga, una dependencia aguda a las drogas.

¿Fin del mito? Sí, del mito sí, pero no de la polémica.

¿Una vez que fueron desvelados los hechos, la imagen aquella dejó de ser eficiente?

La verdad que no, la imagen (que personalmente no es de mi agrado) sigue siendo eficiente, habla del horror de la hambruna, de la muerte como presencia persistente en grupos sociales desprotegidos, de la doble moral de la civilización occidental que suele mirar para otro lado cuando ocurren este tipo de situaciones terribles. La imagen habla de esto y tal vez más cosas que se me escapan.

Porque la imagen como tal no cuenta la historia que en verdad sucedió, sino que cuenta su propia historia que es muchísimo más dramática, porque la imagen como tal no apela a la verdad, sino a la verosimilitud y es eso lo que los observadores consumimos.

Al mismo tiempo la imagen desvela la deshumanización a la que puede llegar el periodismo con tal de conseguir una historia.

¿Pero si el niño en cuestión de verdad hubiera estado muriendo, el fotógrafo hubiera tenido posibilidad de salvar la vida de la criatura? Creo que no.

Entonces, ¿dónde están los límites?, ¿hay que ponerlos?

Creo que los límites se los debe imponer cada uno, porque siempre serán laxos, siempre serán cambiantes y sería muy torpe establecer una línea que no sería otra cosa sino una expresión más de la mojigatería de la cultura occidental.

La historia de la imagen icónica de Carter y su posterior muerte siempre serán material de debate, debate en el que nadie tendrá la razón, porque no se trata de ser propietario de la razón o la verdad, sino de poner naipes sobre la mesa, cual si fuera un juego en el que todos aprenderemos a partir de nadie tener la razón.

¿Carter manipuló la imagen? No creo, simplemente se dejó llevar por el mito que de ella había surgido, fue víctima de si mismo, de la vorágine que él y sus compañeros se impusieron. La imagen manipuló su propia realidad, contó su propia historia a su manera, y eso está muy bien.

Porque, permítanme decirlo una vez más, la fotografía jamás será verdad, nunca lo será, la fotografía siempre será verosimilitud y en ello radica su grandeza y su magia.

la historia de las cosas


sábado, 2 de abril de 2016

el creyente

“El creyente”, la historia de un joven judío jasídico pero nazi. ¿Contradicción?, no, ninguna.

Esa es la historia de un joven judío jasídico, hijo de un rabino que decide convertirse en nazi y patear así a otros judíos, historia plasmada en la película “El creyente” (The Believer) dirigida por Henry Bean.

Tal vez el nazismo sea la expresión más radical y aberrante de la intolerancia, es por esta razón que ha servido de muletilla para describir todo aquello que no se ajusta a nuestra visión, y sí, el nazismo es la expresión racista e intolerante del fascismo y el fascismo no es otra cosa sino el modelo corporativista de estado, o como repetiría una y otra y otra vez Benito Mussolini: “todo dentro del Estado, nada fuera de él”

Pero no vamos a hablar de fascistas o nazis, no, vamos a hablar del creyente, aquella persona que cree ciegamente en una idea, sea esta religiosa, política, o simplemente una forma determinada de ver la vida, el creyente de una idea como tal.

El creyente no cuestiona, toma como verdad definitiva lo que alguien en su momento dijo, no revisa, no mira a su alrededor y muestras de ello tenemos suficientes, podríamos empezar por el marxismo y sus seguidores, pasaríamos luego a los fascistas, luego vendrían los adoradores del dios dinero, o sea quienes creen en el capitalismo como idea final y perfecta, la llegada al fin de los tiempos y del pensamiento económico.

Partamos de una premisa fundamental: el creyente siempre estará en error, justamente por su postura irreflexiva, aunque sus postulados fuesen correctos, el creyente per se estaría en permanente error, su mirada irreflexiva es completamente reaccionaria y no permitiría por tanto el sano y necesario desarrollo del pensamiento.

Cualquier forma de pensamiento humano llevaría por tanto a derivaciones aberrantes, a lecturas torpes y maniqueas de cualquier postulado que algún pensador hubiese manifestado.

Así tenemos que fruto del pensamiento de Karl Marx la humanidad tuvo que soportar al estalinismo y su manifestación no solo reaccionaria sino criminal, o quizás que el fascismo nació del seno del pensamiento socialista y se transformó justamente en la versión de derechas del socialismo, con sus derivaciones criminales y racistas, como lo habíamos manifestado líneas atrás.

No se diga el cristianismo que no solo cooptó el pensamiento libertario del Cristo crucificado y se transformó en la herramienta más atroz de sometimiento que la cultura occidental hubiese inventado.

Y por ahí va el meollo de este artículo, el pensamiento es invención, una invención tan humana como su autor, llena de errores y sesgos, nada es definitivo, es por esa razón que la filosofía es dinámica, no toma asiento y está en permanente evolución, los postulados de ayer deben ser rebatidos hoy y los de hoy deberán ser rebatidos mañana y así, y así.

En esa medida tal vez el pensamiento de Marx han tenido un relativo éxito, un relativo éxito en tanto no solo ha generado seguidores ciegos y siniestros, sino que al mismo tiempo ha dado paso a un pensamiento que toma sus postulados y deja su praxis de lado, este pensamiento marxiano fue el que ha dado paso paso a otras corrientes del pensamiento como el estructuralismo o la Escuela de Fráncfort.

Tiempos complejos los que vivimos, la inmediatez, la alienación del trabajo y su derivada ideológica “el éxito” han provocado que la gente consuma pastillas, ya no pastillas con efectos medicinales, sino pastillas de pensamiento, se extrae frases, las descontextualizan y luego se las vuelve a envasar en forma de meme.

Malos tiempos tiempos digo porque hemos sido testigos los últimos nueve años de esto mismo, el modelo del creyente tomó asiento por estas tierras, un creyente, tan creyente como ser un boy scout que es la versión más aberrante y cínica de la manipulación ideológica de niños, de allí no puede salir más que creyentes, verdades, ninguna pregunta.

El creyente no cuestiona, simplemente cree, cree en “la verdad”, no la discute, no le busca las costuras, es así y ya.

El creyente sigue órdenes, disposiciones, muerde por orden, finge por orden, carece por completo de voluntad, no necesita pensar porque para aquello hay gente que lo hace por él.

La manera de concebir la política suele ser bastante torpe, solemos quedarnos en la epidermis, “él dijo, él hizo, él insulta”. Sí, pero no deja de ser epidérmico, el verdadero problema siempre estará detrás e intacto porque no nos fijamos siquiera en él.

Siempre dije que Correa parte de premisas correctas, por ejemplo aquella de que la prensa miente. Claro, y tiene razón, esa es una verdad que no fue su descubrimiento, es algo que siempre supimos, entonces cual San Jorge entra en santa lucha contra el monstruo, no para liberarnos de él, sino para crear uno más grande pero a su servicio, entonces una vez que el nuevo monstruo exista ya la prensa no será la mentirosa, seremos todos nosotros porque no adoramos a su monstruo.

Sin embargo nos quedamos en una pelea estéril, anodina podría decirse, porque hemos permitido que los monstruos sirvientes proliferen cual hongos tras una tormenta, seguimos el guion que alguien impone y seguimos discutiendo la forma y no el fondo, seguimos alucinados por el permanente acto de malabarismo y despotricamos no contra el malabarista, sino contra el acto de malabarismo en si.

¿Por qué lo hacemos?

Porque somos creyentes, somos creyentes de alguna causa, de algún motivo, sin detenernos a pensar siquiera si esa causa es la nuestra o no.

Esa, considero yo, es una herencia que la arrastramos desde la colonia, no nos hemos liberado y ni siquiera nos percatamos de nuestra verdadera condición de vasallos coloniales.

Nada, nada de lo que ha implementado este modelo fascistoide será desmontado, nada será desmontado porque quien viniere, sea del color que fuere, verá la utilidad de los mecanismos de control que se implementaron. El malabarismo tampoco desaparecerá, perdurará por muchas décadas más, ha demostrado ser eficaz y nadie desmontará tampoco ese modelo de construir lo político, porque la política se desmontó hace tiempo y nadie lo vio.

La disyuntiva nunca será mercado versus socialismo, no lo será porque el socialismo ni siquiera apareció, no existe tal disyuntiva, aquella solo existe y persiste desde el imaginario del pensamiento de la ultra derecha, aquella misógina, racista y clasista, no existe porque el modelo correísta es reaccionario y por tanto absolutamente funcional para la derecha.

He llegado a un punto de mi vida en que prefiero escribir, ver lo que sucede y reflexionar, ya no me involucro en discusiones bizantinas, porque mis “contertulios” siempre tendrán la razón y ahora yo parto de esa premisa, parto desde la premisa de mi permanente y persistente error, porque no soy creyente.

viernes, 1 de abril de 2016

el cénit petrolero


Stuart McMillen explica a través de un cómic el fenómeno de nuestra dependencia atroz al petróleo, de su auge y su caída, con ella el fin de la civilización occidental.

El cénit petrolero

el antes y el después de "Johnny cogió su fusil"

 
El mundo antes y después de ver "Johnny cogió su fusil", la metáfora más desgarradora sobre la libertad y la esclavitud.

de crucifixión en crucifixión


el posmodernismo


"El posmodernismo no es más que un grado suplementario en la escala de la personalización del individuo dedicado al self-service narcisista y a combinaciones caleidoscópicas indiferentes"
 Gilles Lipovetsky

mientras tanto en el imaginario ...


cuando algo es gratuito, la mercancía eres tú


jueves, 31 de marzo de 2016

la maleta mexicana, los negativos perdidos de Robert Capa (¿o de Gerda Taro?)


utopías

"En realidad, hay dos especies de utopías: las utopías proletarias socialistas que gozan de la propiedad de no realizarse nunca, y las utopías capitalistas que, desgraciadamente, tienden a realizarse con mucha frecuencia"
Michel Foucault

el pez en la pecera

¿Un pez tiene sensación de estar preso en la pecera?

Según los científicos no, el pez tiene una memoria muy corta, por tanto la pared de la pecera es apenas un obstáculo momentáneo, el pez por tanto es un animal feliz porque no tiene conciencia de la libertad y por tanto no es consciente de su verdadera condición.

Ecuador cada vez se parece más a Gótica, Gotham City para los puristas, un espacio lleno de villanos y héroes, uno más psicótico que otro, enmascarados los unos y los otros también, todos hablando al mismo tiempo y poniendo zancadillas también los unos a los otros. En un ambiente tan psicótico en que todos hablan al mismo tiempo, todos dicen tener la razón.

Hablar tanto al mismo tiempo hace que los argumentos de lado y lado carezcan de valor, la política se ha transformado en algo parecido a la disputa mezquina de hermanos huraños, “y vos, y vos”, descalificar al mensajero y no al mensaje es más conveniente.

La lucha ideológica en “redes sociales” no es más que sacarse la lengua mutuamente y los bandos en disputa se sienten vencedores en una guerra inútil e innecesaria.

El modelo de desarrollo económico ya no da más en el planeta, nos dirigimos al abismo sin que nadie haga algo porque aquello no llegue a suceder, y al parecer Ecuador ni siquiera llegó a recibir un pedazo pequeño de pastel, no llegó ni a las migajas, sin embargo en el imaginario todavía está el “sí se puede”, o una forma de esperanza de que las migajas del desarrollo todavía estarían al alcance de nosotros.

Las discusiones en “redes sociales” se traducen en hablar mutuamente de “socialismo”, cual si se tratara de un filtro mágico que nadie ha visto ni conoce, un filtro mágico para alimentar el imaginario tanto de derecha como de izquierda.

Tras nueve años de gobierno Correa siempre ha partido de premisas correctas, sin embargo en el trayecto suele desvirtuar esas premisas y no solo las coopta, las trastoca de la manera más cínica. Vivimos un estado de “revolución” y ya, nadie se detiene a ver la verdadera dimensión de la realidad. El Estado ya no garantiza nada, el Estado es dueño de la verdad y por tanto exige la felicidad de ya no ciudadanos, sino súbditos, el Estado no garantiza ni la vida ni salud ni educación de niños y adolescentes, exige la felicidad y sumisión de ellos.

“La culpa la tiene el socialismo”, dirá la derecha; el gobierno en cambio dirá que es la manera más eficiente de llegar al socialismo.

Tras nueve años en el poder nadie ha hecho la pregunta de rigor: ¿qué es socialismo para Correa?

La respuesta podría sorprendernos, podría sorprendernos porque su concepción de socialismo de hecho podría ser la misma que tienen sus detractores.

“Nada fuera del Estado, todo dentro de él”, repetía Mussolini.

Ecuador es un país reaccionario, su historia así nos lo demuestra, por tanto no es de extrañarse que la misma izquierda tenga una visión reaccionaria y que se confunda con la derecha.

Las discusiones sobre la política y lo político no están acorde a lo que en el mundo sucede, seguimos mirándonos al ombligo, y todos los lados ambicionando el mismo modelo de desarrollo, la misma visión retrógrada, esa visión que está llevando a la humanidad al abismo.

Hasta hace no mucho la preocupación era la desaparición de la civilización blanca y occidental, la desaparición de ese modelo cultural, porque su modelo de desarrollo es el que la llevaría a su extinción, sin embargo ahora han sonado las voces de alarma, la civilización blanca y occidental no está en peligro de extinción, sino la humanidad misma.

La civilización blanca impuso su modelo a sangre y fuego, el resto ha sido el crecimiento desenfrenado de la población por efecto de la quema de hidrocarburos, somos los hijos del petróleo y justamente esa misma idea de progreso es la que ha puesto a la humanidad en la disyuntiva de su extinción.

Somos como un pez en la pecera, no tenemos consciencia de nuestra realidad, no la tenemos porque nuestra memoria es corta.

el emir y la máquina

miércoles, 30 de marzo de 2016

viernes santo


la era de la estupidez


representación y autorrepresentación

Diane Arbus

“La masificación actual de la fotografía”, he oído decir más de una vez. Lamento discrepar con ese criterio, la fotografía no se ha masificado recientemente, ese es el legado de George Eastman (el creador de la marca Kodak), más a pesar de no estar de acuerdo con el postulado, he de reconocer que la fotografía es un acto de masas. Sí, es un acto, no hay persona que no haya tomado al menos una fotografía en el mundo, creo que hasta el más escondido de los bosquimanos lo ha hecho, sin embargo tampoco eso viene al caso discutir, habrá tal vez un pequeñísimo grupo de personas que no lo ha hecho y matemáticamente eso es posible tal como la aseveración.

La fotografía fue inventada para reproducir la realidad objetiva de la manera más fiel, eliminando el sesgo del artista, hasta su invención papel que correspondía al pintor o dibujante, poseedor de una manera de observar, concebir al mundo, cosa que debería acabar y que cuyo papel se lo dio a la tecnología a través de una máquina.

Alberto García Alix
Pero al mismo tiempo detrás de toda esta tecnología debería haber un operador, alguien que controlara esas máquinas que hacían a la perfección todo lo que el hombre quisiera, un operador que decidiera qué y cuándo obturar. Ese operador, al que se le dio a llamar “fotógrafo”, no pudo resistirse a la idea de mirarse a si mismo y como en toda expresión gráfica aparece la autorrepresentación, se repetiría así la más antigua tradición gráfica.

La fotografía desde su invención ha vivido en el conflicto de ser considerada tecnología y portadora de la representación fiel de la realidad y la acción de un operador humano detrás del visor de la cámara.

Pronto cada uno de los hacedores comenzó a imprimir su propia visión, su estilo, su manera de hacer las cosas, las diferentes posiciones filosóficas comenzaron a imprimir su sello, entre ellas está la famosa discusión de Ansel Adams con Henri Cartier-Bresson sobre sus opuestas formas de concebir la fotografía.

¿Por qué puede un medio tecnológico y de representación de la realidad levantar tanta polémica?

¿Acaso eso no habrá sucedido cuando se inventó la escritura y con ella la posibilidad infinita de contar historias cada quien a su manera?

Tal vez no porque la escritura siempre tuvo ese halo de no ser el testigo fiel de la realidad, sino todo lo contrario, la escritura apareció como un recurso para liberar a la mente de tanta información, para que ésta pudiera dedicar a otros menesteres como pensar, no así la fotografía cuya invención estuvo dedicada al sueño primigenio del ser humano de la inmortalidad y con ella la captura de la realidad.

La invención de la fotografía tuvo una importancia cercana a la de la invención de la rueda o al descubrimiento del fuego, nuestra cotidianidad tan atiborrada de imágenes no nos hace pensar en semejante importancia, pero fue con la fotografía que la humanidad realiza uno de los dos sueños de la humanidad: la inmortalidad. Sí, la fotografía logra vencer a la corrupción del tiempo, a la fragilidad de la carne y detiene un fragmento de tiempo en un soporte fotosensible, de esa manera cualquiera de nosotros podemos saber como era la abuela, admirar la vida en su mirada y no verla como a una venerable anciana sino como a una mujer.

Yousuf Karsh
Esta cadena aparentemente indestructible mantuvo a la fotografía como el registro fiel de la realidad, por tanto como el instrumento perfecto del periodismo, el testimonio de que así fue porque allí se estuvo y por tanto el documento ineludible de la veracidad más dura y cruel, tanto ha sido así que hasta hoy nadie puede negar la veracidad de la prueba fotográfica.

Sin embargo la fotografía si bien no es registro de la realidad objetiva, pero su naturaleza paradójicamente nos siegue obligando a pensar de esa manera, la fotografía es mecánicamente el instrumento ad hoc de la autorrepresentación, es decir, si puede reproducir la realidad, ¿por qué no podría representar a su operador?. Obviamente que sí.

Sin embargo, en mi opinión, la fotografía no solamente que evade la realidad objetiva, sino que sin que su operador se mire al espejo puede representarse a si mismo, su mirada no solamente que tendrá la impronta de un estilo o una firma compositiva, sino que tendrá la posibilidad de transmitir muchas cosas más, entre ellas la posición que su operador pueda tener frente al mundo.

La fotografía es el medio posmoderno por excelencia (según la concepción de Gilles Lipovetsky), todo ya ha sido fotografiado, sin embargo todo está por ser dicho, esta aparente contradicción es solamente eso, la propia naturaleza exige que la toma de postura de todo cuando operador esta tuviere tenga que tomar posición, lo que exponencialmente las posibilidades se transformarían en infinitas.

Nick Ut
Sin embargo, la fotografía no es agente de transformación alguna, la fotografía no provocará ninguna revolución, aunque a partir de ella se pueda despertar denuncias terribles, la fotografía sería un elemento de resistencia, mostraría su naturaleza y ella se aliaría con la inconformidad, algo así como el instrumento fundamental para el “ethos barroco” de Bolívar Echeverría.

Todo esto sería posible siempre y cuando su operador tomara postura, liberara a la fotografía de su karma de instrumento de registro de la realidad, la fotografía será libre en tanto su operador sea libre, y para ello deberá liberarla de las cadenas que arrastra desde su invención.

¿Lo logra?

Evidentemente sí, lo conseguirá en tanto su operador busque sin vergüenza su autorrepresentación.