jueves, 20 de noviembre de 2014

martes, 18 de noviembre de 2014

la angustia

La angustia es el todo, es la nada, es la posibilidad pura, es el paso previo, es la indeterminación en su estado pleno.

la ciudad no huele a caramelo

Haré mía la idea de Günter Grass, ¿cómo se puede escribir después de Auschwitz?. Una imagen me ha perseguido durante años, cómo haría Rudolf Höß, comandante del campo Auschwitz Birkenau, cuando llegaba a casa luego de su “trabajo” diario, ¿sería tierno con sus hijos, haría el amor con su esposa por las noches sin que ese acto se transformase en un desahogo cruel y burdo?, la respuesta me vino con una seguridad que me dejó helado, por supuesto que habrá sido un padre tierno, un amante esposo y hasta se podría considerar un ciudadano ejemplar.

¿Cómo puede ser posible que existen seres así?

La única respuesta posible es que aquel ser humano hace lo que hace porque tiene el convencimiento de que todo su accionar es justo, hasta en ocasiones no solamente es justo sino necesario, tanto como lo es alguien que limpia las calles.

Según Karl Marx, la ideología es el mecanismo a través del cual se oculta la realidad, es decir el conjunto de ideas que hacen que el oprimido no perciba su verdadera condición; la ideología, entonces, crearía un velo, una “falsa conciencia”.

Entonces, ideológicamente Höß habría estado haciendo lo justo, lo correcto, matar de manera sistemática no tendría ninguna censura, éticamente sería aceptable, así como aceptamos socialmente a quien trabaja en un matadero y de esa manera coadyuva a que tengamos nuestra provisión de carne en nuestras mesas. El “bien común”, alguien que cumple con una acción loable en beneficio de todos, para el sano funcionamiento de la sociedad.

Hay ocasiones en las que uno debe hacer como si no hubiera oído o visto algo, hay ocasiones, también, en las que no es posible tolerar lo inadmisible, los pobres no son pobres porque son torpes u ociosos, por ejemplo, los pobres son tales porque el mecanismo de funcionamiento del sistema está basado en la injusticia, en la acumulación de unos cuantos en detrimento de otros que son más, los recursos son limitados y la abundancia de uno correspondería a la escasez de otros.

¿Qué sería justicia?, si por un lado tenemos que ideológicamente se puede virar lo socialmente aceptable a convenir.

Alexander a Alexandra, personajes de “Malos Presagios” de Günter Grass, al pisar un sapo miró con preocupación a su compañera y solo atinó a decir que aquel acto solo podría significar “malos presagios”

Tengo una sensación rara, Herman Göring al ser juzgado en Nüremberg adujo que aquel proceso carecía de legalidad, ya que todos los actos por los que él y los demás procesados eran juzgados era absolutamente legales, el Reich Alemán tenía un andamiaje legal que permitía llevar a cabo toda aquella política racista y criminal. Sabemos que lo legal no necesariamente es legítimo.

Han sido apenas unas ideas sueltas que tenía revoloteando por mi testa, mi necesidad de comunicar, mi silencio que a ratos no suele ser tan silencioso.

Lo cierto es que en una ocasión pude saborear la libertad, la ciudad olía a caramelo y el viento frío en mi rostro era la certeza de mi vida y en eso se transformó mi goce pequeño y silencioso de libertad.

lunes, 17 de noviembre de 2014

el último combatiente sigue muriendo

Publicado en El Comercio, 19 de octubre de 2014

Fue en mi adolescencia cuando me enteré sobre las dudas de autenticidad de la imagen icónica de Robert Capa, un miliciano republicano cayendo muerto durante la Guerra Civil Española. La imagen por la que un joven  fotógrafo húngaro, de apenas 22 años de edad, llamado Endre Ernö Friedman saltó a la fama y se convirtió  talvez en el reportero de guerra más famoso de la historia.

Fue el fotógrafo y arquitecto brasileño Cristiano Mascaro quien en una conferencia en los años 80 en Quito hizo alusión sobre las dudas que pesaban sobre la obra capital de Capa, exhibiendo algunas diapositivas hizo notar que no había evidencia alguna de impacto, tomando en cuenta que según la desaparecida LIFE Magazine (en donde fue publicado el trabajo de Capa) era el registro de la muerte del miliciano Federico Borell García (‘El Taino’) de 24 años de edad durante la batalla del Cerro Muriano en Córdoba  el 5 de septiembre de 1936 a las 5 de la tarde.

Regresé a casa e inmediatamente corrí a revisar los libros que mi padre poseía de Capa, encontré la mencionada fotografía y efectivamente no había señal alguna de impacto en la cabeza, tampoco en el tórax, ni en el abdomen, ¿pero cómo podría Capa haber falseado una imagen, cuando toda su vida había sido un reportero de guerra, había estado en el desembarco de Normandía y había muerto al pisar una mina antipersonal durante la Guerra de Vietnam? Evidentemente Capa no era un cobarde, era alguien que se la jugaba y que en las playas de Normandía había conseguido hacer fotografías muchísimo más dramáticas y talvez mejor logradas que la del miliciano muerto, algo había ahí que debía ser pensado y que en ese momento de mi adolescencia quizá pensé que tendría una vida entera para dilucidar el misterio.

Pasaron los años y de pronto llegó a mi cabeza la idea, ¿tenía sentido seguir buscando un impacto de bala?, la respuesta fue casi inmediata, por supuesto que aquel impacto de bala había perdido su sentido, la foto aquella aludía a la resistencia republicana, al “no pasarán”, se había convertido en un símbolo de la lucha antifascista y era por ahí por donde debería darse la lectura, la imagen era un grito de “así mueren los combatientes en esta guerra, sin importar color o bando”, como lo dijo el pensador Iván Carvajal. Había perdido sentido encontrar pruebas de su “autenticidad”, porque su “veracidad” estaba más que comprobada, alude a un hecho histórico dramático, su connotación va más allá del hecho de exposición del dato y se transforma en información en la que evidentemente su hacedor toma partido de manera dramática.
El problema estaría en que generalmente los reporteros gráficos hablan de la verdad, pero, ¿la fotografía es verdad?

“Todo testimonio es una interpretación”, insiste Iván Carvajal, el fotógrafo no busca la verdad, pero tampoco miente, no es falaz, ya que la fotografía no es verdad, pero sí alude a la veracidad, por tanto a la verosimilitud, añade.

“El mundo es una realidad desde nosotros, es una representación”, agrega el fotógrafo y artista Pepe Avilés, ya que el fotógrafo como operador no puede abstraerse de su posición frente al mundo, y en este caso Capa expresa su posición antifascista, “la realidad se representa”, insiste.
Tomado de esa manera no se trataría de una fotografía polémica desde el punto de vista formal, sino como un documento político de un gran contenido y sería absurdo buscar invalidarla partiendo de argumentos desde su información evidente del dato, ya que inclusive hay sospechas que el miliciano muerto no correspondería a quien se dice que es, ¿pero tendría importancia determinante que el muerto fuera o no Federico Borell?

Entonces Capa estaría haciendo un manifiesto a partir de su imagen icónica, y he ahí su peso específico, estaba haciendo una aproximación al debate, alejándose talvez de manera deliberada del dato informativo y de esa manera estaba estableciendo información, dado que esta es un punto de vista dentro de un contexto determinado, el periodista busca indagar sobre las diferentes interacciones que llevaron a ese hecho determinado, en este caso Capa no solo como reportero de guerra, sino como testigo de la Guerra Civil Española.

Lo cierto es que mucha de esta discusión podría quedar resuelta si se tuviera la secuencia previa y posterior a la imagen cuestionada, pero oficialmente la tira de negativos a la que corresponde esta foto está oficialmente perdida, sin embargo en 1995 fueron encontradas algunas cajas con aproximadamente 3 000 a 4 000 negativos de autoría de Robert Capa, Gerda Taro (su novia y colega) y David Seymour (‘Chim’), imágenes elaboradas todas sobre la Guerra Civil Española, a este hallazgo se le dio a conocer como ‘La Maleta Mexicana’ ya que fueron halladas entre las pertenencias del general mexicano Francisco Javier Aguilar González, fallecido en 1975. Capa habría tenido que abandonar los negativos en París ante el avance nazi dada su condición de judío y simpatizante comunista. La investigadora y curadora fotográfica Trisha Ziff en 2011 hizo un documental sobre el hallazgo, siempre con la inquietud velada sobre el negativo perdido de la famosa foto.

Ningún fotógrafo ha creado tanta fascinación como Robert Capa, inclusive un personaje de cómic está basado en él, se trata de Frank Cappa, reportero de guerra que con una cámara Leica colgada de su cuello y un casco de acero en su cabeza ha provocado fascinación en más de un niño en la década de los ochenta.

Lo cierto es que a pesar de que Capa tomó aquella imagen en 1936 y murió en 1954, la foto que le dio la fama todavía sigue creando polémica. En 2007 en España, el cineasta Hugo Doménech creó el documental ‘La Sombra del Iceberg’ cuyo único objetivo, según sus realizadores, es desmitificar la fotografía emblemática de Capa, en él llegan inclusive a sugerir que la imagen podría haber sido realizada por Gerda Taro y no por Capa, y al mismo tiempo que tampoco habría sido realizada por una cámara Leica de 35 mm, sino por una Rolleiflex de diferente formato (6x6 cm). Pero, ¿cuál es su objetivo, desmitificar una fotografía o desacreditar a su autor?

Es evidente que “el último combatiente” de Capa no es fuente de polémica por su naturaleza específica como imagen fotográfica, sino por ser un documento político importante, porque su autor se asume como un actor político y no lo oculta, su foto es un manifiesto no solo sobre su posición frente a la guerra, sino sobre su desprecio por el fascismo.

Supongamos que la fotografía es efectivamente una puesta en escena, lo cual está dentro de las posibilidades, esta seguiría contando una historia y ella es sobre la muerte de un soldado,pero ya no desde el plano de la verdad sino desde la verosimilitud. Capa condenó a aquel miliciano a morir a perpetuidad, a permanecer cayendo en un estado de indefinición entre la vida y la muerte, se adentra talvez de manera insospechada al plano del relato literario.

Sin embargo me siguen sin importar los datos, no me importa saber cómo se llamó el miliciano ni el lugar en dónde fue tomada la foto ni siquiera me importa el año, solo me interesa la historia de muerte indefinida que me seguirá contando hasta mi muerte.

martes, 22 de julio de 2014

de espaldas a la fiesta

El Inti Raymi es la fiesta mayor de la sierra ecuatoriana, las celebraciones se extienden a todo lo que fue en su momento el Tahuantinsuyo, sin embargo por estas tierras equinocciales tiene su peso específico, es la fiesta mayor del mundo indígena, a pesar de ser un mismo país para los mestizos es algo desconocido.

“La fotografía no es habilidad, es concepto”, es una frase que proviene de otra, nada es completamente inédito ni original, todo se alimenta y retroalimenta de lo circundante, la fotografía no puede ni debe ser la excepción, he ahí el dilema que me acompañó en el Inti Raymi de este año.

Hasta los años 80 del siglo pasado los indígenas y sus tradiciones habían sido parte de un paisaje, de un evento más del folklore, del que decimos sentirnos orgullosos mientras esté ahí, lejos de nosotros, como una cosa que se muestra para volver a poner en el armario hasta la próxima oportunidad. Esa había sido la visión, sin embargo es la visión que pervive todavía en el Estado, es algo ahí, parte de un paisaje que hay que promocionar.

El hecho es que la fiesta es sumamente poderosa, impone su lógica de una manera determinante, y sería muy fácil caer en el mero registro del hecho social, del baile y el consumo de alcohol propio de ella, sería como verles desde fuera sin intentar entender la lógica y sobre todo todo el sentido poético que de ella se pudiera extraer.

El disfraz seguramente tuvo su origen para ridiculizar al conquistador, luego la burla se habrá trasladado al hacendado, sin embargo, hoy la necesidad de disfrazarse pervive pero ya con otros fines, pero no viene al caso hacer análisis antropológicos, son reflexiones sobre fotografía y no del hecho social mismo.

Sería pretensioso tratar de hablar por ellos, lo que desde un tiempo atrás están registrando su fiesta y sirviéndose de los espacios que la Internet ofrece para exponer al mundo su propia forma de ver y registrar sus propios hechos sociales, un experimento fabuloso hubo en el Perú en los años 80 con TAFOS (Talleres de Fotografía Social), entonces ¿cuál es mi papel en la fiesta?

El primer paso fue dar la espalda a la fiesta, entender que su propia esencia no es la que me convoca, sino lo que ella suscita, su periferia es la que permitiría adentrarme en historia que no tienen nada que ver con el hecho mismo.

Vengo diciendo desde hace rato que la fotografía es literatura, a veces creo que podrían llegar a ser argumentos cansinos, pero también asumo que es necesario aprovechar de las circunstancias para añadir elementos para el respectivo debate, afortunadamente no estamos frente a una ciencia en la que deba demostrarse o rebatir tesis alguna, es así que me lanzo la papa caliente de que la fotografía es literatura con otro tipo de soporte y ahí está para su discusión.

De lo que se trata es de extraer elementos de la realidad objetiva para transformarlos en otros muy distintos, ¿acaso eso no hace la literatura?, la fotografía lo ha venido haciendo desde su invención.

“Ah, ¡qué dramático eres tú cuando dices que la fiesta está desapareciendo!”, dijeron por ahí. ¿Por qué no habría de ser dramático un cambio que se está sintiendo?

La discusión vendría a ser si en verdad el fotógrafo es testigo o no, yo diría que depende desde qué orilla del río se mire. Soy contrario a pensar que el fotógrafo es un mero testigo del hecho social, o siquiera del hecho noticioso, el fotógrafo siempre estará poniendo su ingrediente humano, político, económico y hasta ideológico sobre tal o cual evento, lo que hace que su condición de testigo se diluya, sin embargo, al mismo tiempo es testigo de procesos históricos, porque decide estar ahí y no en otro sitio, decide fotografiar tal situación en desmedro de otra.

Creo que la masificación de la fotografía ha entregado a los pueblos las herramientas para que ellos se cuenten, se entiendan y reproduzcan su mundo desde su propia mirada, sin intermediarios, la misma masificación hace que el fotógrafo deje de ser un operador tras un instrumento y se transforme en un escritor, no necesariamente de su historia, eso dependerá de cada uno, pero sí en un creador de historias.

He dicho en varias ocasiones que la fotografía es lo que su operador (quien está detrás del instrumento) quiere que sea, sin embargo el reto es justamente ese.

Los procesos parten de la sociedad, es así que fue la gente quien ayudó a financiar esta salida de campo, sin su apoyo y creencia no hubiera sido posible hacerlo, mi agradecimiento eterno a todos y cada uno de los amigos que han apoyado este trabajo, gracias miles

miércoles, 11 de junio de 2014

dossier, el proyecto debe continuar

Los eventos dramáticos en la vida nos permiten hacer cosas extraordinarias, pero para poder hacer cosas extraordinarias se necesitan metas igual de extraordinarias, posiblemente no hubiera podido ponerme metas tan grandes si hace 4 años alguien no hubiera entrado a mi casa a robar el trabajo de toda mi vida, fue ahí cuando decidí apuntar alto, el trabajo de una vida entera fue repuesto en apenas 3 años, producto de ello es un libro que logré poner a la venta en diciembre de 2013, éste es el primer tomo de una obra gigante que abarca Ecuador, Perú y Bolivia.

Hay cosas que sólo quienes estamos dentro de este quehacer sabemos, los costos de producción de fotografía de autor son altísimos, sin embargo ahí estamos, apostando por la vida, por un sueño.

He estado en más reuniones de trabajo de las que alguien pudiera imaginar, ofrecimientos y más ofrecimientos, sin embargo el trabajo no se puede detener, hay que seguir adelante con todo lo empezado, no me he detenido a esperar a que éstos se concreten, cosa que no ha sucedido, pero que tampoco puede quedarme en la queja inútil, sino por el contrario, hay que ser proactivo y seguir adelante. Como todo proyecto que se respete, este está en crisis económica, pero sé que podeos salir adelante, para lo que he creado un dossier de 10 fotografías de autor, las mismas que ustedes pueden apreciar más adelante, un dossier con imágenes tamaño A4 impresas en papel algodón peso museo, cuidadas al extremo en la calidad de la impresión. Los dossiers están numerados y tienen una edición limitada de 50 ejemplares, todas las imágenes tienen la numeración de dossier y firmadas, todo están en una cartera de cuero con un pirograbado con el logotipo del proyecto, por lo que les dan el carácter de colección.

Como había dicho al inicio, fue cuestión de apuntar alto, los resultados están a la luz, es momento de involucrar a la comunidad en la producción, sin embargo, no es cuestión de pedir donaciones, dádivas o regalos, sino de devolver el apoyo con un producto fruto del trabajo mismo para reunir los recursos necesarios y seguir adelante.

Hay varios proyectos en carpeta, todos están guardados en espera de financiamiento, pero por el momento necesito recursos suficientes para seguir adelante con los dos tomos restantes de “... y sin embargo se mueve ...”, y parte de ello es cubrir la
fiesta mayor de la sierra ecuatoriana, fiesta que está en peligro de desaparecer y urge cubrirla con un trabajo serio, para lo que se exige tiempo y recursos, estoy hablando de la Fiesta de San Juan o Inti Raimi, pero no podemos tener metas tan cortas, hay que seguir rumbo sur hacia Perú y Bolivia, que son los tomos por hacer.

Soy un creyente de los procesos salidos de la comunidad, tanto así que soy usuario de sistemas de Software Libre que son justamente salidos y sostenidos por la comunidad, por tanto fiel a la filosofía que sigo debo poner el práctica este
principio, por tanto creo que poner a disposición de la comunidad este dossier es una forma muy eficiente de hacerlo.

Como había dicho anteriormente, son 10 fotografías de autor, tamaño A4 en papel algodón peso museo, en una cartera de cuero con el logotipo pirograbado en la parte inferior izquierda, el valor del mismo es de $ 500,00 usd y por lo pronto urge vender al menos 3 de los 50 del tiraje.

Quienes estuvieren interesados en colaborar con este gran proyecto pueden ponerse en contacto a: gatoquefuma@gmail.com con el texto “dossier”, quienes colaboren serán mencionados como patrocinadores una vez que podamos publicar los siguientes tomos.

No es más, un agradecimiento anticipado a todos quienes quieran colaborar y, quienes que no pudieran hacerlo económicamente, con ayudarme a difundir este proyecto será de gran ayuda.

Sigamos adelante y hagamos que este gran proyectopueda llegar a buen puerto, muchas gracias. el contrario, hay que ser proactivo y seguir adelante. Como todo proyecto que se respete, este está en crisis económica, pero sé que podeos salir adelante, para lo que he creado un dossier de 10 fotografías de autor, las mismas que ustedes pueden apreciar más adelante, un dossier con imágenes tamaño A4 impresas en papel algodón peso museo, cuidadas al extremo en la calidad de la impresión. Los dossiers están numerados y tienen una edición limitada de 50 ejemplares, todas las imágenes tienen la numeración de dossier y firmadas, todo están en una cartera de cuero con un pirograbado con el logotipo del
proyecto, por lo que les dan el carácter de colección.

viernes, 23 de mayo de 2014

empezares

“¿Cuándo empezaste?” solía ser la pregunta de cajón que detestaba, ahora ya no porque me ha provocado algún tipo de reflexión.

Los más seguro es que todo para mí habría empezado tras la fecundación de un óvulo de mi madre por un espermatozoide de mi padre, lo más seguro es que ahí habrá empezado pero que tuvo que pasar una vida para que alguien me hiciera esa pregunta, seguramente que no se la hacen a cualquiera y que por esa razón no habría de molestarme por epidérmica que pudiese parecer.

No importa cuál habrá sido mi primera fotografía, lo más seguro es que era digna de ir a la basura como cualquier primera fotografía de cualquier persona en el planeta, con una que otra honrosa y matemática excepción.

Mucha gente pensará casi de manera mecánica que mi oficio se lo debo a mi padre, lo que he de aclarar con énfasis y honestidad que no se lo debo a él, aunque en su momento las conversaciones que generalmente terminaban en peleas casi irreconciliables tuvieron bastante de ingrediente, pero mi amor por la fotografía nació cuando cayó en mis manos un libro con imágenes de Agustín Casasola y ahí empezó todo.

Como buen muchacho que cree haber descubierto la piedra filosofal y haber visto lo que el viejo no fue capaz de ver, empecé a discutir con mi padre, habré botado más de un molón miserable y habré expuesto alguna idea de perogrullo tal y como hubiera sido de mi cosecha, afortunadamente para mí  ya he olvidado el contenido de esas largas discusiones campales con mi padre, la vergüenza de los años ha hecho que replantee mejor mis argumentos.

Lo cierto es que las imágenes de Casasola me transportaron a un momento de la realidad mexicana, la viví, pude escuchar a su gente hablar, sus olores, sus colores, he cerrado más de una vez mis ojos para volar al lado de Casasola y mirar lo que él vio.

Los empezares siempre están llenos de error, en algunos casos hasta de horror, varias veces tuve que transportar mi archivo en un momento de vida gitana, en esos avatares se perdieron muchos negativos de las primeras imágenes, cosa que nunca extrañé y que de alguna manera alivió mi vergüenza de volver a caminar por los horrores de la juventud.

Ahí empezó mi amor, sí, pero como en toda relación hubo también desamor, el portazo con el consabido “no vuelvo más”, en ese proceso entendí que con amor no avanzaría muy lejos, que lo que debía hacer era entender, descifrar, aprender su sintaxis y que para conseguir aquello el amor no era muy buena herramienta, por tanto el portazo sirvió de mucho.

El viejo ayudó mucho con su crítica demoledora, él sí criticaba, él daba consejos, cosa que yo no hago, no me gusta opinar, menos todavía criticar el trabajo de los demás, aunque alguien alguna vez me dijo que en mi rostro se podía leer claramente lo que yo sentía al ver el trabajo de alguien, pero ese es un tema del que no me puedo abstraer, pero evito ser la última palabra, no me gusta ser alguien que pontifique o peor aún que santifique el trabajo de alguien,  mi proceso ha sido solitario y quiero que siga siendo así. Posiblemente si tuviera un hijo con inquietudes fotográficas me vería obligado a emitir una opinión, intentar darle la mano, cosa harto difícil porque es como caminar por terreno minado, podría provocarse rencores irresolubles con la vida, afortunadamente ese no es el caso y puedo seguir con mi silencio auto-impuesto.

Ya no importa cuándo o cómo empecé en la fotografía, eso me parece un tanto egocéntrico y carente de importancia, tanto que ni siquiera recuerdo cuándo o cómo fue la primera foto que hice, lo que importa, a mi modo de ver, es qué es la fotografía o hacia dónde se dirige y obviamente habrá tantas interpretaciones como fotógrafos pueda tener el planeta, la mía es apenas una voz perdida en el desierto, pero no por eso no he de gritarla y exponerla en ésta u otras formas.

¿Que el fotoperiodismo está en crisis?, creo que sí, pero creo que es una maravilla que esté en crisis, que sus hacedores puedan cuestionar su oficio, que la verdad tan cacareada sea expuesta como una falacia que la fotografía no necesita, porque la razón de existir es la verdad o la creencia en ella, el registro de la realidad objetiva es dejar en la epidermis todo el lenguaje fotográfico. Muchas veces escucho a alguna gente que con preocupación habla del tema, tal como si del Apocalipsis se tratara, sin embargo percibo que no existe la reflexión del porqué de la crisis.

Hace algunos años dije que la fotografía estaba muerta, y sigo creyendo que sí, que murió esa forma de concebirla, que el periodismo debe revisar esa forma de entenderla, como si un elemento alegórico de la noticia se tratara, pero no como protagonista de ella.

En un mundo de preceptos estéticos prefabricados, de fórmulas prediseñadas en las universidades para dar efectos dramáticos a imágenes inocuas, para dejar al espectador con el sabor de habilidad extrema frente a la ausencia de historia, la fotografía se rebela a si misma, entra en crisis y es necesario revisarla.

Los empezares en la fotografía son a diario, tienen que ver consigo misma, con sus verdades que afortunadamente no son tan verdaderas

viernes, 25 de abril de 2014

hacer un libro

Ese tipo de encuentros que no sabes cómo empezar, hace tiempo que nos habíamos visto y el momento del coqueteo había quedado por ahí en algún rincón, las circunstancias habían cambiado y tácitamente habíamos dado paso a una amistad casi forzosa.

-¿Cómo estás?-, me dijo, a lo que asentí de manera afirmativa y creo que hasta que pronuncié un lacónico “bien”, eso de fingir no va conmigo, me siento como un canalla y suelo estar tenso, así que habíamos empezado bastante mal.

-¿Qué se siente haber terminado el libro?-, apuró ella a decir para evitar el silencio incómodo que se avecinaba. Sentí como una catarata de ideas llegaban a mi mente, ninguna de ellas era la respuesta obvia, esperada y optimista, por el contrario, era como si alguien me preguntara cómo había estado la piedra que había encontrado en el camino para poder descansar un momento, y bueno, había estado bien poder terminar un proyecto que me había costado tiempo, esfuerzo y dinero, pero era una página que ya había pasado, talvez era el momento de ser cortés y aprender a decir lo que el resto quiere escuchar de mí.

-Bueno, es algo que ya fue, quedó ahí y hay que pensar en los nuevos proyectos-, dije casi sin pensarlo, mi policía interno gritaba insultaba y más de un “eres un imbécil” retumbaba mi mente, pero qué le vamos a hacer, así mi he sido y al chapa interno no le escucho jamás.

La reunión pasó y quedó ahí, nos dijimos lo que siempre suele decir la gente, los deseos de volvernos a encontrar a sabiendas que eso no volvería a ocurrir nunca más.

Mientras regresaba a casa mi cabeza bullía, pensaba que si de pronto había sido soberbio, si talvez había alimentado la ya mala fama de un tipo grosero y arrogante que muchos tienen de mí, pero al mismo tiempo había una voz que me decía que era lo que pensaba, que no es bueno tomar asiento, que siempre hay que mirar varias metas por delante.

Quiero solamente hacer mis fotos y reflexionar sobre lo que es la fotografía, hacia dónde veo que se esta se proyecta, ¿pero un libro es un fin o es un peldaño apenas?

Considerar un libro como un logro sería dar por terminado un trabajo, asumir que después de eso no vendría nada más, a manera de despedida posiblemente.

Cuando hice el libro de mi padre, después de un peregrinar de 15 años intentando convencer de que era necesario hacer ese libro, porque Hugo Cifuentes era el personaje más importante de la fotografía ecuatoriana del siglo XX, sentí que era un trabajo que se lo debía, que había logrado saldar no solo una deuda mía, sino la de todo un país, pero el sentimiento frente al mío era tal como si hubiera entregado un trabajo largo y azaroso y que al día siguiente debía empezar un nuevo proyecto, como si yo fuera un Sísifo que debía una y otra vez realizar la misma tarea hasta el infinito.

Ecuador es un país que lamentablemente publica muy poca fotografía (de autor), algo así como un libro cada 10 años, me puse a pensar que sería alucinante si llegáremos a la meta de uno al año, no se diga a los niveles de Brasil, o peor aúna los de Estados Unidos, tan solo un libro y sentiría que este país habría dado un salto cuántico.

Siempre el mismo peldaño es el más doloroso, conseguir fondos, sin embargo pueden oírse por ahí voces que hablan de industrias culturales, tal como si se tratara de hacer una industria de fideos o de yogurt, sin desmerecer las complejidades que tiene crear empresa en cualquier parte del mundo, pero levantar industria cultural en un país en donde los empresarios asumen que los artistas pedimos que nos regalen su dinero tan difícilmente ganado y no asumen que estamos proponiendo un modelo de negocio que ellos no conocen, pero que tampoco están dispuestos a conocer.

Bueno, es tan solo un peldaño en un largo y duro trajinar, eso es lo que hago, eso es lo que quiero hacer, es lo que quiero seguir haciendo, todo esto fue a razón de una pregunta casi diplomática que una chica hizo para romper el hielo

martes, 11 de marzo de 2014

tan simple como un encuentro

Me encontré con un muy buen amigo después de algunos años, el cariño y las preguntas, una de ellas fue si acaso yo seguía haciendo cine experimental, a lo que él añadió: - tú eres el pionero del cine experimental en Ecuador, ¿por qué dejaste de hacer esas películas raras pero tan chéveres? -. Fue la respuesta casi obvia, le dije que nunca tomo asiento, que el pensamiento y la creación no pueden estar detenidas, que había regresado a la fotografía fija pero con ingredientes nuevos, que el cine experimental había sido talvez una estación de tránsito hacia lo que estoy haciendo actualmente.

La conversación comenzó a tomar cuerpo interesante, inmediatamente entró a colación la consabida  interrogante sobre el dilema entre lo digital y lo análogo, añadiendo por cierto que la fotografía ya no tiene el mismo sabor, blá blá blá. Fue cuando sentí que ya tenía yo los argumentos suficientes como para explayarme y poder exponer mis ideas, entonces dije que lo único que extrañaba de la fotografía análoga es la información infinitesimal del negativo, pero que del resto podía sentir que se había abaratado el costo, el tiempo se había reducido de manera dramática y que por el bien de quienquiera el laboratorio con su oscuridad claustrofóbica, el frío y la humedad permanente habían desaparecido de mi horizonte, porque todo lo que se hacía en el laboratorio, hoy lo podemos hacer frente al computador con una taza de café en las manos, la luz, la música y un ambiente muchísimo más agradable.

- La masificación de la fotografía -, inmediatamente acotó mi amigo

Bueno, la fotografía siempre estuvo masificada, respondí, desde que apareció en escena George Eastman la fotografía se masificó, creo que no ha habido actividad humana más masiva que la fotografía.

- Pero la presencia de cámaras en los celulares ha vuelto omnipresente a la fotografía -, dijo mi amigo.

Sí y no, añadí yo, lo que ha cambiado no es la presencia permanente de la fotografía en nuestras vidas, sino lo que ha cambiado es el uso, la inmediatez, la transmisibilidad de esta, estar frente al fenómeno del testigo ocular.

- Todos ahora somos fotógrafos, te pongo el ejemplo de Instagram -, dijo

Instagram es una herramienta apenas, no es algo que debería asustar a nadie, lo que ha cambiado es que el hacedor ya no es el poseedor del secreto de la alquimia, ese está al alcance de todos, como que con la masificación de las máquinas de escribir, el advenimiento de los procesadores de palabras y las computadoras desapareció el oficio del escribano, pero eso no nos hace a todos escritores, el oficio de narrador es algo que se lo cultiva con muchísimo esfuerzo, es exactamente lo mismo lo que le ha ocurrido a la fotografía, el alquimista, el artesano sabedor de los secretos del oficio ya no tienen sentido, sin embargo ha llegado el momento crucial para la fotografía, la negación de si misma, el reconocimiento de ella con sus verdaderas posibilidades.

La fotografía está al alcance de todos, todos pueden ser testigos oculares de la realidad objetiva, justamente es la razón por la que fue inventada, es justamente la misma liberación que tuvo la pintura con el aparecimiento de la fotografía en escena, la pintura se negó a si misma, pudo buscar y  encontrar nuevos rumbos de los que toda la humanidad ha sido testigo, en este caso es que su propia naturaleza la libera, se libera a si misma, no ha entrado en contradicción con su propia naturaleza, negarse es saludable porque le permite poner en evidencia su verdadera naturaleza narrativa, creo que la fotografía está entrando a su mejor momento, el artesano ha muerto porque ya no es necesario, el escritor tiene el camino libre para poder descubrir todas las posibilidades narrativas y poéticas que la fotografía posee.

Bien por la fotografía, digo, la literatura