lunes, 8 de julio de 2013

¿un arma cargada?

Hay tantas frases hechas, tantas como el número de intenciones pueda tener el ser humano, cada uno se encarga de retorcer hasta que se ajuste a sus propios intereses. En el caso de la fotografía hay ocasiones que algunas frases pueden ser el resultado de algún tipo de paroxismo chauvinista, frases como “una imagen vale más que mil palabras” o talvez, “la cámara es un arma cargada”

Me atrevería a decir que la fotografía no vale más que mil palabras, hay imágenes que no llegan ni siquiera a un pequeño balbuceo de nada; otras obviamente que no suscitan mil palabras, sino historias completas. Hay más imágenes fotográficas que habitantes tiene el planeta, hay historias que pueden ser contadas, otras que deben serlo y las más que ni siquiera merecen un lánguido bostezo.

Lo cierto es que los seres humanos tenemos la tendencia a las fórmulas, y si éstas son lo más sucintas es mucho mejor, algo así como nuestro propio E=mc2, pero acomodado y descafeinado hasta que se pudiera ajustar a lo que cada uno llama: mi propia razón.

Pues sí, si fuese el caso de ser un arma, talvez un lápiz bastante bien afilado podría serlo, o talvez un pedazo de carbón no solo serviría para expresar nuestra disconformidad en algún muro, sino que molido convenientemente podría crear tal malestar estomacal que se podría considerar también un arma. Pero si hacemos una aproximación fría, podríamos decir que un arma de fuego cargada es tan inocua como lo es una piedra, para que adquiera su carácter letal requeriría de un operador.

Haciendo un silogismo podríamos decir que una cámara efectivamente si podría ser un arma cargada, pero dependería mucho de la puntería y la decisión de su operador, porque per sé no es más que un amasijo de cristales, piñones y circuitos que no tienen mucho de letal.

Habría que pensar que no solo cuenta con la decisión y puntería de su operador, sino que al mismo tiempo aquel estuviera ubicado en el lugar correcto, el momento adecuado y con las condiciones de luz convenientes, porque si uno de estos ingredientes llegase a faltar, el operador no sería más que un valiente y nada más.

La fotografía es lo que su operador quiere que ésta sea, nada más ni nada menos.

La cámara es apenas un instrumento, que dependiendo de en qué manos va a dar, podría efectivamente ser un arma letal, pero en otros casos podría ser el lápiz afilado de un poeta.