lunes, 31 de marzo de 2008

jugar a ser dios se llama psicosis

Cada se vez que se menciona la fotografía se remite automáticamente a la tecnología, y tiene sentido esa conexión, fue tal vez uno de los adelantos tecnológicos más grandes en el siglo XIX. Sin embargo, con los adelantos en la informática la fotografía ha entrado en una profunda crisis.

Empiezo hablando de fotografía porque siempre me han conectado a ella, mi padre fue fotógrafo y yo he hecho fotografía, pero a diferencia de mi padre, yo no me considero fotógrafo, sino un mero contador de historias, alguien que usa el medio gráfico para poder desarrollar un trabajo narrativo. Algo complicado, que no viene al caso desarrollarlo mas sí mencionarlo.

El hombre desde que es tal ha hecho uso de la tecnología, es un animal eminentemente tecnológico, aplicar sus saberes le diferencia del resto de especies.

Hace unos años tuve un divorcio con la fotografía, un matrimonio que entró en crisis, inevitable considerando que la fotografía para mí estaba a punto de morir, o en algunos momentos sentí que dormía junto a un cadáver, entonces había que tomar una decisión radical y la separación se dio. Pero como en toda relación, la separación no significa necesariamente la ausencia de amor.

Los fotógrafos siempre se han remitido al “acto fotográfico” como su único referente conceptual, y creo que es justamente por allí donde surge mi desencanto. La fotografía entró en crisis fruto de sus propias contradicciones, y ha sido tan violenta, que algunos de sus cultores aún no se han percatado de aquello.

Actualmente el acto fotográfico ha sido anulado, las cámaras digitales ya no tienen los límites de la mecánica ni de la película, las máquinas contemporáneas pueden llegar a disparar 300 veces en apenas un segundo, un ejemplo es la CASIO EXILIM, entonces la fotografía se convierte en producto de un mero cálculo matemático de probabilidades, la fotografía ya no es fotografía sino en una sucesión de fotogramas de la que se escoge lo menos malo.

Cuando el auto te deja de funcionar de improviso, abres el cofre y tratas de ver qué diablos le ocurre, pues es justamente lo que yo intento hacer con la fotografía, le he abierto la tapa para ver cómo rayos funciona en su interior. De la forma tradicional dejó de funcionar para mí hace rato, y creo que eso ocurre con el resto, pero muy pocos o casi nadie se da cuenta de aquello, entonces es hora de saber qué hacer con todos esos resortes y piñones.

Sería muy romántico relatar mis posibles o supuestos resbalones con la informática, pues no, he tenido una magnífica relación con la tecnología, sea esta la que fuere. Fui un niño aplasta botones, muy lejano a la idea romanticona del artista sensible que tiene dificultades con los aparatos, pues fue el repara-todo de mi casa. Siempre tuve fascinación por la física y el álgebra, muy a pesar de mis terribles profesores descubrí por cuenta propia la belleza que entrañan esas disciplinas, tanto que me engañé a mí mismo e intenté ser un técnico, mas la vida sabiamente me ubicó en lo mío, pero siempre manteniendo mi conexión obsesiva por lo técnico.

Cuando me percaté que la fotografía había entrado en contradicción consigo misma supe que la respuesta estaba en la informática, sin embargo, no conocía cuál era el camino exacto, acaso se diría que sabía el rumbo mas no la dirección. Manipular en photoshop era demasiado obvio, sin embargo era parte del camino.

Ahora he conseguido animar a los personajes de las fotos, pueden gesticular y expresarse. Contar la historia de como llegué hasta allí puede ser tonto y hasta un poco ocioso.

A la distancia veo que no es nada novedoso, ya que hay gente que hace animación desde el inicio y lo hace maravillosamente, en cambio yo recojo a medio camino, me apropio de la imagen fotográfica y juego a darle vida a los personajes de ellas.

En una ocasión escuché decir a una psicóloga, que cuando los sueños se cumplen es porque uno está psicótico. Desde que era niño tenía la fantasía de poder dar vida a los personajes fotografiados, aquellos que se quedaron congelados en un papel enmudecidos a perpetuidad.

Una vez que me peleé con la fotografía, decidí hacer realidad mi sueño y jugar al dios, debía dar vida, coquetear con las fronteras de la psicosis.

Sin embargo, todo lo que estoy haciendo ahora pudo haberse hecho un siglo atrás, todo era posible, solo que los costos tanto en tiempo como económicos podían llegar a ser obscenos y con una extrema contingencia de mano de obra, pero actualmente la informática los ha reducido a una sola persona y con costos relativamente ridículos.

Para mí la fotografía, la literatura y el cine son las expresiones eminentemente contemporáneas, y su contemporaneidad está dada por su capacidad narrativa, su juego casi erótico con la poética, ergo, ¿por qué no hacer un híbrido de ellas, mezclar las tres y al mismo tiempo jugar a dios?

Empiezo mi día encendiendo mi computador, termino mi día apagándolo, sin embargo, mi día lo dedico a soñar, intentando contar historias.

sábado, 29 de marzo de 2008

una cita de Sun Tsu

... lo más importante en una operación militar es la victoria y no la persistencia. Esta última no es beneficiosa. Un ejército es como el fuego: si no lo apagas, se consumirá por sí mismo.

viernes, 28 de marzo de 2008

rubber johnny



¡Salud Chris Cunningham!

les guste o no .......

La central nuclear más famosa del mundo no existe, es la central propiedad del señor Burns ubicada en Springfield, sin embargo, a pesar de ser una parodia esta serie tiene algo muy serio y sugerente. Los problemas de seguridad (terribles) están a cargo de Homero, y obviamente la central de Springfield es un desastre ambiental. Obviamente cualquier cosa que tenga a cargo Homero Simpson será un desastre, no se diga una central nuclear.

El planeta en que toooooooodos nosotros viajamos en el cosmos, está comenzando no solo a agotar sus fuentes energéticas, sino que las que tenemos a mano son demasiado contaminantes e ineficientes (háblese del petróleo y sus derivados), y los habitantes de esta nave cósmica necesitamos cada vez más de fuentes energéticas, no solo más limpias, sino más eficientes e ilimitadas.

El capitalismo por sus propias contradicciones no puede seguir creciendo, se debe comenzar a pensar seriamente en un decrecimiento económico, pero obviamente controlado e intencional. Para ello necesitamos manejar los recursos energéticos de una forma más eficiente y controlar de una vez y por todas el crecimiento poblacional, o sea que en palabras prosaicas se podría decir : "no hay cama pa'tanta gente".

Si nos ponemos a ver las fuentes energéticas, encontraremos que la única solución a corto y mediano plazo es la energía nuclear (fisión nuclear), pero ahí entraríamos en una discusión fuerte respecto a los efectos contaminantes que ella conlleva o que provocaba en un pasado mediato. Los recuerdos de la catástrofe nuclear de Chernobil todavía están frescos, y es por esa razón que todavía ese evento es la bandera de los grupos ecologistas. Pero a los grupos de defensa medioambiental se les olvida que de los años ochenta acá ha habido un avance tecnológico significativo, y que el desastre de Chernobil se debió a una cadena de errores humanos fruto de la cuadratura mental de los comunistas. Además, hay la opción de los biocombustibles, que solo disminuyen un poco las emisiones de gases tóxicos, pero no los eliminan, con efectos devastadores en el plano de la distribución de alimentos que se desviarían para la elaboración de tales combustibles.

Ergo, la solución vuelve a aparecer en el plano de la energía nuclear, solo que ahora los mecanismos para reciclaje de los residuos es real y eficiente.

No digo que sea una maravilla, estoy conciente de los riesgos inmensos que conlleva la energía nuclear, solo que manejada de una forma responsable puede ser una alternativa real para la creciente demanda energética, hasta que se logre desarrollar de una vez y por todas las centrales termonucleares (fusión nuclear).

La energía termonuclear controlada lograría resolver casi en su totalidad con los requerimientos energéticos del planeta, no emitiría gas alguno y no habría desechos nucleares, las chimeneas solo eliminarían vapor de agua absolutamente inocuo. Sin embargo, es una tecnología que solo está en el papel, recién se empezará la costrucción del primer reactor termonuclear experimental en España, pero ese es un avance gigantesco en la solución de los problemas que se vienen a futuro.

Aumentar la oferta energética, bajar la tasa de natalidad, bajar el crecimiento económico, son tareas que debemos comenzar a pensarlas de una forma seria y rápida.

lunes, 24 de marzo de 2008

de Robin Hood a Pablo Escobar

Tomado de El País, 24-03-2008

Joaquín Villalobos

Durante la guerra no me preocupaba tanto morir en combate como envejecer de guerrillero. Viendo la juventud de mis compañeros y la mía propia en fotografías de los primeros años del conflicto salvadoreño, concluí que las insurgencias no eran una solución, sino el síntoma de un problema. Más que un proyecto político, fuimos una generación que se alzó ante la prepotencia del poder antes de cumplir 20 años, pero que al llegar a los 40 entendimos que habíamos transformado al país y firmamos la paz.

En Nicaragua y en El Salvador la gente llamaba a los guerrilleros los muchachos y en Cuba los barbudos entraron a La Habana cuando estaban en la treintena. Los rebeldes uruguayos y argentinos mostraron con habilidad extraordinaria que era posible una guerra urbana a gran escala y el M19 de Colombia convirtió una derrota militar en una victoria política siendo la primera guerrilla que se atrevió a negociar.

Éstas son las seis insurgencias más importantes, desarrolladas, imaginativas y audaces del continente; rebeliones de jóvenes que lo dieron todo y en ese camino murieron y perdieron, o vencieron y transformaron, pero todas evitaron envejecer como guerrilleros.

Las insurgencias no surgieron por romanticismo ideológico, sino por la existencia de dictaduras militares y prácticas autoritarias en todo el continente, con excepción de Costa Rica. Podemos separarlas en dos grupos: las que consideraban la lucha armada como un instrumento para lograr fines y las que hicieron de la lucha armada un fin en sí mismo.

Las guerrillas del primer grupo fueron agentes de cambio y las del segundo no se dieron cuenta cuando el mundo cambió. En este segundo grupo estuvieron las insurgencias que envejecieron luchando en Perú, Guatemala y Colombia, tanto que la colombiana sobrevivió al fin de siglo.

En los años sesenta, setenta y ochenta, las drogas gozaban de tolerancia en la oferta y la demanda. Ahora ya no se tolera la oferta, pero por aquellos años éstas no eran consideradas un problema estratégico de seguridad. En los ochenta, la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos traficó con cocaína para financiar a la contra nicaragüense y militares cubanos permitieron a los narcotraficantes pasar por la isla a cambio de divisas. Se consideraba que "ese veneno era un problema de los gringos". Es en esa misma época los carteles mexicanos se fortalecieron y Pablo Escobar exhibía en su hacienda la avioneta con la cual llevó el primer embarque de cocaína a Estados Unidos.

Las FARC colombianas nacieron en 1964 movidas por un programa agrario para enfrentar a un Estado débil en el control de extensas zonas rurales. Al nacer con territorio se desarrollaron más como una autodefensa campesina, que como una insurgencia con visión de poder. Por décadas fueron una guerrilla militar y políticamente perezosa, sin duda la insurgencia más conservadora del continente que envejeció en la Colombia rural profunda.

Para enfrentarse a las FARC, la extrema derecha colombiana inventó el paramilitarismo, obviamente con complicidades estatales. Esta lucha se volvió larga y despiadada de lado y lado, una verdadera competencia de masacres que en el ámbito urbano dejó miles de sindicalistas, periodistas y activistas muertos por ambos bandos. Pero en 40 años, Colombia y Latinoamérica cambiaron, las dictaduras y el autoritarismo desaparecieron y las izquierdas, incluso en Colombia, pasaron de la clandestinidad, el exilio, las cárceles y las montañas, a gobiernos y parlamentos.

Sin ser perfecta, esta transición permite ahora que las izquierdas tengan más poder político que las derechas. La violencia criminal desplazó a la violencia política, el consumo de drogas dejó de ser un problema de los "gringos" y se expandió en Latinoamérica multiplicando pandillas, crimen organizado, corrupción y todo tipo de delitos. La seguridad se convirtió así en una demanda urgente de los más pobres. La envejecida insurgencia colombiana se encontró entonces habitando en los mismos territorios donde estaba la mayor producción de coca del mundo y con la justificación de que en ese negocio hasta la CIA se había metido, pasaron a financiarse con la droga y a montarse en la nueva ola de violencia como un ejército al servicio del narcotráfico. Llamar a las FARC narcoguerrilla no es un ataque político, sino una derivación estructural del propio conflicto colombiano que contaminó también a los paramilitares y a una parte de la clase política colombiana.

El extremismo ideológico hace perder escrúpulos porque la intolerancia al enemigo siempre termina justificando los excesos y, por otro lado, la crueldad de ese enemigo se utiliza para disculpar la crueldad propia. De esa forma, "ser los buenos" como principio esencial de cualquier insurgencia que necesita "pueblo", termina desapareciendo.

Contrario a la guerrilla de Fidel Castro que no realizó jamás un secuestro, las FARC son los mayores extorsionadores y secuestradores del mundo y sus operaciones militares han sido tan indiscriminadas que han destruido pueblos y masacrado a sus habitantes. En uno solo de esos hechos, en Bojayá, las FARC mataron a 119 personas, incluidos 40 niños, cuando lanzaron explosivos contra una iglesia.

El calificativo de terroristas no es un invento americano, es algo que las guerrillas colombianas se han ganado por matar a miles de civiles inocentes. Las FARC son tan odiadas como los paramilitares y prueba de esto fueron los millones que protestaron contra éstas en febrero de este año. Jamás en Latinoamérica pudo gobierno alguno movilizar a tanta gente contra una insurgencia, lo normal era que los insurgentes llenaran las calles contra los gobiernos.

Las FARC son una amenaza transnacional, tienen el poder financiero del narcotráfico para corromper, intimidar y destruir instituciones en cualquier parte como cualquier cartel, pero su pasado político insurgente confunde. Perú, Brasil y Panamá los persiguen de forma coordinada con Colombia, sin embargo, Venezuela y Ecuador la consideran una insurgencia legítima y esta diferencia provocó la reciente crisis regional.

No son los gobiernos el problema, sino las FARC. La confusión sobre la naturaleza de éstas alcanza a sectores de la izquierda europea y latinoamericana, particularmente en México. Estas izquierdas siguen idealizando al guerrillero y justificando una violencia que ya no es política sino criminal. Sustentan su posición en el imaginario de un pasado autoritario inexistente, necesitan mentir, justificar excesos y reinventar a su enemigo para tener sentido. Su apoyo a las FARC fortalece en definitiva a la derecha colombiana y constituye un peligro para sus propios países.

La violencia delictiva en las calles de Madrid o México está conectada con todo esto. La violencia criminal es ahora hegemónica y, en esas condiciones, la violencia política organizada, cualquiera que sean sus intenciones, termina cooptada por la primera. El resultado final es el mismo, plata o plomo para políticos de izquierdas y de derechas. Sin autoritarismo las izquierdas latinoamericanas tienen ahora un reto más intelectual que emocional, deben resolver problemas en vez de multiplicarlos.

Joaquín Villalobos, ex guerrillero salvadoreño, es consultor para la resolución de conflictos internacionales.

domingo, 23 de marzo de 2008

Capitalistas, sí ..., pero zen ...

Slavoj Zizek, mayo de 2005

En su episodio final de La Guerra de las Galaxias, George Lucas no escapa a la influencia de una versión occidental del budismo, la cual nos permitiría aceitar y participar en el engranaje de los mercados financieros mundiales, manteniendo una distancia interna hacia ellos.



La entrega final de la serie Star Wars [La Guerra de las Galaxias], Episodio III: La Venganza de los Sith (2005), nos revela el momento crucial sobre el que pivota toda la saga, a saber, la conversión del "buen" Anakin Skywalker en el "malvado" Darth Vader, [así como el derrocamiento de la República por el Imperio Galáctico.] Su director, George Lucas, establecía así un paralelismo entre el individuo y la política.


En el momento crucial de la saga de La Guerra de las Galaxias, George Lucas establece un paralelismo entre el individuo y la política.


A nivel individual, su explicación recordaba a una especie de budismo pop: "Él [Anakin] se convierte en Darth Vader porque se apega a las cosas", explica Lucas. "No consigue separarse de su madre; no consigue separarse de su novia. No consigue renunciar a las cosas. Ese apego se torna ávido. Y cuando eres ávido, estás en camino al Lado Oscuro, pues temes que vayas a perder lo que posees." Por contra, la Orden Jedi, como si de una nueva versión de la Comunidad del Grial (elogiada por el compositor Richard Wagner en su Parsifal) se tratase, aparece como una comunidad masculina cerrada que prohíbe a sus miembros cualquier forma de apego.

A nivel político, la explicación resulta aún más reveladora: "¿Cómo se convirtió la República en el Imperio? (Cuestión paralela: ¿Cómo se convirtió Anakin en Darth Vader?) ¿Cómo se convierte una democracia en una dictadura? No es porque el Imperio conquistara la República, sino que la República es el Imperio." El Imperio nace de la corrupción inherente a la República. Lucas explica que: "Un día, la princesa Leia y sus amigos se despertaron diciéndose, 'Ésta ya no es más la República, es el Imperio. Y nosotros somos ahora los malos'."


El nacimiento del Imperio


Cometeríamos un error si desconsideráramos las connotaciones contemporáneas que las referencias a la Roma antigua tienen en relación a la transformación de los Estados-nación en un Imperio mundial. Por lo tanto, es preciso situar la problemática de La Guerra de las Galaxias (el paso de la República al Imperio) exactamente en el contexto descrito por Antonio Negri y Michael Hardt en su libro Imperio, con el paso del Estado nación a un Imperio mundial.


Existen connotaciones contemporáneas en referencia a la antigua Roma y la transformación de los Estados-nación en el Imperio global.


Las alusiones políticas en La Guerra de las Galaxias son múltiples y contradictorias. Son ellas las que le confieren a la serie su poder "mítico": el Mundo Libre contra el Imperio del Mal; el debate sobre la noción de Estado-nación invocando las tesis de Pat Buchanan o de Jean-Marie Le Pen; la contradicción que lleva a personas de clase aristocrática (princesas y miembros de la elitista Orden Jedi) a defender la República "democrática" contra el Imperio del Mal; y, finalmente, la toma de conciencia esencial de que "nosotros somos ahora los malos".

Tal como lo expresan las películas de la saga, el Imperio del Mal no está en alguna otra parte, sino que su aparición depende de la manera en que nosotros, los "buenos", lo combatimos. La cuestión concierne a la actual "guerra contra el terrorismo": ¿cómo va a transformarnos esa guerra?

Star Wars Episodio I: La Amenaza Fantasma nos proporciona una pista crucial sobre las características "cristológicas" del joven Anakin: su madre sostiene que su nacimiento es fruto de una concepción inmaculada; la carrera de bólidos (vainas) que gana, y que evoca a la famosa carrera de carros de Ben-Hur, esa "fábula crística").


Compasión budista y amor cristiano


El universo ideológico de La Guerra de las Galaxias remite al universo pagano de la Nueva Era. Es lógico, por tanto, que la figura central del Mal se haga eco de la de Cristo. Desde una visión pagana, el advenimiento de Cristo es el escándalo supremo. En la medida en que diabolos (separar, desgarrar) es lo contrario de symbolos (reunir, unificar), el mismo Cristo se vuelve una figura diabólica en el sentido de que trae "la espada y no la paz" y perturba la unidad existente. Según el evangelista Lucas, Jesús habría declarado: "Si alguien viene a mí, y no odia a su padre y a su madre, a su mujer, a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta a su propia vida, no puede ser mi discípulo".


La posición budista es, en síntesis, de indiferencia, mientras el amor cristiano es una pasión que introduce una jerarquía en la relación entre los seres.


Es preciso tener en cuenta que la posición cristiana tiene una naturaleza diferente a la de la sabiduría pagana. El cristianismo, en sus comienzos, consideró como el acto más elevado lo que la sabiduría pagana condenaba como la fuente del mal, a saber, el acto de separar, de dividir, o de aferrarse a un elemento que compromete el equilibrio de todos los demás.

Esto significa que habría que oponer la compasión budista (o taoísta) al amor cristiano. La posición budista es, en síntesis, de indiferencia -un estado en el cual todas las pasiones están reprimidas-, mientras que el amor cristiano es una pasión dirigida a introducir una jerarquía en el orden de relación entre los seres. El amor es violencia, y no solamente en el sentido del proverbio balcánico según el cual "si no me pega, no me ama". La violencia del amor lleva a arrancar a un ser de su contexto.


Confusión ideológica


En marzo de 2005, el cardenal Narciso Bertone, en transmisión de Radio Vaticano, hizo una declaración condenando con firmeza la novela de Dan Brown El Código Da Vinci, a la que acusaba de estar basada en mentiras y de propagar falsas enseñanzas (como que Jesús se habría casado con María Magdalena, con la que habría tenido descendencia…) Lo ridículo de tal actitud no nos puede hacer perder de vista el hecho de que el contenido de su declaración es básicamente correcta. El Código Da Vinci inscribe al cristianismo en la Nueva Era con la rúbrica [de la restauración] del equilibrio entre los principios masculino y femenino.


El film paga por su fidelidad a los temas de la Nueva Era, no tanto por su confusión ideológica como también por su mediocridad narrativa.


Retornando a La Venganza de los Sith, el film paga por su fidelidad a esos temas de la Nueva Era, no sólo por su confusión ideológica sino, también, por su mediocridad narrativa: La transformación de Anakin en Darth Vader, momento capital de toda la saga, carece de la apropiada grandeza trágica. En vez de centrarse en el orgullo de Anakin visto como un deseo irresistible de intervenir, de hacer el Bien, de ir hasta el final por aquellos a los que ama (Amidala), extraviándose de este modo en el Lado Oscuro, Anakin es presentado simplemente como un guerrero indeciso que se va deslizando gradualmente hacia el Mal al sucumbir a la tentación de Poder bajo el influjo del maligno Emperador. Dicho de otra forma, George Lucas carece del valor para establecer realmente el paralelismo entre República-Imperio y Anakin-Darth Vader. Es la obsesión de Anakin por el Mal lo que [queriendo combatirlo] lo transforma en un monstruo.

¿Qué paralelismos hacer? En un momento en el que la tecnología y el capitalismo "europeos" triunfan a escala planetaria, la herencia judeo-cristiana, como "superestructura ideológica," parece amenazada por el asalto del pensamiento "asiático" de corte Nueva Era. El taoísmo posee todas las bazas para volverse la ideología hegemónica del capitalismo mundial. Una suerte de "budismo occidental" se presenta ahora como remedio contra las tensiones de la dinámica capitalista. Ello permitiría que nos desengancháramos y conserváramos la paz y la serenidad interior, y funcionaría como un complemento ideológico perfecto [del capitalismo].


Solución escapista


La gente no es ya capaz de adaptarse al ritmo de progreso tecnológico y a las transformaciones sociales que lo acompañan. Las cosas cambian muy rápidamente. El recurso al taoísmo o al budismo ofrece una salida. En vez de intentar adaptarse al ritmo de las transformaciones, es mejor renunciar y "dejar ir", manteniendo cierta distancia interior en relación a esa aceleración, la cual nada dice sobre el núcleo más profundo de nuestro ser.


En vez de intentar adaptarse, es mejor renunciar y "dejar ir", manteniendo cierta distancia interior en relación a la aceleración del mundo tecnológico.


Ahora estaríamos casi tentados de utilizar de nuevo el cliché marxista de la religión como "opio del pueblo", o sea, como complemento imaginario a la miseria terrena. De esta forma, el "budismo occidental" aparece como una manera de lo más eficaz de participar plenamente de la dinámica capitalista, manteniendo la apariencia de salud mental.

Si precisásemos encontrar un correlato del Episodio III de La Guerra de las Galaxias, estaríamos tentados de proponer el documental de Alexander Oey, Sandcastles: Buddhism and Global Finance [Castillos de Arena: El Budismo y las Finanzas Mundiales], un indicador maravillosamente ambiguo de las dificultades de nuestra situación ideológica actual. En el se combinan los comentarios del economista Arnoud Boot, la socióloga Saskia Sassen y el maestro budista tibetano Dzongzar Khyentse Rinpoche.

Sassen y Boot discuten sobre el alcance, el poder y los efectos del sistema financiero mundial. En pocas horas, los mercados de capitales pueden hacer subir o bajar el valor de las sociedades y de economías enteras. Khyentse Rinpoche les replica con consideraciones sobre la naturaleza de la percepción humana: "Libérate de tu apego a algo que sólo es una percepción y que no existe en realidad," declara. Por otro lado, Saskia Sassen afirma: "El sistema financiero mundial es esencialmente un conjunto de movimientos continuos."


Exuberancia ilusoria


Desde el punto de vista budista, la exuberancia de la riqueza financiera mundial es ilusoria, apartada de la realidad objetiva: el sufrimiento humano engendrado por las transacciones realizadas en las cámaras mercantiles y consejos administrativos, invisibles para la mayoría de nosotros. ¿Qué mejor prueba del carácter insustancial de la realidad que una gigantesca fortuna que puede reducirse a nada en pocas horas? ¿Por qué lamentar que las especulaciones sobre los mercados están "apartadas de las realidades objetivas" cuando el principio fundamental de la ontología budista enuncia que no hay "realidad objetiva"?


¿Qué mejor prueba del carácter no sustancial de la realidad, que una gigantesca fortuna que puede ser reducida a la nada en pocas horas?


Ese documental proporciona así una clave para La Venganza de los Sith. La lección crítica a aprender es que no nos debemos comprometer en cuerpo y alma con el juego capitalista, sino que podemos hacerlo manteniendo una distancia interna. Pues el capitalismo nos pone ante el hecho de que la causa de nuestra subyugación no es una realidad objetiva como tal (que no existe), sino nuestro deseo, nuestra avidez por las cosas materiales y el excesivo apego que depositamos en ellas. Por consiguiente, lo que nos resta hacer es renunciar a nuestro deseo y adoptar una actitud de paz interior. No es sorprendente que un tal budismo-taoísmo pueda funcionar como complemento ideológico de la globalización liberal: nos permite participar del sistema manteniendo al mismo tiempo una distancia interna... Capitalistas, sí, pero desapegados, zen...

fahrenheit 451 (fragmento)

Ray Bradbury, "Fahrenheit 451"

(...) Beatty chupó su pipa.
-Tarde o temprano, a todo bombero le ocurre esto, Sólo necesita comprensión, saber cómo funcionan ruedas. Necesitan conocer la historia de nuestra misión. Ahora, no se la cuentan a los niños como hacían antes. Es una vergüenza.
-Exhaló una bocanada-. Sólo los jefes de bomberos la recuerdan ahora.
-Otra bocanada-. Voy a contártela. (...)
Beatty tardó un minuto en acomodarse y meditar sobre lo que quería decir.
-Me preguntarás, ¿cuándo empezó nuestra labor cómo fue implantada, dónde, cómo? Bueno, yo diría que, en realidad, se inició aproximadamente con el acontecimiento llamado la Guerra Civil. Pese a que nuestros reglamentos afirman que fue fundada antes. En realidad es que no anduvimos muy bien hasta que la fotografía se implantó. Después las películas, a principios del siglo XX. Radio. Televisión. Las cosas empezaron a adquirir masa. (...)
Y como tenían masa, se hicieron más sencillos -prosiguió diciendo Beatty-. En cierta época, los libros atraían a alguna gente, aquí, allí, por doquier. Podían permitirse ser diferentes. El mundo era ancho Pero, luego, el mundo se llenó de
ojos, de codos Y bocas. Población doble, triple, cuádruple. Films y dios, revistas, libros, fueron adquiriendo un bajo nivel, una especie de vulgar uniformidad. (...)
Imagínalo. El hombre del siglo XIX con sus caballos, sus perros, sus coches, sus lentos desplazamientos Luego, en el siglo XX, acelera la cámara. Los más breves, condensaciones. Resúmenes. Todo se reduce a la anécdota, al final brusco. (...)
Los clásicos reducidos a una emisión radiofónica de quince minutos. Después, vueltos a reducir para llenar una lectura de dos minutos. Por fin, convertidos en diez o doce líneas en un diccionario. Claro está, exagero. Los diccionarios
únicamente servían para buscar referencias. Pero eran muchos los que sólo sabían de Hamlet (estoy seguro de que conocerás el título, Montag. Es probable que, para usted, sólo constituya una especie de rumor. Mrs. Montag), sólo sabían, como digo, de Hamlet lo que había en una condensación de una página en un libro que afirmaba: Ahora, podrá leer por fin todos los clásicos. Manténgase al mismo nivel que sus vecinos. ¿Te das cuenta? Salir de la guardería infantil para ir a la Universidad y regresar a la guardería. Ésta ha sido la formación intelectual durante los últimos cinco siglos o más. (...)
Acelera la proyección, Montag, aprisa, ¿Clic? ¿Película? Mira, Ojo, Ahora, Adelante, Aquí, Allí, A Prisa, Ritmo, Arriba, Abajo, Dentro, Fuera, Por qué, Cómo, Quién, Qué, Dónde, ¿Eh? , ¡Oh ¡Bang!, ¡Zas!, Golpe, Bing, Bong, ¡Bum! Selecciones de selecciones. ¿Política? ¡Una columna, dos frases, un titular!
Luego, en pleno aire, todo desaparece. La mente del hombre gira tan aprisa a impulsos de los editores, explotadores, locutores, que la fuerza centrífuga elimina todo pensamiento innecesario, origen de una pérdida de valioso tiempo. (...)
Los años de Universidad se acortan, la disciplina se relaja, la Filosofía, la Historia y el lenguaje se abandonan, el idioma y su pronunciación son gradualmente descuidados. Por último, casi completamente ignorado La vida es inmediata, el empleo cuenta, el placer domina todo después del trabajo. ¿Por qué aprender algo, excepto apretar botones, enchufar conmutadores, encajar tornillos y tuercas? (...)
El cierre de cremallera desplaza al botón y el hombre ya no dispone de todo ese tiempo para pensar mientras se viste, una hora filosófica y, por lo tanto, una hora de melancolía. (...)
La vida se convierte en una gran carrera, Montag. Todo se hace aprisa, de cualquier modo. (...)
Más deportes para todos, espíritu de grupo, diversión, y no hay necesidad de pensar, ¿eh? Organiza y superorganiza superdeporte. Más chistes en los libros. Más ilustraciones. La mente absorbe menos Y menos. Impaciencia. Autopistas llenas de multitudes que van a algún sitio, a algún sitio, a algún sitio, a ningún sitio. El refugio de la gasolina. Las ciudades se convierten en moteles, la gente siente impulsos nómadas y va de un sitio para otro, siguiendo las mareas, viviendo una noche en la habitación donde otro ha dormido durante el día y el de más allá la noche anterior. (...)
Ahora, consideremos las minorías en nuestra civilización. Cuanto mayor es la población, más minorías hay. No hay que meterse con los aficionados a los perros, a los gatos, con los médicos, abogados, comerciantes, cocineros, mormones, bautistas, unitarios, chinos de segunda generación, suecos, italianos, alemanes, tejanos, irlandeses, gente de Oregón o de México. En este libro, en esta obra, en este seria¡ de televisión la gente no quiere representar a ningún pintor, cartógrafo o mecánico que exista en la realidad. Cuanto mayor es el mercado, Montag, menos hay que hacer frente a la controversia, recuerda esto. Todas las minorías menores con sus ombligos que hay que mantener limpios. Los autores, llenos de malignos pensamientos, aporrean máquinas de escribir. Eso hicieron. Las revistas se convirtieron en una masa insulsa y amorfa. Los libros, según dijeron los críticos esnobs, eran como agua sucia. No es extraño que los libros dejaran de venderse, decían los críticos. Pero el público, que sabía lo que quería, permitió la supervivencia de los libros de historietas. Y de las revistas eróticas tridimensionales, claro está. Ahí tienes, Montag. No era una imposición del Gobierno. No hubo ningún dictado, ni declaración, ni censura, no. La tecnología, la explotación de las masas y la presión de las minorías produjo el fenómeno, a Dios gracias. En la actualidad, gracias a todo ello, uno puede ser feliz continuamente, se le permite leer historietas ilustradas o periódicos profesionales.
-Sí, pero, ¿qué me dice de los bomberos?
-Ah. -Beatty se inclinó hacia delante entre la débil neblina producida por su pipa.- ¿Qué es más fácil de explicar y más lógico? Como las universidades producían más corredores, saltadores, boxeadores, aviadores y nadadores, en vez de profesores, críticos, sabios, y creadores, la palabra «intelectual», claro está, se convirtió en el insulto que merecía ser. Siempre se teme lo desconocido. Sin duda, te acordarás del muchacho de tu clase que era excepcionalmente «inteligente», que recitaba la mayoría de las lecciones y daba las respuestas, en tanto que los demás permanecían como muñecos de barro, y le detestaban. ¿Y no era ese muchacho inteligente al que escogían para pegar y atormentar después de las horas de clase? Desde luego que sí. Hemos de ser todos iguales. No todos nacimos libres e iguales, como dice la Constitución, sino todos hechos iguales. Cada hombre, la imagen de cualquier otro. Entonces todo son felices, porque no pueden establecerse diferencias ni comparaciones desfavorables. ¡Ea! Un libro es un arma cargada en la casa de al lado. Quémalo. Quita el proyectil del arma Domina la mente del hombre. ¿Quién sabe cuál podría ser el objetivo del hombre que leyese mucho? ¿Yo? No los resistiría ni un minuto. Y así, cuando, por último, las casas fueron totalmente inmunizadas contra el fuego, en el mundo entero (la otra noche tenías razón en tus conjeturas) ya no hubo necesidad de bomberos para el antiguo trabajo. Se les dio una nueva misión, como custodios de nuestra tranquilidad de espíritu, de nuestro pequeño, comprensible y justo temor de ser inferiores. Censores oficiales, jueces y ejecutores. Eso eres tú, Montag. Y eso soy yo. (...)
Has de comprender que nuestra civilización es tan vasta que no podemos permitir que nuestras minorías se alteren o exciten. Pregúntate a ti mismo: ¿Qué queremos en esta nación, por encima de todo? La gente quiere ser feliz, ¿no es así? ¿No lo has estado oyendo toda tu vida? «Quiero ser feliz», dice la gente. Bueno, ¿no lo son? ¿No les mantenemos en acción, no les proporcionamos diversiones? Eso es para lo único que vivimos, ¿no? ¿Para el placer y las emociones? Y tendrás que admitir que nuestra civilización se lo facilita en abundancia. (...)
A la gente de color no le gusta El pequeño Sambo. A quemarlo. La gente blanca se siente incómoda con La cabaña del tío Tom. A quemarlo. Escribe un libro sobre el tabaco y el cáncer de pulmón ¿Los fabricantes de cigarrillos se lamentan? A quemar el libro. Serenidad, Montag. Líbrate de tus tensiones internas. Mejor aún, lánzalas al incinerador, ¿Los funerales son tristes y paganos? Eliminémoslos también, Cinco minutos después de la muerte de una persona en camino hacia la Gran Chimenea, los incineradores son abastecidos por helicópteros en todo el país. Diez minutos después de la muerte, un hombre es una nube de polvo negro. No sutilicemos con recuerdos acerca de los individuos. Olvidémoslos. Quemémoslo todo, absolutamente todo. El fuego es brillante y limpio. (...)
No se puede construir una casa sin clavos en la madera. Si no quieres que un hombre se sienta políticamente desgraciado, no le enseñes dos aspectos de una misma cuestión, para preocuparle; enséñale sólo uno. o, mejor aún, no le des ninguno. Haz que olvide que existe una cosa llamada guerra. Si el Gobierno es poco eficiente, excesivamente intelectual o aficionado a aumentar los impuestos, mejor es que sea todo eso que no que la gente se preocupe por ello. Tranquilidad, Montag. Dale a la gente concursos que puedan ganar recordando la letra de las canciones más populares, o los nombres de las capitales de Estado, o cuánto maíz produjo lowa el año pasado. Atibórralos de datos no combustibles, lánzales encima tantos «hechos» que se sientan abrumados, pero totalmente al día en cuanto a información. Entonces, tendrán la sensación de que piensan, tendrán la impresión de que se mueven sin moverse. Y serán felices, porque los hechos de esta naturaleza no cambian. No les des ninguna materia delicada como Filosofía o Sociología para que empiecen a atar cabos. Por ese camino se encuentra la melancolía. Cualquier hombre que pueda desmontar un mural de televisión y volver a armarlo luego, y, en la actualidad, la mayoría de los hombres pueden hacerlo, es más feliz que cualquier otro que trata de medir, calibrar y sopesar el Universo, que no puede ser medido ni sopesado sin que un hombre se sienta bestial y solitario. Lo sé, lo he intentado ¡Al diablo con ello! Así, pues, adelante con los clubs las fiestas, los acróbatas y los prestidigitadores, los coches a reacción, las bicicletas helicópteros, el sexo y las drogas, más de todo lo que esté relacionado con reflejos automáticos. Si el drama es malo, si la película no dice nada, si la comedia carece de sentido, dame una inyección de teramina. Me parecerá que reacciono con la obra, cuando sólo se trata de una reacción táctil a las vibraciones. Pero no me importa. Prefiero un entretenimiento completo.
Beatty se puso en pie.
-He de marcharme. El sermón ha terminado. (...)

sábado, 22 de marzo de 2008

Chomsky y la filosofía de la inutilidad



Después de semejante vorágine salvaje del capitalismo, lo único posible es una implosión producto de una paradoja propia de las contradicciones creadas por el sistema mismo.

viernes, 21 de marzo de 2008

tres reflexiones sobre la crisis andina

Marc Saint-Upéry
Tomado de La Insignia.

Durante una semana, a principios de marzo de este año, toda Latinoamérica quedó inmersa en una espera angustiada del desenlace del grave conflicto diplomático que estalló entre Ecuador, Colombia y Venezuela después de que aviones y tropas colombianas atacaran, en la selva ecuatoriana, un campamento de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y dieran muerte a más de veinte guerrilleros, entre ellos Raúl Reyes, miembro de la cúpula de esa organización. Asistimos a la ruptura de relaciones entre Quito y Bogotá; a la gira internacional del presidente ecuatoriano Rafael Correa, indignado y buscando el apoyo regional para forzar la petición de disculpas colombianas y de condena a la violación de su territorio; a los discursos incendiarios de Hugo Chávez contra Uribe; a la movilización de tropas y tanques venezolanos en la frontera colombiana; al apoyo de Nicaragua a Quito y Caracas y a las acusaciones de Bogotá sobre supuestas complicidades entre las FARC y los gobiernos de Ecuador y Venezuela (sustentadas en el contenido del disco duro de una computadora de Reyes).

Sin embargo, todo pareció resolverse de la manera más sorpresiva después de un primera mediación del Consejo Permanente de la Organización de los Estados Americanos (OEA), que estableció la violación de la soberanía ecuatoriana pero no condenó formalmente a Colombia y formó una comisión de investigación del caso, en medio de abrazos y apretones de manos presidenciales de la Cumbre del Grupo de Río en Santo Domingo. Por supuesto, tomarse al pie de la letra el final casi idílico del 7 de marzo no sería menos ilusorio que interpretar sin una pizca de ironía las declaraciones tremendistas y los ruidos de sable de la semana anterior. Las reflexiones que siguen no pretenden en absoluto ofrecer un panorama exhaustivo de esta crisis con causas complejas y numerosas consecuencias posibles, sino concentrarse en tres aspectos, desde mi punto de vista, interesantes o aleccionadores [1].


Quién ganó y quién perdió

Muchos de los primeros balances de la crisis se dedicaron a evaluar quiénes eran los ganadores y quiénes los perdedores del conflicto. Entre los simpatizantes nacionales y continentales del gobierno de Rafael Correa, e incluso más allá de ellos en la misma opinión ecuatoriana, se observó que, por primera vez, Ecuador se había mostrado capaz de defender con vigor su dignidad y sus derechos frente a las constantes violaciones de su territorio por las tropas colombianas (de hecho, la del 1 de marzo sólo se diferenció por su magnitud sin precedente) [2] y supo hacer validar por la comunidad regional su firme voluntad de no dejarse arrastrar en el conflicto colombiano según los deseos de Washington. Por su parte, los defensores automáticos del presidente venezolano proclamaron que la actuación de Hugo Chávez había sido simplemente brillante, tanto en su fase de tensionador como en su posterior papel de pacificador en Santo Domingo, lo que desmentía los rumores de ocaso de la influencia continental del líder bolivariano. Muchos observadores colombianos o pertenecientes a la derecha internacional proUribe y proWashington estimaron que, si bien Colombia no había podido calcular y controlar debidamente el riesgo diplomático de su acción bélica, la magnitud de su victoria contra las FARC compensaba ampliamente cualquier disgusto de orden internacional. Algunos señalaban incluso que, pese a las declaraciones formales sobre la violación de la soberanía ecuatoriana, una mayoría de los miembros de la OEA eran secretamente aliviados por el debilitamiento de las FARC. Paradójicamente, algunos analistas de extrema izquierda también dijeron que Uribe había ganado porque, en el fondo, y pese a las disculpas, se había salido con la suya y los abrazos de Santo Domingo eran una payasada y una clara señal de la poca coherencia y firmeza antiimperialista de Correa y Chávez.

Antes de relativizar tantos gritos de victoria, muy imprudentes y prematuros, hay que señalar que una solución bélica era simplemente inimaginable, esencialmente por dos razones. Por un lado, al contrario de otras zonas del planeta, la existencia en Sudamérica de regímenes ampliamente legitimados (y, en su mayoría, relegitimados varias veces) por el voto popular -no quiero discutir aquí hasta que punto son verdaderamente democráticos y en función de qué criterios gobernando poblaciones con un alto grado de interpenetración cultural (e incluso económico-social, si pensamos que una parte importante del electorado de Chávez, por ejemplo, son emigrantes colombianos que profesan simultáneamente convicciones uribistas y chavistas)- vuelve casi inexistente cualquier base de sustento racional y de movilización emocional para un aventura bélica. Por otro lado, aunque el presidente Correa haya hablado de ir "hasta las últimas conscuencias" (tal vez el único traspié de su discurso por lo demás impecable de defensa y reivindicación de la dignidad y soberanía ecuatoriana el 2 de marzo), todo el mundo sabe que los ejércitos ecuatoriano y venezolano no tienen la mínima capacidad logística y operacional frente a las aguerridas FF.AA. colombianas y al apoyo logístico de sus poderosos patrocinadores estadounidenses.

Así que, fuera de un escenario de guerra, un juego geopolítico de este tipo y de este nivel de complejidad raras veces es de suma cero. Todo depende de la capacidad de los diferentes actores para capitalizar a lo largo del tiempo sus beneficios y hacerlos creíbles en el mercado de la opinión internacional establecida. En este marco, se puede decir, entre otras cosas, que Correa hizo prueba de reflejos de estadista de alto vuelo que le reportaron muchos puntos, pero que Bogotá logró imponer a Ecuador la prioridad siempre aplazada del control de su frontera norte y sembrar algunas dudas sobre la naturaleza de sus relaciones con las FARC. Se puede decir también que Uribe registró una victoria sin precedentes en su batalla para arrodillar las FARC pero que su audacia excesiva aumentó peligrosamente para él el riesgo de una intervención regional a favor de una solución negociada al conflicto. Se puede observar que Chávez se salvó por un ejercicio de malabarismo diplomático y retórico impresionante de los riesgos crecientes de irrelevancia y descrédito regional debidos a sus constantes sobreactuaciones, pero que esto no resuelve el fuerte desgaste interno de su régimen ni le garantiza el futuro de potencia regional creíble con el que sueña. Finalmente, hay que observar que los reflejos conciliadores y pacificadores de la comunidad regional no se desenvolvieron en el foro necesariamente más adecuado para ello, lo que deja dolorosamente pendiente la cuestión de la construcción institucional de una agenda multilateral.


Uribe, las FARC y el imperio

Al contrario de la cantaleta que gran parte de la izquierda latinoamericana entonó sin mucha reflexión, si Uribe se permitió esta operación de violación descarada del territorio de un país vecino no es porque el imperio le ordenara hacerlo. Por supuesto, lo más probable es que las agencias del imperio estuvieran al tanto, asintieran y cooperaran activamente a nivel logístico. La satisfacción de Washington por el resultado era previsible, pero la audacia de Uribe vino ante todo de su deseo de capitalizar y acelerar la serie de éxitos militares y políticas que está acumulando contra las FARC desde hace varios meses, a sabiendas que tiene en esto el apoyo masivo de la aplastante mayoría de la población colombiana, nos guste o no. Basta citar el artículo del semanario Cambio reproducido en Archipiélago (marzó-abril del 2008): "Los buenos resultados de las últimas semanas se han visto reflejados en las encuestas. El Gallup Poll de noviembre [2007] indica que el 63 por ciento de los encuestados cree ahora que es posible vencer a la guerrilla. En septiembre esa cifra era del 59 por ciento. En la misma medición aumentó del 70 al 76 por ciento la imagen favorable de las fuerzas militares y su desfavorabilidad bajó del 25 al 19 por ciento. La imagen favorable de la policía subió del 56 al 65 por ciento y la desfavorable bajó del 39 al 31 por ciento. En contraste, el 93 por ciento de los encuestados tiene una imagen desfavorable de las FARC, frente al 1 por ciento de favorable".

Las encuestas valen lo que valen, pero aun admitiendo un margen de error, una sobrerrepresentación de los encuestados urbanos o un sesgo en la formulación de las preguntas, para quien conoce Colombia desde adentro está claro que estas cifras reflejan bastante bien el sentimiento general de la población, incluso de los sectores populares, con poquísimas excepciones sociales y territoriales. Y este sentimiento es en lo esencial el resultado de la política repugnante e insensata de las FARC. La conciencia de esta popularidad, o al menos de esta credibilidad de la política de seguridad democrática de Uribe explica también por qué el senador Carlos Gaviria, pese a ser el representante de la sensibilidad más radical de la coalición de izquierda colombiana, el Polo Democrático Alternativo, reaccionó de manera muy crítica a las acciones y declaraciones de Hugo Chávez en ocasión de la crisis entre Ecuador y Colombia. "Ojalá el presidente Hugo Chávez se serene y recapacite", dijo Gaviria a la vez que recordó que los colombianos han admirado su acción política y la mediación hecha en la liberación de los secuestrados pero que, justamente para seguir siendo útil en el proceso conflictivo de Colombia, "sería altamente deseable que asumiera actitudes más mesuradas. Yo soy el presidente de un partido de oposición pero nosotros debemos tener presente que al presidente lo eligieron los colombianos y que el presidente no puede ser tratado de una manera tan irrespetuosa por jefes de Estado de países extranjeros y mucho menos vecinos".

La verdad es que gran parte de la izquierda no quiere entender que Uribe está muy lejos de ser un títere de Bush, en parte por las mismas razones por las que Israel no es un títere de Washington. En el caso de de Israel es incluso casi al revés, lo que no corresponde a ninguno de los esquemas simplistas y economicistas sobre el imperialismo. Y si la comparación entre Colombia y el Estado hebreo tiene sus límites, es para mayor ventaja de la posición de Uribe, ya que las FARC ni siquiera gozan de la legitimidad popular nacional y regional de la OLP o de Hamas. La poderosa convergencia de intereses y solidaridad entre la cruzada antiterrorista de los neoconservadores de la Casa Blanca y la política del mandatario colombiano no tiene nada que ver con la manipulación por Washington de un régimen fantoche, como podía ser el caso de Vietnam del Sur o de algunas dictaduras centroamericanas. De igual manera, si bien es exacto que Washington y Bogotá comparten, en general, el mismo interés en propiciar un debilitamiento de los gobiernos progresistas o nacionalistas de la región, la incursión salvaje en territorio ecuatoriano no hace parte de un complot de desestabilización de los procesos de cambio en los países vecinos, como muchos lo afirman. Por lo contrario, fortaleció la popularidad de Correa y ofreció a Chávez una oportunidad de desviar la atención de sus problemas internos. Se trató más bien de un riesgo diplomático conciente y cínicamente calculado (un cálculo, sin embargo lleno de imponderables, ya que Uribe había probablemente subestimado el vigor de las reacciones de las cancillerías latinoamericanas) con el objetivo de conseguir beneficios sustanciales primero en el terreno militar, y segundo y en menor medida, en el terreno político (con el uso y la manipulación del contenido de la computadora de Reyes).

Hasta que la izquierda latinoamericana no entienda el carácter muy sui generis del conflicto colombiano y no abandone los marcos interpretativos de tipo vietnamita o centroamericano (lo que no quiere decir que deba abandonar la búsqueda sistemática de una solución política negociada sin intromisión de Washington), dejará en duda sus propios credenciales democráticas, le hará el juego a Uribe y contribuirá al aislamiento y al hostigamiento de la única fuerza cuyo potenciamiento político puede ofrecer una prospectiva de solución durable y equitativa del conflicto colombiano, el Polo Democrático Alternativo (ver entrevista de Antonio Navarro Wolf en el número mencionado de Archipiélago).


Diplomacia presidencial y organismos multilaterales

Una dinámica política en la que un presidente se puede permitir el lujo de tratar un día a otro mandatario elegido de "mafioso, criminal, narcotraficante y peón del imperio" y, al día siguiente, predicar amistad y reconciliación con el mismo mandatario (y no es la primera vez que pasa algo parecido) no sólo tiene algo de profundamente ridículo sino que es políticamente muy contraproducente. Socava la credibilidad de los gobiernos y alimenta el cinismo de los observadores y de la población sobre la madurez de las naciones sudamericanas.

Un chiste que circulaba en Venezuela durante la crisis era el siguiente: "Batallones, no hagan el ridículo, Ecuador y Colombia ya están en el camino de una solución, vuélvanse a casa. Pero eso sí, mientras estén en la frontera, compren pollito y lechecita colombianos" (alusión sarcástica a la grave situación de desabastecimiento alimentario vigente en Venezuela desde hace unos meses). En una encuesta del Instituto Varianza Opinión efectuada entre el 27 de febrero y el 2 de marzo a 1.200 hogares en las principales ciudades del país, a la pregunta "¿Apoyaría una guerra con Colombia por razones políticas?", un 89 por ciento de los venezolanos dijo que no. Sólo un 2 por ciento dijo que sí mientras que el resto, un 9 por ciento, respondió que depende. En otra pregunta, un 78 por ciento piensa que las FARC sí secuestran a venezolanos. Un 69 por ciento concuerda que "las guerrillas colombianas son terroristas" y, a la vez, un 62 por ciento opina que "hay que seguir negociando la liberación de otros rehenes". Lo que significa que la posición del presidente Chávez en el sentido de no considerar a las FARC terroristas no es compartida por una gran mayoría de venezolanos, mientras sí comparten con él la idea de negociar la liberación de rehenes.

¿Habrá sabido leer Chávez esta señal? Seguramente se habrá dado cuenta de que no sólo Colombia manifestó irónicamente su ausencia de preocupación frente a la concentración de tropas venezolanas en su frontera, sino que el mismo Pentágono declaró su absoluta tranquilidad. Mientras tanto, la OEA tampoco mencionó a Venezuela en sus deliberaciones y su búsqueda de fórmulas para superar la crisis. Como buen animal político, Chávez debe haber captado el mensaje, lo que podría explicar por qué se convirtió de un día al otro de inquebrantable enemigo del "peón del imperio" en manso defensor de la "cabeza fría" y de la "racionalidad".

En Ecuador, pese a estar terriblemente alterado "como persona de carne y hueso" (según sus propias palabras) por lo que denunció como las mentiras descaradas de Uribe, que le había anticipado telefónicamente una simple y rutinaria persecución "en caliente" a pocos cientos de metros de la frontera, el presidente Rafael Correa no se dejo llevar sólo por la pasión y tuvo un protagonismo particularmente destacado. Sin embargo, la coherencia y el éxito relativo de la posición ecuatoriana se manifestaron no gracias a sino a pesar de la debilidad política y conceptual del frente diplomático y de buena parte del gabinete. De hecho, es un secreto a voces en Quito que toda la estrategia de reivindicación de Ecuador fue elaborada por un ex canciller llamado de urgencia, y llevada a cabo esencialmente por la energía y la voluntad personal del presidente.

Para bien o para mal, las izquierdas en el poder en Sudamérica han fortalecido la tendencia al decisionismo presidencialista, y esto se refleja también en la política exterior. Eso nos debería llevar a algunas reflexiones. Por supuesto, a corto plazo, la diplomacia presidencial es a menudo más eficiente que los engorrosos procesos de consulta y deliberación entre miembros de los varios organismos multilaterales regionales (OEA, UNASUR, Comunidad Andina, Mercosur, Grupo de Río, etc.), especialmente en ausencia de mecanismos claros de formación de consensos, de regulación de los disensos y de delimitación de la competencias diplomáticas entre ellos. Sin embargo, a mediano y largo plazo, la elaboración de una agenda diplomática de Estado (y no sólo de gobierno) es vital para los países de la región, aún más para pequeñas naciones como Ecuador o Bolivia, que pueden tener fricciones con vecinos mucho más poderosos económica y militarmente, como Colombia, Chile o Brasil. Uno de los ejes centrales de esta agenda debería ser un firme compromiso con la construcción de una arquitectura multilateral continental sólida y coherente. Al contrario de Europa occidental en su largo proceso de integración (hoy complicado por la extensión al este, por supuesto), en las Américas, las asimetrías son muy fuertes, no van a desaparecer por milagro y no pueden ser contrarrestadas por proyectos quijotescos y sin densidad real como el ALBA. (Una observación a propósito: ¿donde estuvo el ALBA estos últimos meses? Si alguien la encuentra, que la devuelva a su legítimo dueño, por favor.) El unilateralismo es el privilegio de los fuertes, el multilateralismo el único recurso de los débiles a largo plazo. Pero no puede depender de caprichos ideológicos y de arranques caudillescos.

En una entrevista al diario argentino Clarín, el presidente Correa habla de la posibilidad de transformación del Grupo Río: "Nos entusiasmó a todos esa idea de generar la Organización de Estados Latinoamericanos, tras el tremendo éxito del Grupo. Hubo una propuesta concreta creo que de (Daniel) Ortega, de que el Grupo se convierta en la entidad para un nuevo orden latinoamericano. La OEA está prácticamente neutralizada por la presencia de EE.UU". Este entusiasmo podría ser precipitado. Como lo señalaba en un seminario en la Flacso de Quito la especialista en relaciones internacionales Grace Jaramillo, marginar a la OEA no es necesariamente sabio: "Será imposible obligar Colombia a sentarse en una mesa de negociación, de cualquier tipo que sea, si la OEA no interviene y presiona. Además, tiene un sentido moral y político fuerte manifestar la preocupación unánime de los latinoamericanos por la violación de la soberanía nacional ecuatoriana en un foro donde esté presente EE.UU".

Por otro lado, sería probablemente más manejable empezar por fortalecer la Unasur y decidir de una vez por todas lo que se quiere hacer exactamente con la Comunidad Andina (que se quedó muda e inactiva durante la crisis). La reciente propuesta brasileña de constituir un Consejo de Seguridad Sudamericano para prevenir conflictos en la región y que podría también tener "la capacidad de discutir acciones conjuntamente, coordinar compras de material y definir una industria bélica común" es una jugada que merece también ser analizada con detenimiento, incluso si uno de sus objetivos es claramente potenciar la capacidad de Brasilia como actor internacional de primer plano y ganar su propio puesto en el Consejo de Seguridad de la ONU. Sea como sea, se trata de un tema de reflexión urgente par la izquierda continental, a sabiendas que la crisis que se concluyó por los abrazos de Santo Domingo abre interrogantes que desvirtúan muchos reflejos ideológicos paulovianos.


También publicado en la revista Archipiélago (marzo-abril del 2008)

miércoles, 19 de marzo de 2008

57 años



Según la República Popular China intervino hace 57 años en Tibet para liberar a la polación de una teocracia corrupta, y seguramente tenía razón en aquello de acusar de corrupción al gobierno tibetano, pero China tampoco es un emporio de honestidad.

Se quiere dar a entender que China liberó de las ataduras del opio de la religión, pero tampoco es que el maoismo sea muy libre, mas bien se ha caracterizado por ser absolutamente dogmático y un verdadero guirigay entre marxismo y confucionismo.

Los marxistas transformaron al pensamiento que ellos profesan en religión, el partido y el ejército en sumos sacerdotes de aquello. Muy lejanos al pensamiento de Marx y Engels.

Sin embargo, lo de extrañar es que 57 años después las revueltas del Tibet son lideradas por monjes, pero será tarde o temprano, que muy lejos de la represión o de quien liderare las revueltas, el pueblo quien decida su futuro. Será el pueblo quien defina de una forma acertada o no lo que más le conviene.

martes, 18 de marzo de 2008

murió Arthur C Clarke


Nunca olvidaremos al maestro Clarke, su visión del futuro y su profunda claridad de pensamiento.

Conocido por todo el mundo por ser el autor de "2001 una odisea del espacio", de la que Kubrick hizo la famosa película del mismo nombre. Además, Clarke fue no solo escritor de ciencia ficción sino un connotado científico, dueño de una visión muy crítica respecto a la "conquista" del espacio.

HAL 9000 (Heuristically programmed Algorithmic Computer) fue un adelanto conceptual de Clarke ya que la saga fue escrita en 1968, y si bien el concepto informático ya era parte de la cotidianidad, ésta no la era como ahora en que casi todos tenemos acceso a algún tipo de producto informático. Erróneamente vista HAL 9000 como la villana de la historia, actúa simplemente como un sistema lógico que fue programado para cumplir su misión a lo que de lugar, y es justamente lo que hace. De una forma muy pueril se ha dicho que HAL 9000 de vuelve "loca", lo que es una simpleza de lectura que no tiene perdón, Clarke piensa desde el criterio de un científico y elabora una historia basada en el desencuentro de lógicas, la humana y la artificial, la una más dúctil que la última que es básicamente lógica matemática. He ahí el origen de la tragedia en esta maravillosa historia.

El periódico español El País ha pubicado un bello artículo.


lunes, 17 de marzo de 2008

VISITA A ERNEST O. LAWRENCE (O ACERCA DE LA BOMBA ATÓMICA)

Giovanni Papini

Han pasado ya bastantes meses desde la explosión de la bomba atómica en Hiroshima, y acabo de conversar con el ilustre físico al que se debe principalmente esa terrorífica invención.

No es nada fácil acercarse al Profesor Ernest Lawrence, porque los sabios atómicos, como los más famosos gángsters, son celosamente custodiados. Pero tenía un grandísimo deseo de conversar con el inventor del ciclotrón, con el descubridor, junto con Oppenheimer, del nuevo método que logró la escisión de los átomos y que permitió la fabricación de la flamígera bomba.

Después de varios intentos fracasados logré conversar con Lawrence. Más que nada, anhelaba conocer o adivinar si se había planteado el problema de la responsabilidad moral que implica el espanto invento en el que participó con otras pocas personas. No perdí mi tiempo pidiéndole dilucidaciones científicas que él se habría negado a hacer y que por mi parte no hubiera sido capaz de comprender. En cambio, y con franqueza brutal, le pregunté

- ¿Qué experimenta usted, mister Lawrence, ante el pensamiento de los estragos debidos a su descubrimiento, y de los otros, quizá más vastos, que sobrevendrán en el futuro?

El mortífero profesor no se alteró lo más mínimo, me respondió con una calma angelical:

- Quiero suponer, mister Gog, que usted sabe, por lo menos de un modo general, qué es la cienciay cómo ha sido siempre, al menos desde Tales en adelante, la pasión de los sabios. Éstos no se preocupan en lo más mínimo de las posibles consecuencias prácticas, sean útiles o nocivas, de sus investigaciones y de sus teorías. Tan sólo se proponen elaborar hipótesis y módulos capaces de dar una representación aproximada y una interpretación plausible del universo y de sus leyes.

Los fundadores de la nueva Física nuclear: Rutherford, Niels Bohr y demás, no pensaban ni preveían que sus descubrimientos darían a los hombres, más adelante, la capacidad de fabricar una bomba capaz de aniquilar, en pocos segundos a millares y millares de vidas. Tan sólo querían penetrar los secretos del átomo, de esa última parte de la materia que por espacio de tantos siglos había parecido ser indivisible, mostrándose refractaria a cualquier análisis. Resumiendo: querían conocer y no destruir. Yo mismo, con el ciclotrón, me proponía simplemente acelerar los movimientos de esas partes electrificadas, y esto para una finalidad exclusivamente experimental.

Luego vinieron los militares los políticos, quienes quisieron servirse de nuestros descubrimientos para uno de los objetivos máximos de las competencias mundiales: la abolición rápida y en masa de las vidas humanas.

Esta es la eterna tragedia del hombre: no puede menos que indagar, explorar, conocer, y casi siempre sus descubrimientos hacen sobrevenir catástrofes y muerte. La física nuclear es el acto más trágico de esta tragedia: por haber querido revelar los secretos del átomo el hombre tiene ahora en sus manos el medio para destruirse a sí mismo, para destruir la vida en todas sus formas, quizá para destruir al mismo planeta.

- Comprendo perfectamente, le respondí, pero a pesar de todo ello, ¿no experimentan alguna vez el escalofrío del remordimiento? ¿No estaría mejor renunciar al deseo del conocimiento a fin de ahorrar las vidas de los seres humanos?

- Le haré observar, replicó el profesor Lawrence con su voz tranquila, que la hecatombe de vidas humanas no debida a las enfermedades y a la vejez, es mucho mayor, en años de paz, que la debida a la bomba atómica. Esta hace muchas víctimas en un minuto, mientras que las otras causas hacen muchísimo más, pero diseminadas y esparcidas tanto en el espacio como en el tiempo. Hagamos algunos números. Sume a todos los que mueren asesinados por sus semejantes con armas o con venenos, a los que se matan con sus propias manos, a los que son deshechos por los automóviles, a las víctimas de choques y siniestros ferroviarios, a los que arden en los aeroplanos incendiados, a los que se ahogan en los ríos o en los naufragios marítimos, a los obreros que son triturados por las máquinas, a los mineros que se asfixian sepultados en las minas, a los que son ahorcados o fusilados por sus delitos, a los que son alcanzados por los tiros de la policía en los movimientos o motines y a los que son barridos por las ametralladoras, a los que mueren carbonizados en los incendios y explosiones, a los que fallecen de golpe en los certámenes de box o en las carreras de automóviles, a los fulminados por la corriente eléctrica y a los alcanzados por los tóxicos en los experimentos científicos. Y tenga en cuenta que dejo a un lado a las víctimas de los terremotos, de las erupciones volcánicas, de los rayos, de los deslizamientos de tierra y de los aludes. Cuente tan sólo los seres humanos que mueren por causas estrictamente humanas, y verá que cada año y en todo el mundo alcanzan a varios millones, que son muchísimos más que los muertos por la condenada bomba atómica. Pero, como esos pobres cadáveres se hallan diseminados en todos los países, y son segados por muerte no natural y violenta en distintos días y meses, entonces, únicamente los estudiosos de la estadística llegan a tener conocimiento de los pavorosos totales; por eso es que el hombre común se conmueve y excita ante el episodio de Hiroshima, y no piensa en esas otras calamidades, mucho mayores, que acontecen todos los días y en toda la superficie de la tierra. La compasión no alcanza a ser homeopática, sino que es suscitada únicamente por el exterminio simultáneo y en masa.

Y, sin embargo, también en las innumerables atroces muertes de cada, día hay siempre responsables: fabricantes, técnicos, conductores, criminales, perezosos, descuidados, ignorantes, etc. Por lo tanto, ¿por qué únicamente yo habría de sentir remordimiento, yo que trabajé antes que nada para acrecentar los conocimientos del universo que posee el hombre, yo, que únicamente por obligaciones de ciudadano colaboré en la construcción de un arma que debía vindicar y proteger a mi patria?

La conversación ya había durado demasiado tiempo, y el profesor Lawrence me despidió con breves palabras.

un cita siempre pertinente

"Estos son mis principios. Si a usted no le gustan, tengo otros"

Groucho Marx

miércoles, 12 de marzo de 2008

... primero te casas y después STATOIL ...





Mi paso por la península escandinava me permitió ver una de las piezas publicitarias más finas y divertidas.Gracias a la diosa internet pude volver a localizar semejante maravilla. ¡Salud!

lunes, 10 de marzo de 2008

¡sí hay vida en Marte!

La noticia puede ser desconcertante, puede llenar de aprensión a muchísima gente.

Cuando era niño soñaba con las noticias que provenían del cable y con fotografías transmitidas por telephoto de la llegada de las primeras sondas norteameriacnas al suelo de Marte, hablo obviamente de las famosas Viking. La misión principal de estas máquinas era constatar a través de varios sensores la presencia de vida en el planeta rojo, sin embargo las muestras no arrojaron datos positivos sobre la existencia de vida.

Tal vez se podría decir que no hubo pruebas de vida hasta ese momento.

Lo que sí tenemos certeza ahora es que si hasta la llegada de las Viking no hubo vida, ahora sí la hay.

Los sueños calenturientos de los ufólogos se hacen realidad, pero al revés. No vinieron extraterrestes a sembrar las semillas de la vida en nuestro planeta, sino que nosotros (la especie homo sapiens-sapiens) la hemos sembrado de manera involuntaria.

Los pequeños robots tipo rover que Estados Unidos envió hace algunos años no estuvieron lo suficientemente esterilizados, según alguna una fuente al interno de la agencia norteamericana ha reconocido que los sistemas de esterilización de un quirófano cualquiera de cualquier parte del mundo tienen 10 veces más seguridad de esterilización, lo que indica que algunas cepas de vida microbiana terrestre de hecho se colaron en los robots.

Cabe recalcar que algunas bacterias tienen vida anaeróbica, lo que da la pauta a que pudieren soportar el viaje por el cosmos, se adaptarán a las condiciones ambientales nuevas, habrán sufrido mutaciones genéticas por la radiación cósmica, etc, etc. Esto dará pie a un proceso diferente de evolución.

Seguramente la especie humana no verá el resultado de su siembra involuntaria, pero tal vez sea la primera siembra de vida en el cosmos a partir de una civilización tecnológica.

La pregunta que siempre me rondó la cabeza fue: ¿qué tal si fuesemos la primera civilización poseedora de tecnología en el cosmos?. De hecho sabemos que habrá una primera, y posiblemente seamos nosotros, lo que les deja sin suelo a los ufólogos.

Por mi parte se pueden ir al carajo, me joden los que comen de miedo y la ignorancia del resto.

sábado, 8 de marzo de 2008

... si hay alguna esperanza ...



La novela 1984 de George Orwell es una obra sorprendente y la película basada sobre ésta obra lo es igual.

Cualquier parecido NO es coincidencia, Orwell advirtió sobre los excesos de la derecha y de la izquierda, mostrándolos como totalitarios idénticos.

"... si hay alguna esperanza, ésta estará en los proles ..."